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| lunes diciembre 23, 2024

Parasha Tazria-Metzora


La parashá Tazría continúa con la discusión de las leyes de Pureza e Impureza ritual.

Una mujer que da a luz debe pasar por un proceso de purificación, que incluye la inmersión en una mikve (una pileta de agua reunida naturalmente) y traer ofrendas al Templo. Todos los varones que nacen deben ser circuncidados en el octavo día de vida.

Tzaráat es un a plaga supernatural, que también puede afectar ropas. Si aparecen manchas blancas o rosas en la piel de una persona, rosas o verdosas en las ropas, un Cohen es llamado. Juzgando los diferentes signos, como un incremento en el tamaño del área afectada luego de una cuarentena de siete días, el Cohen pronuncia la mancha como impura o pura.

Una persona afligida con Tzaráat debe vivir sola fuera del campamento (o la ciudad) hasta curarse. El área afligida en una ropa debe ser removida y, si la Tzaráat reaparece, toda la ropa debe ser quemada.

La sección Metzorá comienza a describir el proceso a través del cual el metzorá recuperado es purificado por el Cohen con un procedimiento especial que incluye dos palomas, agua de un manantial, una vasija de barro, un pedazo de madera de cedro, una cinta de color púrpura y un ramo de mirto.

Una casa también puede ser afectada por la tzaráat a través de la aparición de manchas rojizas o verdosas en las paredes. En un proceso que dura como mucho diecinueve días, un Cohen determina si la casa puede ser purificada o debe ser demolida.

La emisión de una descarga seminal u otra en un hombre y la menstruación u otra descarga de sangre en una mujer indican un estado de impureza ritual que necesita de un proceso de purificación a través de la inmersión en una mikve – baño ritual

SU BOCA LO AISLA

No hay nada más dañino que el llevar y traer chismes. Es tan grave que nuestros Sabios lo comparan con el asesinato de tres personas: el chismoso, el que escucha los chismes y aquel de quien se habla. Y en la Torá se especifica el castigo celestial para el chismoso: Tzaarat (mal traducido como lepra). El afectado por este mal era aislado fuera de los tres campamentos en el desierto y fuera de la ciudad en la Tierra de Israel, y no solo eso, sino que estaba aislado de los que sufrían el mismo mal. El castigo era medida por medida: así como él quiso aislar a otros con sus dichos, él mismo era aislado hasta que se arrepentía sinceramente y pasaba por un proceso de purificación.
Hoy este castigo no se manifiesta, pero pensemos que tenemos que cuidar nuestra boca, pues ella puede provocar que seamos aislados.

“El relato jasídico ilumina y da calidez al hogar jasídico”.

¿ESPEJITO, ESPEJITO, QUIEN ES EL MÁS BONITO?
El Baal Shem Tov nos enseñó que la otra persona es como un espejo
Por Mordejai Wollenberg

En esta Perashá, se habla sobre las diferentes manchas físicas y condiciones que pueden afligir a la persona.
En el tratado talmúdico de Negaim, que se refiere sobre este tipo de manchas y condiciones, cita que “una persona ve todo tipo de manchas menos las de él mismo”.

Se cuenta que un prominente doctor conocido por su generosidad pero también propenso a la soberbia y jactancia.
Un día, mientras viajaba vio al rabino caminando. Se detuvo a ofrecerle llevarlo en su coche. Mientras viajaban, el doctor, como de costumbre, comenzó a hablarle sobre sus logros. “Usted sabe, Rabino, yo tengo muchos pacientes que no pueden pagar pero nunca los eché. Los trato exactamente igual que a mis pacientes más pudientes”.
“Yo también hago eso”, respondió el Rabino.

El doctor pensó que quizá el rabino se estaba refiriendo a los consejos espirituales que les daba a sus “pacientes” espirituales. “También”, continuó, “muchas veces los pacientes precisan comprar medicamentos muy costosos. Si no los pueden pagar, yo se los doy gratis”.

“Yo también hago eso”, se reincorporó el Rabino.

Quizá se refiera a que a veces él da a la gente ayuda material también, pensó el doctor.
“A veces las personas precisan días de cuidado luego de una operación. Se los doy voluntariamente, aunque yo tenga poco tiempo”.

“Yo también hago eso”.

Así siguió, el doctor continuaba prodigándose elogios, mientras que el Rabino contestaba cada vez, “Yo también hago eso”.

Eventualmente, el doctor no pudo contenerse más y le preguntó: “Rabino, no entiendo. Usted no es un doctor, ¿cómo puede hacer todas esas cosas?”

“No, me refería a que yo también lo hago, ¡Yo también hablo sobre mis buenas cualidades!”

El Baal Shem Tov, fundador del movimiento Jasídico, nos enseñó que la otra persona es como un espejo, si notamos fallas en los otros, es porque esas fallas existen en nosotros mismos. Esto no es un concepto tan extraño, es común en términos psicológicos hablar sobre una persona “proyectando” sus propias fallas en otro. Es beneficioso para nosotros darnos cuenta que cuando vemos una falla en otro es porque debemos trabajar en aquella misma falta que se encuentra dentro nuestro. Como el Talmud y la historia así lo ilustran, tendemos a no notar nuestros propios defectos, pero los encontramos en los otros.

Todo el mundo es un espejo diseñado en mostrarnos cómo debemos trabajar en nosotros mismos y en nuestras deficiencias. Una vez que nos damos cuenta de esto, y entendemos que las fallas que vemos en otra persona son una forma en la que la Divina Providencia nos muestra nuestras incorrecciones, nos es mucho más fácil ser más tolerantes y comprensivos con los otros. (www.es.chabad.org)

 
Comentarios

Gracias muy Bueno el comentario de la parasha, shalom

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