Muchos creían que la Operación Margen Protector le presentaría a Israel una oportunidad de fortalecer sus vínculos con el bloque sunita monárquico de la región, que, al igual que Jerusalén, no sólo está interesado en contener a Irán, sino también busca debilitar los poderes regionales (actores estatales y no estatales) afiliados con el Islam radical. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que estos intereses compartidos no comenzaron hoy; están anclados en acontecimientos diplomáticos históricos.
Con el lanzamiento de la Iniciativa Fahd en 1982, Arabia Saudita abandonó, al menos públicamente, su política que, hasta entonces, había rechazado el derecho de Israel a existir.
Después de la Conferencia de Madrid (1991), las relaciones entre las dos partes se fortalecieron un poco y juntos establecieron cinco grupos de trabajo para abordar diversas cuestiones regionales – agua, medio ambiente, economía, refugiados y control de armas.
La así llamada Iniciativa Abdullah, que después de la Cumbre de Beirut en 2002 se convirtió en la Iniciativa de Paz Árabe, fue un paso más allá y le prometió a Israel «relaciones normales» con el mundo árabe y musulmán, sujeto a una retirada israelí a las líneas del 4 de junio de 1967, y una resolución del problema de los refugiados palestinos de conformidad con la Resolución 194 de la ONU.
Israel no usó la iniciativa como una base para el diálogo con el mundo árabe. Mientras que algunos funcionarios de alto rango israelíes – en particular el ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman – han expresado, de hecho, algún apoyo a una amplia solución regional en el espíritu de la Iniciativa Árabe, el Primer Ministro Benjamin Netanyahu, recientemente, la rechazó públicamente.
Dejando a un lado la Iniciativa Abdullah, los sauditas, también, han permanecido en gran medida pasivos y mostrando poco interés en promover la idea de un acuerdo de paz regional. Ésto puede ser una evidencia de que la iniciativa fue diseñada desde el principio para fingir un cambio en la imagen negativa del reino después de los ataques terroristas en Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001.
No obstante, Omán y Qatar, ya fuera para favorecerse ante los ojos de los estadounidenses o para enojar a los sauditas, establecieron relaciones oficiales, aunque parciales, con Israel. Israel abrió misiones en ambos países, pero la segunda intifada y la Operación Plomo Fundido llevaron a su cierre.
Empresas israelíes prestan ayuda militar a países del Golfo
Los estados árabes del Golfo se han negado, en los últimos años, a adoptar abiertamente «medidas de confianza» hacia Israel como parte de un esfuerzo para suscitar apoyo regional al proceso de paz entre Israel y los palestinos. Sin embargo, documentos publicados en el sitio WikiLeaks hablan de un «diálogo secreto y persistente» sobre la cuestión iraní.
Se informó, además, que empresas israelíes están ayudando a los estados del Golfo sobre consultoría de seguridad, entrenamiento de fuerzas militares locales y venta de armas, sistemas sofisticados y tecnologías.
Al mismo tiempo, funcionarios de alto rango de ambas partes están llevando a cabo reuniones dentro y fuera de la región.
Los informes también indican que Israel ha suavizado su política de exportación de armas a los estados del Golfo, así como sus intentos de que Estados Unidos restrinja las ventas de armas avanzadas a los países del Golfo, en parte como una señal de que ve un potencial de asociación más que una posible amenaza. Además, Israel está disfrutando de una cierta cantidad de acceso a mercados del Golfo, siempre y cuando los productos no tengan etiquetas israelíes.
Arabia Saudita y los estados del Golfo reconocen el poder militar de Israel, así como su estrecha relación con Estados Unidos (y su influencia en el Congreso), y valoran el mantenimiento de un cierto nivel de coordinación con Jerusalén. Sin embargo, las «relaciones normales» (frase preferida de los sauditas) no son posibles, afirman estos países, mientras no haya un avance significativo en el proceso político con los palestinos.
Convergencia de intereses en el tema de Irán
Desde la perspectiva de los países del Golfo, el costo de relaciones abiertas con Israel, en este momento, puede ser mayor que el beneficio. Actualmente se están beneficiando del hecho de que las encubiertas y no oficiales relaciones les están permitiendo disfrutar de las ventajas de los lazos con Israel sin tener que pagar un precio en la opinión pública árabe. Por lo tanto, cualquier intento de dar a conocer las relaciones, en cambio, podría terminar socavándolas.
Sólo un verdadero progreso en el proceso de paz entre Israel y los palestinos puede expandir el terreno común y exigir a los estados del Golfo respaldar el acuerdo completo – desde un punto de vista político, religioso y económico.
El Emir de Qatar Tamim bin Hamad Al Thani y el Rey Saudita Abdullah (Foto: Reuters)
Además, el hecho de que Irán es percibido como una amenaza común, no necesariamente hace que sea más fácil la cooperación entre los estados del Golfo e Israel. Intereses comunes no significan una visión compartida del entorno estratégico.
Así, por ejemplo, los estados del Golfo pueden realmente tener la esperanza de un ataque israelí contra infraestructuras nucleares de Irán, pero tienen reservas sobre aparecer cooperando con Israel, no sea que sean obligados a pagar el precio de un ataque israelí.
Además, un futuro acuerdo entre las potencias mundiales e Irán sobre la cuestión nuclear, y su temor por tal acuerdo, podría conducir a los estados del Golfo, por falta de una mejor opción, a acercarse a Irán de una manera mesurada y ser más francos sobre las actividades nucleares de Israel – según la expresión: «Si Irán sí, entonces ¿por qué no Israel?»
A pesar de lo anterior, no se debe subestimar la importancia de las relaciones, sobre todo porque éstas son relaciones entre estados que no se reconocen oficialmente entre sí. El diálogo entre las partes ayuda a mantener la estabilidad regional y ciertamente no puede hacer ningún daño a la promoción de un acuerdo político.
Arabia Saudita: la Iniciativa de Paz Árabe todavía está ‘sobre la mesa’
Además, los sauditas han estado señalando recientemente que la Iniciativa de Paz Árabe sigue estando «sobre la mesa», que es una base para negociaciones y no un dictado, y que se puede ajustar para adaptarlo a la cambiante realidad regional.
Junto con estas declaraciones positivas, funcionarios sauditas de alto nivel ya no rehúyen completamente reunirse públicamente con funcionarios israelíes; y recientemente hemos sido testigos de una reunión entre el ex jefe de la inteligencia saudita, Príncipe Turki Al Faisal y el Mayor General (ret.) Amos Yadlin, jefe del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, con su servidor asistiendo también, durante una parte del tiempo.
Después de la Operación Margen Protector, los estados del Golfo parecían estar tratando nuevamente, al menos en un nivel declarativo, de revivir la Iniciativa de Paz Árabe y presentársela a Israel como la mejor solución para el conflicto.
«La buena noticia», escribió Mamoun Fandy en el diario Asharq Al-Awsat, de propiedad saudita panárabe, «es que si Israel quiere lograr mucho con los árabes, ahora es el momento de hacerlo».
Según Fandy, «Los países árabes están en su peor situación política en años; y debido a las convulsiones políticas internas que están experimentando, ahora están dispuestos a firmar un amplio acuerdo con Israel.»
Algunos pueden argumentar que el actual estado de debilidad de los países árabes es motivo para que Israel se abstenga de hacer cualquier acuerdo con ellos en este momento, porque los socios en tales acuerdos tendrían dificultades para mantenerlos. Sin embargo, entre una amplia solución política regional y ninguna cooperación en absoluto, hay un amplio margen en el que trabajar, e Israel puede tomar ventaja de ésto.
Yoel Guzansky es investigador senior en el Instituto de la Universidad de Tel Aviv para Estudios de Seguridad Nacional.
http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4608195,00.html
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
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