Esto debería conducir a Israel a adoptar, parafraseando a Henry Kissinger, una política precautoria, tomar la iniciativa en lugar de esperar a ser atacado.
La diplomacia israelí se enfrenta a un desafío: por un lado, tiene que proyectar una imagen de Israel como un país poderoso; por el otro, tiene que proyectar una imagen de Israel como un país vulnerable. Encontrar el justo equilibrio entre ambos es tal vez el desafío más difícil que enfrenta la diplomacia israelí.
Israel tiene que transmitir una imagen de poder para disuadir y una imagen de vulnerabilidad para convencer. Israel es tanto potente como vulnerable; transmitir una imagen de este tipo a un público internacional, frecuentemente impresionado por imágenes fuera de contexto, es una tarea especialmente abrumadora.
Israel es poderoso no sólo militarmente, sino también tecnológica, científica y económicamente. Además, todo el mundo cree que Israel posee capacidad nuclear, aunque nunca se ha confirmado. Israel también es vulnerable.
Rodeado de enemigos que llaman a su destrucción, Israel es un diminuto estado sin fronteras defendibles, ciertamente no en el período anterior a la Guerra de los Seis Días, y casi no puede permitirse ningún margen de error. El refrán del primer Primero Ministro de Israel que los árabes pueden darse el lujo de perder tantas guerras como quieran, mientras que Israel no puede permitirse el lujo de perder ni una sola, refleja esta realidad geopolítica. La declaración de David Ben-Gurion explica la tendencia de Israel a adoptar una política de seguridad nacional proactiva. Parafraseando a Henry Kissinger, la batalla crucial de Israel es la primera, no la última.
Esto debería conducir a Israel a adoptar, una vez más parafraseando a Kissinger, una política precautoria, a tomar la iniciativa en lugar de esperar a ser atacado.
Sin embargo, hacer eso le ha creado a Israel serios problemas de relaciones diplomáticas y públicas. Para demostrar que es vulnerable, Israel tiene que esperar a ser atacado. Este es el dilema de un país en la situación geopolítica de Israel: no poder tener casi ningún margen de error, diplomáticamente Israel debe esperar a pesar de que militarmente no debe hacerlo; e incluso cuando espera y reacciona después, corre el riesgo de ser considerado agresivo, involucrado en actos de represalia «desproporcionados».
Por consiguiente, la diplomacia israelí debe explicar la vulnerabilidad de Israel después de actos de represalia que, supuestamente, retratan un país lejos de ser vulnerable.
Israel disfrutó de un amplio apoyo internacional cuando fue percibido como vulnerable. Es así que, antes de la Guerra de los Seis Días, el diminuto Israel fue visto como un país vulnerable combatiendo contra todo el mundo árabe empeñado en su destrucción.
Incluso bajo un gobierno de derecha, encabezado por el aparentemente militarista Yitzhak Shamir, Israel disfrutó de un considerable apoyo internacional durante la primera guerra del Golfo en 1991, cuando era atacado con misiles Scud desde Irak. Por supuesto, Israel no tomó represalias, lo que ayudó a este respecto. Además, Israel era visto como parte de la coalición anti-iraquí, aunque no lo era oficialmente, así que era más fácil identificarse con la difícil situación de Israel.
Las dos últimas guerras contra Hamas y otros grupos armados en Gaza resaltaron el desafío que enfrenta la diplomacia israelí. Debido a su vulnerabilidad, Israel ha creado el sistema antimisiles Cúpula de Hierro que, junto con una de las mejores organizaciones de defensa civil en el mundo, pudo salvar muchas vidas y evitar mucha destrucción.
Así, mientras se mostraban imágenes de destrucción desde la Franja de Gaza, Israel sólo podía empeñarse en situaciones hipotéticas «qué pasaría si». ¿Qué habría sucedido si Israel no hubiera tenido el sistema Cúpula de Hierro? ¿Cuántos ciudadanos muertos y heridos habría habido? ¿Cuánta destrucción de la infraestructura se le habría infligido a Israel como resultado de los misiles dirigidos a centros civiles de Israel? Transmitir la vulnerabilidad de Israel se convierte en un ejercicio intelectual que requiere un salto imaginativo que es totalmente innecesario en el caso de imágenes claras de destrucción fuera de contexto, sin ninguna explicación (lo que no quiere decir que esas imágenes no reflejan verdadero sufrimiento de la población local en el otro lado).
Israel es un país poderoso precisamente porque es vulnerable. Si Israel no fuera vulnerable no necesitaría ser poderoso. La vulnerabilidad de Israel resulta también más difícil de explicar porque el desafío inmediato de seguridad que enfrenta proviene de actores no estatales percibidos como más débiles que Israel. La imagen de los débiles que buscan libertad, por más distorsionada que pudiera estar en ocasiones, puede neutralizar fácilmente el efecto de una explicación coherente de la parte percibida como más fuerte. Emplear un discurso lógico sobre la propia vulnerabilidad es menos eficaz que presentar una imagen simple de vulnerabilidad. Después de todo… ¿Quién es más vulnerable, el que sostiene un cuchillo, porta una bomba o, incluso, lanza un misil de corto alcance, o el que empuña las armas más sofisticadas que conoce la humanidad? Sin lugar a dudas, si Israel sólo se enfrentara a este desafío de seguridad, la posición estratégica de Israel sería mucho mejor de lo que realmente es. Sin embargo, Israel tiene que enfrentarse a otros enemigos, y enemigos potenciales, que buscan su destrucción, como Irán, Hezbollah, los grupos afiliados a Al-Qaida, el Estado islámico y otros.
Golda Meir, la ex primera ministra de Israel dijo una vez: «Prefiero estar viva y ser impopular que muerta y popular».
El desafío que enfrenta la diplomacia israelí es menos duro que eso pero, no obstante, es difícil de superar.
■ El escritor tiene un doctorado en Historia Moderna de la Universidad de Oxford (St. Antony’s College) y una maestría en relaciones internacionales de la Universidad de Cambridge (St. Edmund’s). Ha sido publicado en EE.UU., Gran Bretaña, Argentina, Uruguay e Israel. Es profesor en el Programa de Diplomacia en la Universidad de Tel Aviv.
http://www.jpost.com/Opinion/The-challenge-of-Israeli-diplomacy-386400
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusión: Porisrael.org
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