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| sábado noviembre 16, 2024

Parashá Vaietze


Iaacov deja su lugar de nacimiento en Beer Sheva y viaja a Jaran. En el camino se encuentra con “el lugar” y duerme allí, soñando con una escalera que conecta el cielo con la tierra, y con ángeles subiendo y descendiendo por ella; Di-s se le aparece y promete que la tierra sobre la cual está acostado será dada a sus descendientes. Por la mañana, Iaacov eleva la piedra sobre la cual apoyó su cabeza como una altar y un monumento, prometiendo que será la casa de Di-s.

Iaacov se queda en Jaran, donde trabaja para su tío Laban, cuidando sus ovejas. Laban concuerda en darle su hija menor, Rajel, a quien Iaacov ama, para casarse con ella, como paga por siete años de trabajo. Pero en la noche del casamiento, Laban le entrega a la hija mayor, Lea, un engaño que Iaacov sólo descubre a la mañana. Iaacov se casa con Rajel también, una semana más tarde, luego de aceptar trabajar siete años más para Laban.
Lea tiene seis hijos, Ruvén, Shimón, Levi, Iehuda, Isajar y Zvulún, y una hija, Dina, mientras que Rajel es estéril. Rajel le da a Iaacov su sirvienta, Bilá, para tener hijos con ella para Rajel, y dos hijos más, Dan y Naftalí, nacen. Lea hace lo mismo con su sirvienta, Zilpá, de quien nacen Gad y Asher. Finalmente, las plegarias de Rajel son respondidas y nace Iosef.

Iaacov ya estuvo en Jaran por catorce años y desea retornar a su casa, pero Laban lo convence de quedarse, ofreciéndole sus ovejas como paga por el trabajo. Iaacov prospera, a pesar de los repetidos intentos de Laban por arruinarlo. Luego de seis años, Iaacov deja Jaran a escondidas, temiendo que Laban no le permitiría irse con la familia y riquezas por las cuales había trabajado. Laban y Iaacov hacen un pacto en el Monte Gal-Ed, y Iaacov continúa viaje hacia la Tierra Santa, donde es encontrado por ángeles.

EL MUNDO DE LOS LABANES

Vivimos en un mundo en que el engaño y la mentira son una constante, un mundo en el que no es estafador, es el estafado. Es un mundo de Labanes. Y nosotros debemos combatir contra la realidad que nos rodea para mantenernos íntegros. Y es aquí donde enfrentamos al peor de todos los Labanes, el que llevamos en nuestro interior, el que nos susurra: “¿Para qué vas a ir contra la corriente? Este mundo pertenece a aquellos que son más ligeros que los demás. Miente antes que te mientan, estafa antes que te estafen, vive como los demás”. Para contrarrestar estas insinuaciones debemos aprender de nuestro padre Iaacov, quien llegó pobre y humilde a Jarán, vivió con su suegro, conocido por ser un estafador y un mentiroso, y, sin embargo siguió siendo íntegro, volviendo al hogar paterno cargado de riquezas ganadas honestamente.

ESCALERA AL CIELO
Por Yossy Goldman

¿Cuál es la mejor forma de llegar al cielo? ¿Cruzar una autopista muy transitada? ¿Realizar algún sorprendente acto de fe? ¿Salvar miles de vidas? Quizá, podamos encontrar una respuesta a esto en la parashá de esta semana.

En ella, leemos la historia del sueño de Jacob sobre la famosa escalera con su base en la tierra y su extremo opuesto en el cielo. «Y podía ver a los ángeles de Di-s que subían y bajaban por la escalera».

Permítanme hacerles una pregunta que en idish sería considerada klotz kashe (una pregunta simplista). Los ángeles ¿necesitan escaleras? Es sabido que los ángeles tienen alas, no pies. Entonces, ¿por qué necesitarían una escalera?
En esto, se esconde un hermoso mensaje.

Para ascender en dirección al cielo, no se necesitan alas. No es necesario realizar un movimiento histriónico. Olvídense de los saltos y de los límites sofisticados. Existe una escalera, una ruta espiritual claramente delimitada, una ruta que es preciso encarar paso a paso, un peldaño por vez. El camino al cielo es gradual y metódico.
Muchas personas se sienten desalentadas al pensar en empezar un viaje espiritual porque creen que requiere de un gran salto de fe y no pueden verse a sí mismas alcanzando un grado de compromiso religioso que, a su modo de ver, parece de otro mundo. Y sin embargo, con un acercamiento paso a paso, es posible comenzar el viaje y sentir que el destino al cual aspiramos no está fuera de nuestro alcance.

Cuando era joven y vivía en Brooklyn, todas las mañanas, camino a mi escuela, pasaba frente a un gran edificio. Era el King’s County Savings Bank. Aún hoy, después de muchos años, todavía recuerdo el proverbio chino que estaba grabado sobre las enormes puertas de la entrada del banco. «Para hacer un viaje de mil millas, solo hace falta dar el primer paso». Pero eso no corresponde solo a la sabiduría china; los judíos también creemos en esto. Y no se refiere solo a abrir una caja de ahorros. El hecho de que no, necesariamente, tiene que ser «todo o nada» es una idea simple pero poderosa.

¿Cuál creen que es la fantasía de un Rabino? Que un hombre golpee a su puerta y le diga: “Rabino, quiero ser más observante; ahora, dígame ¿qué debo hacer?». ¿Acaso creen que yo sueño con eso? Y si sucediera, ¿creen que le daría un instructivo y le diría que cumpliera con cada mitzvah desde ese momento hacia adelante? ¡Nunca! ¿Por qué no? Porque un compromiso como ese se sostiene solo por un corto período de tiempo, hoy está y mañana ya no. Como dice el dicho popular: «Lo que fácil aparece, fácil desaparece». Debo decir que no he tenido grandes experiencias con esa clase de «judíos instantáneos». La forma correcta y más exitosa de conseguir nuestros objetivos como judíos es mediante un acercamiento lento pero continuo. Gradual, pero constante. Tan pronto como uno se acostumbra a una mitzvah, es tiempo de comenzar con otra, y así sucesivamente. Luego, a través del crecimiento continuo, de forma lenta pero segura, nos convertimos en personas más sabias, comprometidas, realizadas y felices respecto de nuestra fe.

Cuando mi padre estaba en la yeshivá, una vez, su maestro le preguntó: «Si dos personas están paradas en la misma escalera, una en la parte superior y otra en la base, ¿quién está más arriba?». Toda la clase creyó que esta era una pregunta un tanto tonta; hasta que el maestro, que era muy sabio, les explicó que ninguno de ellos tenía la capacidad para juzgar quién estaba más arriba o más abajo hasta que pudieran decir fehacientemente en qué dirección se estaban moviendo cada una de las personas.

Si la persona que está en la parte superior está bajando, pero la persona que está en la base está subiendo, entonces, conceptualmente, esta última está más alto que la primera.

Por lo tanto, no importa realmente cuál sea el punto de partida o dónde nos encontremos en la escalera de la vida religiosa. Siempre que nos estemos moviendo en la dirección correcta y siempre que estemos ascendiendo, si Di-s quiere, tendremos éxito en escalar hacia las alturas celestiales.

Solo me queda desearles que tengan un viaje seguro y exitoso. (www.es.chabad.org)

 
Comentarios
olga naka suarez de Cisneros

Ermoza parasha!! Shalom!

olga naka suarez de Cisneros

Ermoza parasha! Shalom!

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