El suegro de Moshe, Itró, oye sobre los grandes milagros que Di-s hizo por el pueblo de Israel, y viene desde Midián hasta el campamento Israelita, trayendo consigo la mujer de Moshe y sus dos hijos. Itró aconseja a Moshe nombrar una jerarquía de magistrados y jueces para ayudarlo en la tarea de gobernar y administrar justicia a la gente.
Los Hijos de Israel acampan frente al Monte Sinaí, donde son informados que Di-s los ha elegido como su “nación de sacerdotes” y “nación santa”. Las personas responden proclamando “Todo los que Di-s dijo, lo haremos”.
En el sexto día del tercer mes (Siván), siete semanas luego del Éxodo, toda la nación de Israel se reúne al pie del Monte Sinaí. Di-s desciende sobre la montaña en medio de truenos, rayos, humo y los sonidos del shofar, y manda a Moshe ascender.
Di-s proclama los Diez Mandamientos, mandando al pueblo de Israel a creer en Di-s, no adorar ídolos o mencionar el nombre de Di-s en vano, observar el Shabat, honrar padre y madre, no matar, no cometer adulterio, no robar, no dar falso testimonio ni desear la propiedad del prójimo. La gente dice a Moshe que la revelación es demasiado fuerte para soportarla, rogándole que reciba la Torá de Di-s y luego la transmita a ellos.
TORA = LIBERTAD
“Yo soy Di-s, tu Di-s, que te sacó de la tierra de Egipto”. Así comienzan los Diez Mandamientos. ¿No habría sido más lógico que comenzaran diciendo que Di-s es el Creador de los cielos y la Tierra?
Hay dos respuestas para esta pregunta.
Por un lado, la liberación de Egipto era algo que todos los presentes habían, no sólo presenciado, sino también vivenciado. Era un hecho cercano, que había ocurrido tan sólo cincuenta días atrás.
Por el otro lado, en hebreo Egipto se dice Mitzraim, de la misma raíz que meitzarim, limitaciones, estrecheces. Al decirnos Di-s que Él es Quien nos sacó de Mitzraim, nos está diciendo también que, a través del estudio y el cumplimiento de Su Torá nos veremos libres de las limitaciones y estrecheces (meitzarim) de la vida cotidiana, tanto a nivel físico como a nivel espiritual.
EL ARTE DE ESCUCHAR
Uno de los rasgos más llamativos de la parashá de esta semana es la yuxtaposición de los consejos de Itró a Moshé con la entrega de la Torá. Rav Tzadok HaKohén nos da, en nombre de su rabino, una interesante lección a partir de este hecho.
Él comienza analizando la sección en la que Itró le aconseja a Moshé que modifique el sistema judicial y Moshé acepta dicho consejo. Esto no pareciera ser un hecho especialmente destacable, pero si reflexionamos en ello podremos notar que la reacción de Moshé ante el consejo de Itró nos muestra una gran característica de Moshé.
Puede que Itró haya sido un hombre muy sabio pero, con seguridad, estaba muy por debajo del nivel de su yerno; además, no había tenido ninguna exposición a la sabiduría de la Torá. Moshé podría perfectamente haber escuchado el consejo y luego haberlo rechazado con delicadeza, sin considerar realmente su aplicación. Sin embargo, Moshé escuchó atentamente el consejo, lo analizó profundamente y finalmente decidió aplicarlo.
El rabino de Rav Tzadok dice que Moshé nos enseña que una persona debería escuchar incluso las palabras de una persona ordinaria y que ese es uno de los aspectos del concepto de ‘aprender de todas las personas’. Luego explica la yuxtaposición con la entrega de la Torá diciendo que esta lección es la introducción a aquel evento trascendental, ya que aprender de todas las personas es parte esencial del estudio de Torá.
Ahora, uno podría argumentar que si bien la capacidad para escuchar a los demás puede ser beneficiosa para el estudio de Torá, no es tan importante como para ser la lección introductoria de la entrega de la misma.
Rav Eliyahu Lopián responde esta pregunta: «Hay personas que estudian todo el tiempo y que se esfuerzan en Torá, pero que no tienen la capacidad para escuchar a otros y conectarse con sus amigos a través del estudio de Torá. Son personas que están absolutamente enfrascadas en sí mismas y en sus dálet amot (‘cuatro amot’). Estas personas no sólo son severamente castigadas, sino que tampoco tienen éxito en el estudio».
Él continúa explicando la razón por la cual la incapacidad para escuchar dificulta tanto el estudio. «Las personas tienen una tendencia natural hacia favorecerse a sí mismas y a estar cegadas ante todo lo que vaya en contra de su opinión. Si alguien no puede escuchar lo que dicen los demás, entonces jamás podrá clarificar nada con precisión».
La incapacidad innata para oír perspectivas que contradicen a la propia puede llegar a evitar que un estudiante escuche adecuadamente incluso a quienes saben más que él, ya que hay una tendencia particular en él a discutir todo lo que dicen; en consecuencia, el estudiante nunca puede entender bien y absorber lo que su superior está diciendo.
En contraste, la capacidad para escuchar de corazón y comprender lo que los demás dicen es una de las claves para la grandeza. El Alter de Novardok expresó este punto cuando alabó la grandeza de Rav Jaim Ozer Grodzensky. «Su genialidad y sabiduría son inmensas y tienen tanta amplitud y profundidad porque cuando era joven siempre estaba en presencia de grandes rabinos. Nunca les dijo acepten mi opinión, sino que se convirtió en un recipiente que escuchaba y absorbía todas las opiniones y explicaciones de los grandes hombres que se encontraban en el lugar.
Incorporó a su ser toda la sabiduría que escuchó, y su mente se purificó y elevó a partir de la grandeza de muchas generaciones que grabó en su mente”. Vemos de las palabras del Alter de Novardok que la clave para la grandeza de Rav Jaim Ozer fue su voluntad para asimilar todo lo que escuchaba.
A pesar de que prestarle atención a nuestros rabinos es un desafío, prestarle atención a nuestros pares es aún más difícil. A menudo, cuando escuchamos que una cierta persona está a punto de expresar una idea, cerramos nuestra mente y pensamos en lo que diremos a continuación. Además de ser una falta de respeto, esa actitud obstaculiza gravemente nuestra capacidad para crecer.
La capacidad para aceptar la opinión de alguien —en particular cuando contradice la propia—, es una cualidad muy poco común. Más difícil aún que escuchar a nuestros pares es escuchar a quienes están en un nivel inferior al propio. Un erudito estaba molesto por la Mishná de Ética de nuestros padres que dice que un hombre sabio es quien puede aprender de todo hombre, no sólo de los grandiosos. Por tanto, le preguntó a un distinguido rabino, argumentando que seguramente no había nada para aprender de las personas que están en un nivel de estudio muy inferior al propio.
El rabino le respondió que él le había enseñado Mishná Brurá a principiantes que habían estudiado Torá sólo durante un año, y dijo que ellos habían analizado las leyes desde ángulos que él nunca había visto antes, lo cual lo hizo repensar seriamente muchos fundamentos que había llegado a considerar sagrados.
Aprendemos de la parashá de esta semana que escuchar a otros es una de las bases de la sabiduría. Espero que todos obtengamos la capacidad para escuchar honestamente lo que nuestro maestro, amigo o estudiante está diciendo y que eso nos ayude a aprender y entender la Torá. (www.aishlatino.com)
EN MEMORIA DE JASIA BAT REUBEN HACOHEN KOLL Z´´L
EN MEMORIA DE IOSEF BEN ABRAHAM HALEVI PEREZ Z´´L
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