Comentando el Salmo 2:7 que menciona el ha-iom u hoy como el momento exacto, el instante preciso del ´´engendramiento místico´´, Rabí Jonás de Chipre observó que en la palabra âtáh, es decir ahora, y cuando se la compara con la segunda persona del verbo, el atáh divino, el majestuoso Tú, suscita el milagroso parpadeo mediante el cual el discípulo ve mutar lo finito por lo infinito, lo discontinuo por lo continuo ( el ojo o ain por la energía ilimitada de la alef ), en un vaivén constante que, de hecho, está ocurriendo permanentemente ya que lo instantáneo aquí es eterno allí y, al revés, lo instantáneo allí-como el relámpago iluminador-es eterno aquí.
Pareciera, prosigue Jonás de Chipre *, como si el sí-mismo- o hit ( tih ) no variara nunca, fuera siempre el mismo, en tanto que el ojo humano comienza a verlo todo desde la luz a la vez que ésta se aposenta en el iris como una joya indescriptible. Esta experiencia, que los kabalistas denominan el hallazgo supremo, aquello que conduce a la palabra jiúj ( cuyo valor es 44 ), la sonrisa, y tiene el mismo valor que dam, la sangre, posee además un valor añadido, por cuanto siendo la guematria o valencia numérica de âtáh, ahora ( 475 ), el equivalente de la expresión hebrea histobeb , girar, darse vuelta, y también volverse, nada describe mejor la conmoción, la sutil implosión que experimenta el estudiante que realiza que ese giro de casi ciento ochenta grados mediante el cual todo movimiento cesa para que el mundo se abra bajo nuestros pies como la flor que en realidad es, en la plenitud de su sentido y la indestructible belleza de su duración.
Lo de dentro está fuera y lo de fuera dentro. En lo que respecta a los primeros ciento ochenta grados la cabeza puede girarlos con facilidad, ora a la izquierda ora a la derecha, pero para completar con los otros ciento ochenta que no puede rotar los trescientos sesenta del círculo, tiene, la cabeza, que hacer girar todo el cuerpo: si mirábamos hacia occidente hay que mirar hacia oriente, se veíamos el ocaso hay que contemplar la aurora. Ese sí mismo o hit presente tanto en ahora, âtáh, como en el Tú mayestático, atáh, nos inclina a comparar el valor simbólico del ojo, ain con el de la letra ,alef, hasta percibir la diferencia numérica en el 69 para así descubrir, en la inversión especular, que basta un simple giro para coordinar el presente con el hálito de la eternidad. Tiene, pues, razón. el maestro Jonás: darse vuelta es darse cuenta.
El citado Salmo 2:7 decía y dice: ´´Hijo mío, yo a ti te creé ( di nacimiento ) hoy.´´ Nuestros padres, se sabe, son el ayer, nuestros hijos una proyección hacia el mañana, pero el Creador está en ese ahora eterno del que hablan todos los grandes místicos. Entre nuestros ojos y su luz.
*Jonas of Cyprus: Instant Delight, Famagusta Press, 1978.
Así es! Isaías 61:1-4.