Aziz Abu Sarah pasó mucho de su más joven adultez, esforzándose en mirar otros lados del conflicto árabe-israelí. Como hombre desconsolado, cuyo hermano mayor murió luego de un año de prisión en una cárcel israelí, su propio trayecto – desde ser un joven que arrojaba piedras y organizador de Fatah, a trabajador en la resolución del conflicto y organizador de tours alternativos- la suya fue una transformación tan drástica, difícil de encontrar en el Medio Oriente.
“Si se va a lugares donde no se acuerda con lo que está diciendo, te fuerza a ver otros lados”, dijo el activista por la paz escritor Abu Sarah, hablando – el mes pasado- en la conferencia Limmud UK Jewish en la Universidad Warwick. “Eso no significa que estés de acuerdo”.
Abu Sarah fue uno de los pocos palestinos – en un mar de judíos, en su mayoría británicos, unos 2500 en total- , que, a fines de diciembre, pasaban cinco días examinando temas contemporáneos relativos con el mundo judío.
Siendo el menor de una familia musulmana de siete hijos de Betania, al este de Jerusalén, en las laderas del Monte de los Olivos; Abu Sarah la recuerda una pequeña ciudad, donde no había demasiado para hacer. Su padre tenía un negocio de productos de importación-exportación a los países árabes vecinos, construyó la familia en una casa rodeada de árboles frutales y flores. “Fue un lugar vacío”, dijo Abu Sarah. “Había montones de familias, ningún servicio ni nada con qué jugar”.
No habló hebreo ni conoció a ningún judío- israelí durante sus primeros 18 años de vida. Abu Sarah comenzó su presentación en Limmud con una foto, en tono sepia, de sí mismo en el prescolar, parado con su hermano mayor, Tayseer. Tayseer fue – para él- un segundo padre , ayudándolo a negociar las peleas en el patio de la escuela y la dinámica de clases. Pero, cuando Abu Sarah tenía 9 años, su hermano fue apresado por el ejercito israelí por arrojar piedras. Fue herido y murió, a los 19 años, luego de un largo periodo de prisión.
No se habló de represalias ni de actuar contra el ejercito de defensa de Israel. “MI padre no nos permitía, en absoluto, hablar de política en casa. Estaba prohibido”, dijo Abu Sarah.
Pero, por entonces, ya estaba en las calles, arrojando piedras a los autos israelíes. “Uno no comprende la totalidad. Llevó años comprender qué diablos pasaba”, dijo en una conversación entre las sesiones en Limmud. “Cuando comencé a tirar piedras, fue porque estábamos aburridos. No había nada para hacer”. De hecho, su primera piedra fue, por accidente, arrojada hacia el auto de un vecino.
“Lo vi por televisión. Fue dos semanas después que comenzara la intifada (1987) y fuimos a la calle más cercana y tiramos piedras a los autos”, dijo. “Nos llevó tiempo darnos cuenta de que no se tiran piedras a los vecinos. Pero fue más por aburrimiento que por ira”.
Abu Sarah, diligente estudiante de la escuela primaria islámica, buscaba los resquicios. Un día encontré que, rezar un día en el Monte del Templo era igual a 500 oraciones. Eso lo atrajo a orar una vez por mes en el sitio sagrado. Luego, en los 1990, uno de sus vecinos, amigo cercano de Tayseer, murió durante algunos incidentes y Abu Sarah comenzó a entender el contexto más amplio del conflicto, del que formaba parte. En esa época, estaba enojado, amargado y en camino de convertirse en un activista de Fatah, organización oficial de la Autoridad Palestina. En la secundaria, se convirtió en organizador de Fatah, escribiendo y publicando contenidos para el ala joven de la organización. Junto a sus colegas podían reunir a miles de estudiantes para una manifestación. Como ex estudiante “A”, Abu Sarah vio que sus notas decaían como resultado de su actividad política, pero no sabia como cuidarlas. No comentó con sus padres su joven militancia, sabiendo que lo desaprobarían con toda seguridad.
“Cuando lo pienso ahora, el poder que tenía a los 16, 17 18, me da miedo”, dijo.
Abu Sarah estaba a cargo de escribir panfletos políticos para su distribución, tarea que consideraba “super peligrosa” dado que podía llevarlo a prisión por seis meses. Cuando sus padres descubrieron su labor política, su padre dejó en claro las posibles consecuencias si era capturado por el ejército de Israel. “Mi padre decía: no a la violencia. No confíen en nadie”, recordaba Abu Sarah. “Mi padre no confía en nadie. Tenia la seguridad que, siempre, había alguien escuchándolo. Las personas, de la edad de mi padre, son más precavidas. Alguien puede estar disparando fuera de su casa y dirá: ´Todo está bien´.
Cuando Abu Sarah se graduó del secundario podía haber ido a trabajar para Fatah en la AP, en un empleo de tipo “callejón sin salida”. Pero no lo hizo. En su lugar, decidió estudiar hebreo. Se anotó en un ulpan (curso de lengua hebrea) de Jerusalén, donde había más judíos de los que alguna vez había conocido nunca. La experiencia le cambió la vida.
“La primera semana fue mala. Me sentía fuera de lugar”, dijo. “Pero tuve los profesores más sorprendentes y uno fue más allá de lo increíble. Era de izquierda. Hizo declaraciones que fueron, para mi, conmovedoras como que Arafat es como Ben Gurion. Esa docente permitía cosas que, pienso, otros no hubiesen hecho.
Como resultado del ulpan, Abu Sarah terminó pasando mucho – de sus tempranos años de juventud- forzándose a mirar hacia otros costados de la situación que había creado en su realidad propia. Visitó Yad Vashem para aprender sobre el Holocausto (“Pensé que no me dejarían entrar”) y asistí al Christian Bible College (“que era experto mesiánico”) a fin de comprender diferentes perspectivas sobre el conflicto israelí y palestino. Para la época de la segunda intifada, comenzada en 2000, Abu Sarah ya tenia una real amistad con judíos.
“En algún punto, etiquetar las cosas no me seducía”, dijo. “Algunos de mis mejores amigos eran judíos. Otros, cristianos y no me importa”.
Al comenzar el curso de su primera compañía de turismo, Abu Sarah se reunió con Rabbi Marc Gopin de George Mason University y se asociaron en la labor de “resolución del conflicto”. Ahora es director ejecutivo de George Mason University´s Center for World Religions, Diplomacy and Conflict Resolution.
Abu Sarah coordina los esfuerzos grupales en países islámicos, incluyendo Afganistán y Siria. Trabaja desde su casa, en Virgina dividiendo su tiempo entre Israel y EEUU y dice que el proyecto le ofreció una perspectiva nueva sobre la situación israelí.
“Cuando uno ve otros conflictos, ve que el propio no es el peor”, dijo. “Eso me dio esperanza”.
Él, Gopin y otro socio, Scott Cooper, rehicieron la compañía de turismo existente de Abu Sarah y la convirtieron en MEJDI Tours. Su objetivo es crear encuentros alternativos, para turistas que vienen de Israel, ofreciendo a grupos cristianos o musulmanes la oportunidad de conocer judíos; se pueden reunir en una cena de Shabat, o conocer al Alcalde de Efrat, asentamiento judío en la Margen Occidental. Un grupo judío podría terminar visitando un campo de refugiados palestinos o conocer a un grupo de artistas árabes.
La compañía además está asociada con National Geographic Expeditions, la única empresa de turismo que lo hace en Israel. “Es redefinir el turismo”, dijo Abu Sarah. “No se trata solo de los lugares sino de usar la cultura como puente, entenderla y permitir que tenga un impacto. Si uno lo obtiene eso, no tiene sentido viajar”.
Al acercarse la conferencia Limmud a su fin, Abu Sarah estaba listo para dirigirse de regreso a Israel, al hogar actual de sus padres, en Jerusalén. Sus progenitores se mudaron cuando Abu Sarah tenía 16 y tratando de obtener un documento de identidad israelí, que no estaba disponible para los palestinos que vivían fuera de Jerusalén.
Finalizamos nuestra conversación en un vestíbulo, justo antes que Abu Sarah comenzara una conferencia programada acerca de Siria y el grupo terrorista del Estado Islámico. Me contó sobre su episodio de cáncer de tiroides (2010), cuando fue tratado por médicos palestinos y judíos en el Hospital Hadassah. Eso le recordó que la gente puede dejar de mirar las otras identidades cuando es irrelevante a la cuestión en juego. “Así es como es para la mayoría de las personas”, dijo. “Y así es como podemos superar esta enemistad”.
Muy bonito, decir y creer que Ben Gurion era igual que el sobrino del Mufti de Jerusalem, nazi y asesino, egipcio y fundador de los hermanos musulmanes, ladron donde los haya, es mas que ser de izquierdas, es ser imbecil. Que le «regalo» los oidos al joven, perfecto pero la realidad no la cambia la opinion de un imbecil.