El pueblo de Israel es llamado a contribuir con quince materiales – oro, plata y cobre; lana teñida de color azul, púrpura y rojo; lino, pelo de cabra, pieles de animales, madera, aceite de oliva, especias y piedras preciosas – con los cuales, Di-s le dice a Moshe: “Harán para Mí un santuario, y Yo voy a morar entre ellos”.
En la cima del Monte Sinai, Moshe recibe las instrucciones detalladas sobre cómo construir esta morada para Di-s, de manera que pueda ser fácilmente desmantelada, transportada y rearmada durante los diferentes viajes del pueblo por el desierto.
En el cuarto más interno del Santuario, tras una cortina bordada artísticamente, estaba el Arca conteniendo las Tablas del Testimonio grabadas con los Diez Mandamientos; en la tapa del Arca había dos querubím (ángeles) tallados en oro puro. En el cuarto exterior se encontraba la Menorá de siete velas y la Mesa sobre la cual se acomodaba el “pan de la proposición”.
Las tres paredes del Santuario estaban formadas por 48 planchas de madera paradas, cada una de las cuales estaba recubierta en oro y sostenida por un par de bloques de plata. El techo estaba formado por tres capas de coberturas: (a) tapetes de lana y lino multicolores; (b) una cobertura hecha de pelo de cabra; (c) una cobertura de pieles de carnero y tajash. En el frente del Santuario había una cortina bordada sostenida por cinco postes.
Una serie de cortinas de lino soportadas por 60 postes de madera con ganchos de plata rodeaban el Santuario y el Altar de cobre que se encontraba a su frente. Las cortinas estaban reforzadas por estacas de cobre.
VOY A MORAR ENTRE ELLOS
Al ordenar la construcción del Santuario Di-s no dice: “Voy a morar en él”, sino: “Voy a morar entre ellos”. Es que en realidad Di-s no nos ordena que construyamos para Él una morada física, sino que hagamos de nosotros mismos una morada digna para Él.
UN MES DE ALEGRÍA
Por Naftali Silberberg
Ese mes fue cambiado de pena a alegría (Ester 9:22)
Cuando el mes de Adar entra, aumentamos la alegría (Talmud Taanit 26 b)
Hay muchas fechas alegres en el calendario judío, pero aparte de Purim, ninguna de ellas afecta a todo el mes, haciendo que sea auspicioso y alegre. ¿Cuál es la conexión intrínseca entre Purim y Adar? Quizás una comprensión de la naturaleza única de Purim nos permite comprender por qué su alegría se extiende a lo largo de todo el mes de Adar.
Haman quiso tomar ventaja de los judíos cuando ellos estaban en su punto más bajo. Tras casi un milenio de libertad e independencia, y constante confianza en milagros, ahora habían sido desterrados de su tierra, indefensos y aparentemente a merced de las leyes de la naturaleza. Esta era una experiencia completamente nueva para la nación judía. Su nivel espiritual también estaba significativamente afectado. El Templo de Jerusalén, donde se manifestaba la presencia de Di-s, un símbolo de la relación especial que tenía con Su pueblo elegido yacía en ruinas. En cuanto a las posibilidades de su reconstrucción —hasta los gentiles sabían de la profecía de Jeremías de que tras setenta años de exilio Di-s haría retornar a los judíos a su tierra y reconstruir el Templo. Setenta años habían pasado (o así pensaban todos, debido a cálculos erróneos) y la esperada redención no llegaba.
«Nunca ha habido un mejor momento» pensó Haman. «Seguramente el Pueblo Elegido perdió su elevada condición. Ahora es el momento perfecto para implementar la Solución Final». Sin embargo Haman todavía no estaba satisfecho. Necesitaba una señal más que indicara la vulnerabilidad de los judíos. La lotería tendría la última palabra. Y realmente la lotería le dio la señal exacta que esperaba ansiosamente. La lotería designó a Adar para que fuera el mes en que su nefasto plan fuera puesto en marcha.
El Talmud nos dice que Haman estaba exultante por esta señal favorable «Mi lotería cayó en el mes en que murió Moisés» exclamó. La desaparición de Moisés la «cabeza» de la nación judía, ¡seguramente era una metáfora para la desaparición de toda la nación! Haman exitosamente ubicó con exactitud el momento en que los judíos estaban en su punto más bajo —históricamente como también de acuerdo al calendario —para implementar su plan… Pero su plan no tuvo éxito. ¿Por qué? La historia de nuestra nación es comparada a la vida del hombre. Durante el transcurso de la vida toda persona sufre drásticos cambios, la fluctuación es el más consistente rasgo de la vida.
El indefenso recién nacido no tiene virtualmente nada en común con la personalidad independiente, talentosa que emergerá más adelante. La adultez también tiene ascensos y descensos, días felices y días deprimentes, días satisfactorios y días aparentemente desperdiciados. Sin embargo hay una constante, la verdadera identidad y esencia de la persona. Juan Perez sigue siendo Juan Perez desde el día que nace hasta el día que muere.
Lo mismo es cierto con nuestra nación. Tenemos ascensos y descensos, tanto espirituales como materiales, pero nuestra verdadera identidad, el hecho de que somos la nación elegida de Di-s, nunca es afectada. Realmente se puede argüir que, en cierto sentido, nuestra perpetua relación con Di-s es más evidente cuando estamos exiliados y oprimidos debido a nuestros pecados, y aun entonces Di-s interfiere por nosotros, como fue demostrado por el milagro de Purim: este fenómeno demuestra la durabilidad de nuestra relación; la habilidad de nuestra identidad esencial para sobrevivir sin que importe nuestro estado externo.
Todas las otras festividades celebran las «alturas» de nuestra nación. Y por lo tanto su alegría es limitada, porque las alturas no duran. Purim celebra un tiempo en que estábamos en un punto bajo en nuestra historia —pero nuestra relación con Di-s permaneció intacta. Por lo tanto su alegría es más grande que la alegría de cualquier otra festividad, porque demuestra la naturaleza esencial de nuestra relación con Di-s —y esa es una constante. El mes de Adar, el mes al que Haman comprendió como el mes más nefasto para los judíos, es el mes más alegre del año —el mes en que tenemos en mente que «nefasto» no tiene absolutamente nada que ver en nuestra relación con Di-s. (www.es.chabad.org)
BUENAS INTENCIONES
La parashá Trumá comienza con la instrucción de Dios de “tomar una donación” para el Tabernáculo. Esta indicación sueña extraña. ¿La Torá no nos debería haber ordenado “dar una donación”?
A modo de explicación podemos decir que “dar” (por la razón correcta y a un receptor adecuado) es también una forma de “tomar”. El dinero que poseemos es temporal, pero nuestros buenos actos son eternos. Un regalo va para nuestro propio crédito. Y como una persona sabia dijo cierta vez: “Todo lo que realmente poseo es lo que he donado”.
Y a decir verdad, uno de los placeres más grandes de la vida es dar. La cualidad primordial de Dios es la de ser un dador, entonces el emular a Dios (por medio de dar a los demás) es una de las expresiones espirituales más elevadas que existen.
Esta parashá nos dice que la clave de una ofrenda adecuada es que debe ser hecha con el corazón. El Midrash comenta que Betzalel, el arquitecto del Tabernáculo, tenía la capacidad de discernir cuáles eran las intenciones de aquellos que donaban. De este modo, él determinaba de qué forma cada donación sería utilizada en el Tabernáculo. Por ejemplo, los obsequios de individuos con intenciones puras, eran utilizados para el Arca Sagrada; mientras que los obsequios de las personas que donaban a regañadientes eran destinados para las clavijas que sostenían las paredes del Tabernáculo.
Incluso hoy en día, cuando donamos a una sinagoga, no sabemos cómo será utilizado nuestro dinero. Pero si lo hacemos con buenas intenciones, podemos estar seguros de que será utilizado del mejor modo posible.
(www.aishlatino.com)
Muy clara la enseñanza.