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| domingo diciembre 22, 2024

Arquitecto de la incitación de la jihad global en Israel


El Sheikh Raed Salah da la bienvenida a toda ayuda que pueda obtener para inflamar la situación en Jerusalén, incluyendo provocaciones judías en el corazón de barrios musulmanes.

Asesinos son asesinos. No son ni manifestantes ni activistas por la paz, ni gente que persigue la convivencia o la igualdad. Asesinan por incitación y odio, no a causa de privación, opresión o discriminación.

Los que, el miércoles, llevaron a cabo el ataque terrorista en Jerusalén, pertenecen a esa precisa  oscura especie. Son parte de la jihad global, que no tiene límites, y se extiende desde Canadá hasta Nigeria, desde París hasta Jerusalén.

No todo terrorismo es como ése. El terrorismo de los últimos años sí lo es. Hubo años en los que podíamos hablar, aunque apenas, sobre el terrorismo contra la opresión y la ocupación. Sucedió en muchos conflictos, incluso en el conflicto árabe-israelí.

El terrorismo de la jihad global, que incluye a todas sus ramas, desde Hamas hasta el Estado Islámico, desde Boko Haram hasta los talibanes, tiene un denominador común: un gobierno islámico del mundo.

Jerusalén está en el centro de la incitación, orquestada por el jefe de la rama de la jihad global en Israel, el Sheikh Raed Salah. Durante años, ha estado tratando de inflamar la situación. Durante años, ha estado incitando bajo la consigna «Al-Aqsa está en peligro». Esta es una consigna histórica. El derecho de autor pertenece al mufti Haj Amin al-Husseini. Salah lo adoptó.

No necesitaba las provocaciones de los que están a favor de rezar en el Monte del Templo, tan absurdo como pueda ser, para persistir en su incitación. Porque no está interesado en un status quo, y las conversaciones sobre cómo cambiar o no cambiar el status quo le causan risa.

Durante muchos años, ha estado acusando a Israel de maquinaciones creadas por su propia mente delirante, al igual que lo hizo el muftí – su líder espiritual. El mufti llevó, antes de que siquiera supieran que eran palestinos, el Mandato Árabe de un desastre a otro. No fue suficiente. Salah insiste en llevarlos a otro desastre.

[El barrio Jabel Mukaber de Jerusalén Oriental, de donde vinieron los terroristas del martes. «Debemos admitir que la convivencia no está funcionando (Foto: AP)]

No es que todo el público musulmán de Medio Oriente, o del mundo, se traga lo que Salah tiene para ofrecer. Cuando trató de llegar a Marruecos, fue arrestado en el momento de aterrizar. Jordania ha prohibido su entrada una y otra vez. En Israel va de los juzgados a las cárceles. Pero la mayor parte del tiempo está libre para continuar con su incitación.

Es mil veces más perjudicial que los insistentes fieles del Monte del Templo, pero la democracia israelí, que está fallando en defenderse, no ha logrado una forma de detener la incitación del sucesor del mufti. ¿Cuánto tiempo durará ésto?

También deberíamos admitir que la coexistencia no está funcionando. Los residentes de la parte oriental de Jabel Mukaber, desde donde vinieron los perpetradores de los asesinatos del martes, han solicitado en el pasado, al Tribunal Supremo, permanecer en el lado israelí de la línea de separación. Preferían a Israel por sobre la Autoridad Palestina. Por supuesto que éso no evitó una serie de ataques terroristas originados en ese barrio. Sin separación y con una tarjeta de identidad israelí es mucho más fácil.

Uno de los que se aprovechó de esta gama de oportunidades es Alaa Abu Dahim, que llevó a cabo el ataque asesino en la Yeshiva Mercaz Harav en 2008. La cuestión de la convivencia también se planteó entonces. Entonces también, como hoy, hubo quienes continuaron alimentando la ilusión de una «ciudad unida».

No hay necesidad de una mayoría para hacer miserable la vida de ambos, judíos y árabes. Sólo se necesita una minoría decidida y asesina. Y no está claro si se trata de una pequeña minoría.

La posibilidad de convivencia es casi inexistente. La separación era una necesidad entonces, y es una necesidad hoy en día. Pero en lugar de separación, hay judíos que insisten en instalarse en el corazón de cada barrio musulmán. No es que Salah necesite provocaciones judías. Pero sin duda da la bienvenida a toda ayuda que pueda conseguir.

Israel es impotente, tanto contra Salah como contra la insistencia en una unificación y la mezcla de población falsas. Tenemos que espabilarnos. Es una pena que tengamos que pagar por ello con tanta sangre.

http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4593768,00.html

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

 
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