http://es.danielpipes.org/15569/guerra-siria-demografia
Original en Inglés: Syria’s Civil War Could Stabilize Its Region
Los cambios demográficos producto de los cuatro años de larga guerra civil siria han alterado profundamente el aspecto de Siria y de sus tres vecinos arabeparlantes: Irak, el Líbano, y Jordania. (Turquía e Israel también se han visto afectados, pero no tanto). Irónicamente, en medio de la tragedia y el horror, cada uno de los cuatro países se están estabilizando progresivamente un poco, a medida que las poblaciones se adaptan a los brutales rigores del nacionalismo moderno. Eso se debe a que las hostilidades han empujado a las poblaciones a abandonar sus estatus de minoría étnica en favor de la mayoría étnica, alentando a los similares a convivir entre sí.
Pero antes de pasar revista a cada uno de los países, cierto contexto:
En primer lugar, junto a los Balcanes, Oriente Próximo alberga el maridaje más complejo y étnica, religiosa, lingüística y nacionalmente abierto del mundo. Es un lugar en donde las alianzas transfronterizas complican enormemente la política local. Si los Balcanes detonaron la Primera Guerra Mundial, Oriente Medio bien podría prender la Tercera.
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En segundo lugar, las tensiones étnicas entre las dos denominaciones musulmanas principales, los chiíes y los sunníes, prácticamente habían desaparecido antes de la llegada al poder del ayatolá Jomeini en 1979. Agitadas por la ofensiva de Teherán, desde entonces han vuelto a inflamarse.
En tercero, las potencias imperialistas europeas prácticamente pasaron por alto la identidad de las poblaciones afincadas en Oriente Próximo al establecer la mayoría de las fronteras de la región. En lugar de eso, se puso el acento en los ríos, los puertos y los demás recursos que afectaban a sus intereses económicos. La presente ensalada de países definidos de manera algo aleatoria (Jordania por ejemplo) es el resultado.
Por último, los kurdos fueron hace un siglo los principales perdedores; carentes de intelectuales que defendieran sus intereses, acabaron repartidos entre cuatro países distintos y perseguidos en cada uno de ellos. En la actualidad se organizan con vistas a la autodeterminación.
Volviendo a Siria y a sus vecinos árabes (y según la obra del corresponsal israelí Pinhas Inbari «Levantamientos demográficos: cómo remodela la región la guerra de Siria«):
Siria e Irak han sufrido paraderos enormemente parecidos. Tras la caída de monstruosos dictadores en 2000 y 2003, cada uno se ha ido descomponiendo en las tres mismas unidades étnicas – árabes suníes, árabes chiíes y kurdos. Teherán domina los dos regímenes de orientación chií, al tiempo que varios países de mayoría suní (Turquía, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar) respaldan a los rebeldes sunníes. Los kurdos se han apartado de los conflictos civiles árabes para levantar sus propias regiones autónomas. Dictaduras otrora ambiciosas apenas logran sostener políticas exteriores funcionales. Asimismo, la frontera centenaria que separa Siria de Irak prácticamente se ha borrado.
Siria: La parte de Siria todavía gobernada por Bashar al-Assad se está volviendo progresivamente más chií. Se calcula que la mitad de la población siria de 22 millones de habitantes previa al conflicto se ha visto desplazada de sus hogares; de ellos, los 3 millones de refugiados, sunníes en su mayor parte, que abandonaron el país no tienen muchas posibilidades de volver, a causa tanto de la presente guerra civil como de la revocación de su ciudadanía por parte del régimen Assad. El régimen parece haber retirado intencionadamente su control sobre la zona próxima a la frontera con Jordania con el fin de instar a los sunníes a huir de Siria. En otra trama encaminada a elevar la población chií, las informaciones apuntan a que se habría acogido y reasentado a unos 500.000 chiíes iraquíes, concediendo la ciudadanía siria a algunos.
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Irak: La guerra civil siria brindó al Estado Islámico (o Estado Islámico de Irak y Siria, ISIS/ Estado Islámico de Irak y el Levante, ISIL) la oportunidad de entrar en Irak, incautándose de municipios como Faluya o Mosul, dando lugar a un éxodo de los no sunníes (chiíes y yazidíes sobre todo) y reformando Irak según criterios étnicos. Teniendo en cuenta el mestizaje de la población nacional, en la zona de Bagdad sobre todo, harán falta años – quizá décadas – para que las partes se asienten. Pero el proceso parece inexorable.
El Líbano: Los sunníes se vuelven progresivamente más numerosos, combatiendo la influencia iraní. Los millones de refugiados sunníes nuevos procedentes de Siria constituyen hoy el 20 por ciento de la población del país, viniendo a duplicar las filas de la minoría suní. Asimismo, Hezbolá, la organización chií mayoritaria en el Líbano, descuida sus propias filas y pierde influencia a nivel nacional al combatir en nombre del régimen Assad en Siria.
Jordania: El reciente influjo de refugiados sirios se produce tras una oleada previa de un millón de refugiados iraquíes, aproximadamente. Combinados, los dos grupos han contraído el porcentaje de palestinos afincados en Jordania al extremo de que los últimos probablemente han dejado de constituir la mayoría de la población del país, cambio importante de implicaciones políticas notables. Por un lado, se reduce la amenaza palestina a la monarquía hachemita; por otro, se socava el argumento que sostiene que Jordania es el estado palestino, defendido por ciertos israelíes.
En resumen, Irak y Siria sucumben gradualmente a sus regiones étnicas y religiosas, el Líbano se sunniza progresivamente y Jordania se despalestiniza. Por espantosa que salga la factura de la guerra civil siria en términos humanos, su impacto a largo plazo hace de Oriente Próximo un lugar potencialmente menos volátil, y menos propenso a desencadenar la Tercera Guerra Mundial.
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