Estamos inmersos en plena celebración de Janucá. Si nuestra cultura se basara sólo en Hollywood, muchos deberían pensar que es la fiesta más importante del calendario hebreo. Por el contrario, para un judío criado en el hemisferio sur, Janucá es un descubrimiento tardío. Una de las razones es que cae en diciembre, cuando los cursos escolares (incluidos los de las escuelas judías) ya han acabado. Casualidad o no, el verano del hemisferio norte (entre Shavuot y Rosh Hashaná) apenas incluye el ayuno de Tishá beAv entre los días a recordar. De modo que, al menos en los tiempos prehistóricos en que fui educado, el tema de Janucá se veía de prisa y corriendo las últimas semanas de estudio, eclipsado por los preparativos de la fiesta de fin de curso. A lo más que nos acercábamos era a disfrazarnos de Macabeos y a comer latkes en casa de los abuelos.
Porque hay que ser sinceros: muchos de nosotros conocimos las sufganiot de mayores (en Israel) y nos ha costado lo nuestro pasar de la pasta frita de patata rallada y salada, a esa especie de donut sin agujero y relleno de dulce, lo que nos lleva a plantearnos el verdadero alcance de lo que llamamos “tradición”. ¿Cuántas generaciones hace falta que pasen para que algo se convierta en una receta tradicional? En el campo de la música sefardí, por ejemplo, hay mucha gente que considera a la canción de Janucá “Ocho kandelikas” como tradicional (algunos incluso piensan que tiene la edad de la expulsión de los judíos de España) cuando en realidad es una creación tan moderna que su compositora (Flory Jagoda) aún está viva.
Volviendo al terreno gastronómico-etnológico, por ahí he leído que “los judíos de España celebran la Janucácomiendo churros”, y la verdad no me extraña ya que, como en el caso de los latkes ashkenazíes y las sufganiotisraelíes, el principio es que sean unos hidratos de carbono fritos. Claro que, por esa misma regla, los estadounidenses podrían llegar a postular al pop-corn (palomitas, en España) como comida tradicional deJanucá (perdón, Hanukkah). La pregunta entonces es: ¿y dónde dice que en Janucá hay que comer fritos? ¿El aceite de la ensalada no vale como alegoría del milagro del candelabro en el Templo? ¿Sólo valen metáforas culinarias basadas en aceites vegetales o podemos incluir las grasas animales? ¿Podríamos postular a un “asadito” argentino (con carne kosher) a la categoría de comida tradicional de Janucá?
Y una última cuestión. ¿No será que nuestra verdadera “tradición” es extraer de cada día señalado de nuestro calendario una adaptación a la buena mesa? Ejemplos abundan: celebramos la frugalidad de nuestros alimentos en el desierto después de salir de Egipto con unas comilonas sólo equiparables a las cenas de Navidad cristianas: eso sí, sin pan (con matzá). Y damos inicio al nuevo año atiborrándonos en compañía; sin olvidar los lácteos en Shavuot o los dulces en Purim. Ojo: no nos pasa sólo a nosotros. Por ejemplo, muchas de las tradiciones más populares de España son también inventos recientes y documentados, desde la fiesta de la “tomatina” a tomar las uvas al compás de las campanadas en Nochevieja.
Cada colectivo humano crea constantemente nuevas “tradiciones”, como la de mandarles estas líneas cada viernes para desearles shabat shalom. Y en esta ocasión, también, jag sameaj.
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Las Fiestas de las «Luminarias» ponen de manifiesto justamente la Luz, aquella que emana del Eterno, simbolizada por aquella otra que alumbra la januquilla que colocamos por espacio de 8 dias, junto a puertas y ventanas, para que la tal irradie hacia el exterior …
Luz alimentada antaño (en tiempo de los Macabbim) por el preciado aceite, del que ahora nos valemos para confeccionar, toda esa deliciosa reposteria, que degustamos en estas fechas, con caracter festivo y familiar
El elemento luminoso compartido tambien por la cristiandad, en fechas Navideñas, que el calendario hace habitualmente coincidir con Januká, representativas en este caso del Nacimiento del Jesus, asociandolo con el solsticio de invierno, (nacimiento del sol) desde un plano estrictamente astral , ya que su significado teológico y espiritual, es bien distinto …
Que ésa luz a la que aludo, lo sea tambien interior, en cada uno de nosotros, y nos ayude a discernir en lo mas profundo de nuesta álma, el propósito Santo, con que El Eterno nos llamó a caminar ante ÉL
«Amen»
!!!Jag Janucá Sameaj para todos !!!