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| lunes diciembre 23, 2024

¿En que se diferenciaría Herzog de Bibi?


Falta poco para las elecciones al Parlamento israelí. Y hay pocas dudas que la Casa Blanca espera que los votantes israelíes rechacen la candidatura del Primer Ministro Netanyahu a su tercer mandato consecutivo, y reza por ello. Obama está valiéndose del plan del premier israelí de hablar ante el Congreso sobre las sanciones contra Irán pocas semanas antes de la votación; el primer ministro alega su deber de informar al mundo acerca de la equivocada política seguida por la Administración estadounidense. Con todo ello, las tensiones entre ambos Gobiernos están al rojo vivo. Si bien el impacto que tendría el discurso de Netanyahu en los votantes israelíes es pura especulación, éste sigue llevando ventaja de cara a la victoria. Pero ¿Qué es lo que cambiaría realmente si Obama ve cumplidos sus deseos y es el laborista Isaac Herzog quien, tras un previsiblemente prolongado periodo de negociaciones, emerge como próximo primer ministro israelí? La respuesta es que, aunque sin duda la atmósfera entre Washington y Jerusalén mejoraría mucho, las discusiones entre ambos Gobiernos no cambiarían demasiado en lo sustancial. Y, pese a lo que suponen los numerosos críticos de Netanyahu, con Herzog Israel tampoco estaría más cerca de la paz de lo que lo está con el actual mandatario.

De hacer caso a Herzog y a su nueva compañera, Tzipi Livni, que fusionó su difunto partido, Hatnua, con los laboristas para formar lo que denominan la Unión Sionista, las diferencias serían significativas. Herzog ha mencionado su compromiso con el proceso de paz. Es probable que promoviera que se reanudaran las conversaciones patrocinadas por el secretario de Estado John Kerry, que se vinieron abajo el año pasado después de que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, firmara un pacto de unidad con Hamás.

Pero los términos que está dispuesto a ofrecerle al rais ¿Serían distintos de los que los palestinos ya han rechazado en otras ocasiones?

Herzog ha estado vacilando respecto a la cuestión de una Jerusalén dividida. Pese a que ahora dice que desea que la ciudad siga unida, en el pasado respaldó los planes de la Iniciativa de Ginebra para dividirla. Toda su palabrería contrasta enormemente con el rotundo rechazo de Netanyahu a la partición de la capital israelí. Pero, en la práctica, puede que Herzog siguiera viéndose atrapado en disputas con la Administración Obama acerca de Jerusalén. Ello se debe a que Obama considera que los barrios judíos de cuarenta años de antigüedad, construidos en partes de la ciudad que fueron ocupadas ilegalmente por Jordania entre 1949 y 1967, no se diferencian mucho de la mayoría de campamentos en las colinas de la Margen Occidental donde están viviendo judíos. Para la Administración estadounidense, ambos son asentamientos y obstáculos para la paz. Cualquier Gobierno Herzog-Livni sería una coalición con partidos de centro, entre ellos relativos partidarios de la línea dura, como Avigdor Lieberman, y no aliados situados a la izquierda del laborismo ni partidos árabes. No es concebible que un Gobierno así accediera, como es seguro que exigiría el presidente, a paralizar las construcciones en Jerusalén.

Herzog también está profundamente comprometido con una solución de dos Estados, algo que a Obama le suena a gloria, y que sería el cebo con el que Kerry trataría de atraer a Abbas de vuelta a la mesa de negociaciones en el caso que ganaran los laboristas. Pero aquí, de nuevo, la dura realidad se interpondría en las fantasías del presidente estadounidense de que un cambio de primer ministro sería una garantía de paz.

Abbas ya ha rechazado un acuerdo de división en dos Estados en el que se contemplaba un Estado palestino en Gaza y en casi toda la Margen Occidental además de compartir Jerusalén; se lo ofreció Ehud Olmert en 2008. Rechazó incluso negociar seriamente con Netanyahu, aunque el premier acepto la idea de los dos Estados en 2009. Livni lo sabe, porque ella ha sido la negociadora principal de Netanyahu con los palestinos durante los últimos dos años, y se ha quejado públicamente de que Abbas no mostraba interés alguno en llegar a un acuerdo.

¿Acaso va a dejar de ser así simplemente porque Netanyahu no esté al mando? Teóricamente, es posible, pero dado que la dinámica de la política palestina sigue como siempre, es difícil ver cómo van a poder cambiar las cosas. Con Gaza aún en manos de Hamás, y con Abbas temiendo unas elecciones en la Margen Occidental en las que pueda salir derrotado (está en el décimo de sus cuatro años de mandato), resulta muy improbable. Tras años evitando verse en la tesitura de cometer un suicidio político firmando la paz, el rais no tiene incentivo alguno para cambiar ahora. Mientras él y su pueblo no estén dispuestos a reconocer la legitimidad de un Estado judío independientemente de dónde se sitúen sus fronteras, no importará que sea el Likud, el Partido Laborista o cualquier otro partido sionista el que gobierne en Israel: el resultado será el mismo.

También cabría esperar un cambio en el tono de las discusiones sobre Irán si Bibi no gana. Pero Obama se equivocaría al creer que Herzog iba a estar más feliz que Netanyahu con un acuerdo que permitiera al régimen islamista alcanzar el umbral nuclear. Pese a todas las críticas que ha recibido el actual primer ministro por parte de muchos responsables de las fuerzas de seguridad, siempre ha habido un consenso entre las principales figuras israelíes en lo seria que es la amenaza nuclear iraní. Herzog, con sus suaves modales, puede que exprese su desacuerdo con Obama de forma más mesurada, pero la brecha entre ambos países respecto lo deseable de un acuerdo con Irán no va a desaparecer con un Gobierno dirigido por los laboristas. Eso mismo se puede aplicar a las iniciativas iraníes en Siria, Yemen, el Líbano e incluso Gaza.

Quienes ansían una derrota de Netanyahu no deberían hacerse muchas ilusiones. Las últimas encuestas muestran que el Likud sigue superando a los laboristas. Además, aunque el Partido Laborista llegara a empatar con el del actual premier, o a superarlo por poco, a Herzog no le iba a resultar fácil formar un nuevo Gobierno. Aunque podría llegar a lograr una mayoría de 61 escaños, sería una muy precaria, que implicaría descartar a sus aliados del Meretz y a los partidos árabes y llegar a acuerdos con partidos de centro, los cuales son socios más naturales del Likud. Para que eso pudiera llegar a considerarse posible, el partido de Herzog, que acaba de despedir a su director de campaña (algo que siempre es mala señal estando tan cerca las elecciones), tendría que derrotar holgadamente al Likud de Netanyahu, algo que en estos momentos no parece especialmente probable.

Pero incluso si, de algún modo, logra ganar, el cambio será de personalidades, no en lo sustancial del proceso de paz. Mientras los árabes sigan ejerciendo el veto al respecto, realmente no importara quién sea primer ministro de Israel. Ni Netanyahu ni Herzog firmaran la paz con los palestinos, y no hay nada que Obama pueda hacer al respecto.

© elmed.io – Commentary

Jonathan S. Tobin, editor jefe online de la revista Commentary.

 
 
Comentarios
David Waintraub

Yo pienso que ya Netaniahu estuvo demasiado tiempo en el poder, y el poder corrompe. Pero cual es la alternativa a Netaniahu?
No pienso que Hertzog sea peligroso para el futuro y la seguridad de Israel, pero a su «socia» que ya destruyo varios partidos, y en su afan de protagonismo sin limites fundo otros que tambien cayeron, no le confiaria absolutamente nada. Otro peligro en un gobierno del Laborismo es que se asociaria con Meretz, que aunque tiene una pequenia representacion es la extrema izquierda de Israel con sus consecuencias a la vista. Obama en su politica «Chamberlain» esta coqueteando con el Estado que mas apoya al terrorismo islamista y para apaciguarlo le permitiria ser una potencia nuclear. Ya ha historia nos ensenia que resultados tiene una politica tipo «Chamberlain», pero pareceria que el morocho ni se entera, o como yo sospecho desde ya hace mucho, su politica es dejar al final de su mandato a los EEUU en un estado lamentable. Si la administracion Carter fue un desastre para USA, esta, de Obama sera finalmente muchisimo peor, para USA y sus aliados. Asi que no veo muchas opciones para votar en Israel, como no hay ninguna biena, me quedaria con la menos mala.
confiaria absolutamente nada

A diferencia probablemente de lo que sucederiá con Herzog, la reeleccion de Netanyahu, garantizaria a Israel la continuidad de una politica emanada de la Kneset y no del despacho oval de la Casa Blanca, lo cual no es poco, considerando el actual momento internacional, y las veleidades que caracterizan al actual presidente norteamericano, en materia de politica exterior … tan es asi, que antes de introducir el vóto en la úrna, bueno seriá preguntarse a quien incomodaria mas, considerando lo anteriormente señalado …
Netanyahu maneja un lenguaje prosaico, própio de un hombre de Estado sobre el que pesa la responsabilidad de gobernar en tiempos particularmente convulsos, le conocemos, y eso constituye de por si una ventaja, frente al discurso posibilista e impreciso que maneja su opositor al cargo,respecto a cuestiones trascendentales …
Honestamente no creo que pueda existir lugar a dudas en la actual conyuntura, y ante los graves desafios que es llamado a encarar Israel de manera apremiante, y probablemente desasistido de toda ayuda externa …
De ser cierto el dicho, segun el cual no conviene «hacer mundanza» en tiempos revueltos (lo cual considero juicioso) Bibi es llamado a renovar su mandato al frente del ejecutivo, tanto por lo conseguido hasta ahora, como la incertidumbre que sobre Israel se cerniriá de vérse relevado de él, debido a las dudas que genera la coalicion Herzog-Livni en buena parte del electorado …

Creo que la mayoria de los que vote a Hertzog en lugar de votar a Bibi lo hará pensando en política interior (microeconomía, el bolsillo cotidiano) por encima del pensamiento de cómo enfrentar a los palestinos. La política salarial y la política de viviendas de Netanyahu han sido ruinosas para la clase media baja de Israel que está completamente descascarada según parámetros intenacionales. Creo que los que voten a Bibi, en cambio, quieren que siga todo como está, como si fuera una foto, en materia internacional (no resolviendo nada pero sosteniendo una paz endeble) y que en política económica interna (porque tienen su propia situación resuelta o por la razón que sea) les importa poco o nada la caída del salario y el derrumbe del salario respecto a la vivienda en todo el país y no ya en Tel Aviv y alrededores. No veo la propuesta de paz de Hertzog como una propuesta sólida, si lo veo bien en materia económica. Conclusión: el voto va a ser muy difícil para el elector independiente y no lo va a dejar conforme con ninguna de las dos opciones.

En todas partes y a lo largo de toda la historia, los problemas económicos siempre existieron y seguirán existiendo. Véase Europa ahora, por ejemplo, o el propio Estados Unidos. ¿Qé se puede esperar en un país pequeño, rodeado de enemigos, que debe dedicar enormes recursos a la defensa y, por si esto fuera poco, que tiene que integrar todos los años a miles de inmigrantes que continuamente vienen de todos los países del mundo? Cito por una vez a Jesús de Nazareth: “Pobres habrá siempre”.
La amenaza a la existencia de Israel, ya sea por parte de Irán, de Hamás, de Hezbollah o del “amante de la paz” Abbas, son un peligro inmediato y que hay que enfrentar ahora mismo y de una manera decidida. Sólo un candidato en Israel tiene las ideas claras y, si se me permite decirlo, los cojones necesarios. Se llama Netanyahu.
Marcelo B.

Interesante reflexion la que propone Ariel en su comentario, la cual hace estado de al menos dos «sensibilidades» (o prioridades) bien definidas por parte del electorado convocado proximamente a las urnas …
el problema que yo atisbo en el dilema aqui planteado, es el de disociar una hipotetica politica económica, de un contexto internacional preciso, y nada favorable en principio a los intereses de Israel …

La Historia nos debe enseñar, y nosotros aprender. ¿Quién puede dudar que los gobiernos filo-izquierdistas hunden la economía de un país? El caso de Venezuela es pavoroso: Un país con unos ingresos fantásticos por el petróleo, sumido en una crisis irreversible y con mucha de su población hambrienta. ¿Y Cuba? Después de miles de toneladas de papel y de cientos de miles de discursos contra el Capitalismo. Ahora entendió, un poco tarde, que la economía de mercado en imbatible y exitosa. España fue llevada al borde de la ruina por los socialistas, y ha costado sangre y lágrimas recuperar el país. Hay muchos casos más pero yo hablo de lo que conozco de cerca. Israel país de gente inteligente no se debilitará frente al enemigo, eligiendo mal. Y además a Obama le queda cada día menos y el GOP le sucederá. JEV

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