Jánuca tiene una particularidad que la distingue del resto de las festividades de Israel: ninguna otra fiesta en el calendario hebreo es celebrada en dos meses diferentes.
Los primeros días de Janucá se festejan en mes de Kislev, mientras que los últimos coinciden con los primeros días del mes de Tevet.
¿Qué puede enseñarnos ésto?
En el calendario hebreo, Rosh Jodesh – inicio del mes – representa la idea de renovación. De hecho, éso es lo que ocurre con la luna. Hacia el final del mes va decreciendo hasta desaparecer por completo, y luego vuelve a renacer y a crecer progresivamente hasta recuperar su forma.
Jánuca es una festividad que encierra un mensaje similar.
En arameo existe la expresión «Mibira Amikta Leigra Rama» (desde el fondo del pozo a lo alto del techo). En días de Jánuca una negra sombra se cernía sobre el pueblo hebreo. A punto estuvo de desaparecer como tal, olvidar la Torá y perder su identidad asimilándose a otra nación.
Sin embargo, con la ayuda de Dios y el coraje de los Jashmonaim, se encendió un destello de esperanza y finalmente se logró recuperar la soberanía nacional y reinagurar el Templo de Jerusalén profanado por las huestes de Antíoco Epifanes.
El Talmud, en el Tratado de Shabat, contiene las leyes del encendido de las velas de Janucá. Dicho precepto, establecido por nuestros Sabios de Bendita Memoria, está regulado por una amplia gama de dictámenes.
En el Talmud se menciona cuántas velas se deben encender, en qué horario de debe practicar el ritual, en dónde debe colocarse cada una, etc.
Entre dichas leyes se enseña – en nombre de Rabí Tanjum – que la vela de Janucá no puede colocarse por encima de los veinte codos de altura – aproximadamente diez metros.
Inmediatamente después – en nombre del mismo Rabí Tanjum -, el Talmud trae un midrash sobre Yosef, cuya narrativa en la Torá comienza a leerse en Parashat Vaieshev y continúa en Parashat Miketz que se lee en la semana de Jánuca.
Pregunta Rabí Tanjum: ¿Por qué respecto del pozo al que fue arrojado Yosef se dice: «Y el pozo estaba vacío, no tenía agua» (Bereshit; 37-24). Si estaba vacío, obviamente no tenía agua…
Rabí Tanjum explica que la aclaración es necesaria, dado que el pozo no tenía agua, pero sí tenía serpientes y escorpiones.
¿Qué relación tiene la vela de Jánuca con el pozo de Yosef? ¿Por qué razón el Talmud trae en nombre de Rabí Tanjum dos comentarios tan disímiles?
Podríamos justificar dicho detalle argumentando que el texto talmúdico no es lineal. Muchas veces, la Guemará se desarrolla de manera asociativa, y dos o más comentarios bien pueden estar vinculados por el nombre del Rabino disertante, Rabí Tanjum en este caso.
Sin embargo, prefiero hacer un comentario diferente. La vida de Yosef se desarrolló de manera similar a la historia de Jánuca: comenzó en el fondo del pozo y terminó en lo alto del techo.
De esclavo a virrey de Egipto.
De la fosa al palacio del faraón.
De la angustia a la esperanza.
El hecho de que la festividad de Jánuca esté dividida en dos meses diferentes sugiere una idea similar.
Y posiblemente este mensaje de esperanza pueda ser trasladado a cada uno de los ámbitos de nuestra vida, tanto en lo colectivo como en lo personal: detrás de las nubes más grises y atemorizantes, siempre se esconde el sol en todo su esplendor.
Y aun cuando la luna desaparezca por unos instantes, siempre volverá a renacer.
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