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| lunes diciembre 23, 2024

Reconociendo la violencia como herramienta política válida


Recientemente, Suecia reconoció a «Palestina» como estado, y los Parlamentos británico y español votaron proposiciones para que sus respectivos gobiernos hicieran lo propio.
Olvidémonos por un instante (tal como han hecho el gobierno sueco y los parlamentos británico y español; y como hace la mayoría de medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales y e internacionales) de las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de los Acuerdos de Oslo firmados por Israel y su contraparte palestina – y firmados en calidad de testigo por la Unión Europea, entre otros -, y centrémonos en un punto que el sociólogo y analista de defensa y seguridad, Jesús Manuel Pérez Triana, señalaba ayer en un tuit: la definición de Estado del sociólogo, filósofo y economista alemán Max Weber.

Weber decía (La política como vocación) que el «Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el ‘territorio’ es elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima. Lo específico de nuestro tiempo es que a todas las demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida en que el Estado lo permite. El Estado es la única fuente del ‘derecho’ a la violencia».

Territorio

Según la Convención de Montevideo de 1933 (generalmente considerado como de derecho internacional consuetudinario) una entidad debe, para ser reconocida como un estado soberano independiente cumplir una serie de puntos, entre ellos:
Poseer un territorio definido sobre el cual ejerza dicho control.

Aunque Mahmoud Abbas proclame como «fronteras» las líneas de armisticio de 1967 ( “Debido a la insistencia de Jordania, la Línea de Armisticio de 1949, que constituía el límite entre Israel y Jordania hasta 1967, no fue reconocida como una frontera internacional, sino simplemente como una línea que separaba a los ejércitos”, Dore Gold), la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU (sí, la realidad es testaruda y, aunque queramos olvidarla por un segundo, vuelve y vuelve) estipula el:

“Retiro de las fuerzas armadas israelíes de territorios que ocuparon durante el reciente conflicto”

“De territorios” es muy diferente a la expresión “de los territorios”. Es decir, aún no existe frontera fija, y esta no puede ser impuesta por una de las partes (por demás, la parte que ha formado parte de las menos tres guerras de agresión), sino que debe surgir como parte de un acuerdo negociado que lleve a la:

“Terminación de todas las situaciones de beligerancia o alegaciones de su existencia, y respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados de la zona y su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas y libres de amenazas o actos de fuerza…”

Es decir, que no existe un territorio palestino definido…

Entonces, volvamos sobre otro de los rasgos que, según Weber, definen a un Estado.

Monopolio de la violencia

¿Quién ejerce «el monopolio de la violencia física legítima» en Palestina? ¿La Autoridada Palestina, a quién supuestamente se le reconoce la «estadidad»?

Pero, ¿controla la Autoridad Palestina a Hamas?

En caso de que la respuesta fuese afirmativa, ¿es legítima la violencia ejercida por un grupo considerado terrorista, entre otros, por la Unión Europea y Estados Unidos?

Pero está claro que la Autoridad Palestina no controla a Hamas en Gaza. Entonces, ¿en qué territorio monopoliza la violencia la Autoridad Palestina? O, dicho de otra manera, ¿cuál es el territorio del «Estado palestino» que pretende reconocerse? ¿Cisjordania?

Mas, Hamas no está ausente de Cisjordania, como tampoco lo está el también considerado grupo terrorista Frente Popular para la Liberación Palestina. ¿Ejerce un control sobre las acciones de estos grupos la Autoridad Palestina?

Es de suponer que, según el gobierno sueco y los parlamentos británico y español, sí, puesto que consideran oportuno reconocer la estadidad palestina. Pero, entonces, surge una pregunta inevitable: ¿la Autoridad Palestina tiene control sobre la violencia ejercida por grupos terroristas?

Mas, la realidad continúa imponiéndose a las «buenas voluntades»: si la Autoridad Palestina – liderada por Mahmoud Abbas, que a su vez es lidera la organización Fatah (principal fuerza dentro de la Autoridad Palestina y de la OLP) – cuenta con una policía para monopolizar, justamente la violencia en Cisjordania, ¿cómo se explica la existencia de un «brazo armado» – Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa – dentro de la organización Fatah?

¿Controla la Autoridad Palestina al «brazo armado» de Fatah?

¿Y qué son las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, una fuerza «paraestatal»?

No parece claro, mucho menos evidente, que la Autoridad Palestina tenga el monopolio de la violencia, así como un control sobre todo el territorio considerado arbitrariamente palestino.

Así, no queda claro qué entienden por Estado los legisladores de estos países europeos, ni cuál es el objetivo de estas declaraciones políticas unilaterales que violan las resoluciones 242 y 338 del consejo de seguridad y los acuerdos suscritos por palestinos e israelíes (los Acuerdos de Oslo, de hecho, crearon la Autoridad Palestina).

De todo esto, surgen un interrogante: ¿es apropiado que parlamentos nacionales irrumpan en el marco del derecho internacional – para el cual hay instancias internacionales pertinentes?

Y, si así fueran, ¿es apropiado abordar estas cuestiones desde una perspectiva política más que legal?

¿La totalidad de legisladores y políticos suecos, británicos y españoles conocía al momento de la votación la legislación internacional sobre estadidad, los acuerdos firmados entre las partes en conflicto, los elementos del derecho internacional pertinentes y las cuestiones centrales de dicho conflicto?

La respuesta parece ser negativa a la luz de los debates, cargados de “buenismos”, parcialidad, declaraciones políticas y desconocimiento.

Es decir, para frenar la violencia iniciada por la parte palestina (y a la que el liderazgo palestino recurre de manera sistemática para alcanzar sus demandas sin necesidad de hacer las concesiones lógicas que implica una negociación), estos países europeos deciden convalidar la utilización palestina de la violencia como un elemento político, garantizándoles sus exigencias.

Un olvido «necesario»
A los palestinos, observa Alan Dershowitz, se les ofreció un estado en numerosas oportunidades: 1938, 1948, 2000 y 2007. En cada oportunidad, rechazaron la oferta, eligiendo, en su lugar, el camino de la violencia.
Dershowitz, señalaba en un artículo del 28 de septiembre de 2011 que:
“… la generosa oferta de estado que hizo Israel en 2000-2001 que fue rechazada y a la que se respondió con violencia…”.
Efectivamente, Arafat abandonó Camp David en 2000 y al llegar a Ramallah lanzó la segunda intifada. El Primer Ministro israelí, Ehud Barak, había realizado concesiones impensadas en temas como la soberanía palestina sobre un sector de Jerusalén y la entrega de un 97% de la tierra reclamada por los palestinos.

Por su parte, Mahmoud Abbas rechazó una oferta de Ehud Olmert ( que se parece en mucho a las exigencias palestinas actuales, y ¡que proponía una división de Jerusalén!), en 2008.
Condoleezza Rice, ex Secretaria de Estado de Estados Unidos, escribió al respecto en su libro No Higher Honor:
“¿Realmente estoy escuchando esto?, me pregunté. ¿El Primer Ministro israelí está diciendo que dividirá Jerusalén y que podrá a un cuerpo internacional a cargo de los lugares sagrados?”.

En ese entonces, los “asentamientos no fueron el obstáculo”. Abbas quería el retorno (a Israel) de 4 millones de “refugiados” – Sahar Habash, uno de los consejeros de Arafat, llegó a declarar que “el ‘derecho de retorno’ es la carta ganadora, que significa liquidar a Israel”. Siempre parece haber un obstáculo a mano.

Estas decisiones parecen sentar un precedente: la ingerencia en asuntos de terceros países en base a interpretaciones desinformadas que pueden responder a deseos, necesidades o intereses particulares propios.

Con este precedente, ¿qué pensaría España si en un futuro no muy lejano países, por ejemplo, de América, por alguna conveniencia política, decidieran reconocer a Cataluña como estado – o a Ceuta y Melilla como territorio marroquí? ¿Y el Reino Unido si lo propio sucediese con Escocia?
¿O acaso prima una visión euro-centrista en la que es, o debe ser, Europa la que decide el rumbo de naciones, pero nunca el camino en sentido inverso?

Mientras tanto, Rusia se ha anexionado el territorio ucraniano de Crimea; Turquía ocupa el noreste de Chipre – miembro de la Unión Europea; los muertos se acumulan en Siria como una abstracción sin rostro ni nombre, tal como sucede en Irak. Pero el foco es uno, y uno solo, encuadrado desde la óptica palestina.

 
Comentarios

Ellos no quieren Estado, no estan preparados para ello, porque en su inconsciente saben que este lugar no les pertenece. Asi el pueblo judio no estuviera aqui (DIos No lo permita), ellos no edificarian un Estado. Por una sencilla razon: No tienen conexion alguna con la Tierra de Israel.

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