Nos sentamos a escribir estas líneas minutos después de terminar de ver en el canal 2 de la televisión israelí la película documental “En el frente, ante el Estado Islámico”, del valiente periodista Itay Engel, que arriesgando su vida pasó dos semanas en Siria e Irak. Para comprender la dimensión del riesgo que corrió este periodista israelí,
basta con saber que James Folley, uno de los periodistas norteamericanos degollados recientemente por esos jihadistas, se cruzó con Engel en su viaje anterior a Siria hace dos años…estaba a un metro y medio de distancia de él..pero tuvo la terrible mala suerte de ser secuestrado y de morir de modo terrible y sin duda muy
prematuramente tiempo después.
Itay Engel, afortunadamente, volvió sano y salvo a su país.
Y el motivo de esta nota es compartir parte de su impactante testimonio…en el que lo que más cuenta es lo que él muestra, las imágenes y declaraciones que trae, directamente de boca de los islamistas fanáticos que aparecen en pantalla.
Mientras Engel acompaña a la guerrilla kurda en entrenamientos, combates, preparativos para la guerra y momentos de tranquilidad, uno de los acontecimientos más importantes es la captura por parte de los kurdos, de varios islamistas a los que toman prisioneros.
Lo primero que impacta es que al verlos sin los conocidos uniformes negros, sin las máscaras , con las manos atadas y no llevando la bandera negra del “Estado Islámico”, desaparece su aspecto temible y disuasivo. Parecen jóvenes atemorizados, comunes y corrientes, vestidos con jeans y remeras, en general con chinelas a sus pies, que hablan en forma pausada y no les sale fuego por la boca.
No mencionamos este punto para humanizarlos en el sentido de darles legitimidad ninguna por cierto, sino para recordar que no son monstruos de película los protagonistas de los horrores que el mundo ha visto en el último año, sino personas , comunes mortales que andan entre nosotros…pero que son capaces de lo peor.
Esos “temibles” combatientes se quitan los uniformes cuando ven que se acercan guerrilleros kurdos, quedan “de civil” y se mezclan entre la población para confundir, más que nada por temor a que entre los luchadores del otro lado haya mujeres kurdas, conocidas por su arrojo.
Según confirman los propios detenidos, según su fe, si mueren en combate, en “jihad” (guerra santa), van al paraíso y allí los esperan 72 vírgenes. Pero si mueren a manos de una mujer, no hay ni paraíso ni vírgenes en el horizonte.
Y están, por cierto, sus declaraciones…terribles por su contenido y por la tranquilidad con que las formulan..Cuentan sobre los hombres que ellos mismos mataron…a balazos en el piso o degollados. Sobre el cuchillo de carniceros “no demasiado afilado” que usaron para ir cortándoles la cabeza “a fin de que sufran más”…De la identidad de
las víctimas: todos los “infieles”, cualesquiera, cristianos, pero también musulmanes que no son como ellos, periodistas…y claro que “si viera un judío o israelí , la única opción sería matarlo”.
Cuentan sobre el curso de “sharía” (ley religiosa islámica) que pasan, lo que aprenden allí sobre cómo matar y por qué…Aseguran que a veces mataban bajo efecto de drogas pero otras no..Y que de todos modos, sentían felicidad cuando estaban matando.
Y me pregunto….¿alguien hará algo al respecto o es demasiado políticamente incorrecto exigirlo?
Cada día me convenzo más de que el islam, no es una religión de amor como dicen sus defensores. Al contrario, islam significa sumisión, pero no a dios sino a los designios del tirano de turno, seguir a ciegas lo que dicen los imanes, los clérigos musulmanes. Muerte, atraso, destrucción, traición y maltrato a la mujer; realmente eso es el islam. Lo vemos a diario. Si Israel no existiera como Estado, estuvieran los musulmanes matándose entre ellos, porque el odio y la violencia son la esencia de ese fanatismo…