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| lunes diciembre 23, 2024

Con El Arzobispo Armenio Aris Shirvanian, En Jerusalem.

"Que Dios Bendiga A Uruguay. Siempre Tendremos Presente Su Postura".


Aris Shirvanian , a los  80 años («casi 81», aclara con una sonrisa), ha tenido una vida plena de experiencias, la enorme mayoría de ellas relacionadas a su identidad armenia, tanto en lo nacional como en lo religioso. Pero estas fechas logran volver a emocionarlo. Aunque desde joven, nos cuenta, nunca se perdió el homenaje anual a las víctimas del genocidio armenio por parte de Turquía, el centenario que se conmemora este 24 de abril, es algo especial.

Para él, no es sólo un capítulo lejano en la historia de su pueblo-que es claramente suyo aunque no nació en Armenia sino en Haifa, cuando la ciudad aún no era Israel y se hallaba dentro de la Palestina del Mandato Británico- sino la historia de su propia familia. De ambos lados hubo muertos..y milagros. Del lado materno, que provenían de Marash, y del paterno, que habían nacido en Yozgath (igual que la familia paterna de la Ministra Liliam Kechichian, cuyos abuelos también eran sobrevivientes del genocidio).

Sobre todo esto, y más, conversamos con él, con quien nació como Armenak Shirvanian, habiendo recibido el nombre de su abuelo paterno ejecutado en el ejército otomano, y pasó a ser Aris Shirvanian cuando se ordenó como sacerdote, algo que aprendimos estos días, ocurre siempre (el cambio de nombre), al iniciar la nueva etapa como hombre de Dios.

Hoy, es el Arzobispo Aris Shirvanian, encargado de Ecumenismo y Relaciones Internacionales en el Patriarcado Armenio en la Ciudad Vieja de Jerusalem.

Tras vivir en Haifa, Líbano, Jerusalem «en la época de la ocupación jordana»-nos dice, refiriéndose a los años 50-de haber cursado estudios superiores en Inglaterra y Francia y haber servido como párroco primero y obispo después, en congregaciones armenias en Estados Unidos, India, Suecia y Alemania, además de ser Decano del Seminario Armenio en Erevan, volvió a Jerusalem hace algo menos de 20 años.  

Nos recibe en su oficina en el Patriarcado armenio  y acepta a compartir sus recuerdos..y su dolor..Pero también su gratitud a Uruguay, por haber sido el primer país en reconocer el genocidio armenio.

Para usted, recordar el genocidio. ¿Es una historia personal, verdad?

Por supuesto, Recuerdo las historias sobre el genocidio cuando mi madre me las contaba, siendo yo un niño de 6 o 7 años. Ella me relataba  en forma muy vívida la tragedia que su familia y toda la nación armenia sufrió en el imperio otomano.

El abuelo de mi madre era un sacerdote casado, en Marash y ella me contaba sobre lo que le pasó a toda su familia.

¿Qué pasó del lado paterno?

La familia de mi padre era de otro lado, Yozghat..

Mi abuelo paterno y sus dos hermanos fueron reclutados al ejército otomano en 1915 y fueron ejecutados allí, sin que se les den armas siquiera. Los usaron para trabajos forzados y luego los mataron. Pero así pasó con grupos enteros de soldados armenios reclutados, no sólo con ellos.

Mi abuela quedó con mi papá y su hermana. Cuando hubo una masacre en su aldea, una familia turca de buen corazón los escondió en su casa y así se salvaron de morir. Más tarde fueron deportados a Alexandretta que en ese momento era parte de Siria y hoy está en Turquía..De allí llegaron a Beirut.

Mi abuela murió de cólera, o tifus, en el camino, o sea que mi padre y su hermana quedaron solos.

Del lado de mi madre, fueron deportados junto a su congregación, a Deir Azzur, en el desierto sirio, que se convirtió en cementerio de cientos de miles de armenios. Mi bisabuelo, o sea el abuelo de mi madre, el sacerdote, murió allí.

¿Y cómo lograron sobrevivir  sus hijos?

Después de su muerte , la familia, o sea tres hijas y dos hijos, que corrían el riesgo de ser asesinados, fueron salvados por un oficial del ejército otomano, que pidió a la hija más joven, o sea la tía de mi madre, que se case con él y así podría salvar a toda la familia. Si un miembro de la familia estaba casado con un turco, no podían matarlos. El era circasiano, musulmán. Pero la familia tenía que aceptar su propuesta, para poder salvarse. Así que mi tía abuela se casó con él.

El amaba a mi tía, que era una joven hermosa. Tuve la fortuna de encontrarme con ambos en 1959 y 1960, cuando me convertí en sacerdote, habiendo oído sobre ellos de mi madre.

Vivían en Aleppo en Siria y llegué allí desde Jordania, especialmente para verlos.

Eso habrá sido como ver un libro de historia que cobra vida..

Exactamente. Recuerdo que me impresionó mucho mi tía, que mantenía su fe cristiana. Había tenido con él dos hijas y dos varones, que ya eran grandecitos cuando los conocí. No se convirtieron oficialmente en cristianos, aunque fueron criados como tales, y al mismo tiempo eran musulmanes. Era una mezcla. Era un buen hombre, a pesar de ser circasiano y musulmán. Muy bueno. 

O sea que en medio de tanta tragedia, hubo también justos..Lo mismo pasó en el Holocausto judío..Y los llamamos «Los Justos del Mundo».

Así es. Ahora estamos descubriendo que hubo varios casos de gente justa que salvó armenios, tanto turcos como europeos o americanos. Ahora se están juntando los nombres para hacer un monumento en Erevan.

¿Qué significa hoy para usted el centenario del genocidio?

Habiendo oído de primera mano los testimonios de mis padres, tomé conciencia del genocidio de un millón y medio de armenios.

Desde entonces, todos los años participé en las conmemoraciones, dondequiera que estaba, sea en Haifa, Estados Unidos, Beirut, Jerusalem.   No me perdí ni un aniversario. El sentimiento ha crecido en mí en forma muy clara y estoy seguro que debe hacerse justicia con nuestro pueblo.

¿Cómo? ¿Cuáles son las exigencias?

Turquía debe reconocer la culpa del genocidio contra nuestro pueblo, que fue arrancado de raíz de su patria y fue expulsado al desierto de Deir Azzur o a los ríos Tigris y Éufrates, o al Mar Negro, donde los ahogaron…mujeres, niños…Si eso no es un genocidio ¿Qué es entonces un genocidio? 

¿Tiene o tuvo alguna vez deseo de venganza?

Ese sentimiento va cambiando con el tiempo. Cuando uno es más joven y tiene la sangre caliente, quiere matar al oponente, pero con el tiempo las ideas cambian y uno crece. No siento ahora deseo de venganza, pero sí quiero reparaciones, por la sangre derramada, por los tesoros religiosos y culturales que perdimos, por la pérdida de la tierra de nuestros antepasados, en la que no pudimos vivir, en Armenia occidental.

Así como el pueblo judío reivindica su ligazón con la tierra de Israel, nosotros reivindicamos la nuestra con la tierra de Armenia que perdimos.

Hay más de un millón de armenios  que fueron obligados a convertirse al Islam, como huérfanos. Y sus descendientes, aún están allí, armenios escondidos, que ahora  empiezan a salir y algunos vuelven a la iglesia cristiana y otros permanecen como musulmanes, pero sienten que son armenios.

Estamos conversando en Jerusalem…y de aquí ha salido repetidamente un llamado explícito al gobierno israelí a reconocer el genocidio armenio, precisamente por saber de qué se trata, debido al Holocausto judío que ya hemos mencionado..

Así es. Yo quisiera  ver que el gobierno de Israel reconoce oficialmente el genocidio armenio. Tenemos  el mismo destino, el pueblo judío  y el nuestro. El genocidio armenio sirvió de pretexto para la aniquilación de seis millones de judíos..

Claro, porque dijo «nadie recuerda hoy a los armenios»..

Exactamente. Me duele que Israel no haya reconocido oficialmente el genocidio, aún si sé que sólo una minoría de los países del mundo lo ha hecho.

Sé que ahora una delegación de la Knesset, el Parlamento israelí,  viajó a las conmemoraciones del 24 de abril en Armenia. Es una buena señal, pero no es aún un reconocimiento oficial. Es una medida intermedia.

¿No pierde la esperanza?

Claro que no perdemos esperanza, así como el pueblo judío  nunca perdió la esperanza de volver a la Tierra Santa, a la tierra Prometida.

Sabemos que es por razones políticas, económicas y otras, que  Israel no quiere ofender a Turquía..Miremos lo que hizo Turquía cuando el Papa dijo que el genocidio armenio fue el primero del siglo XX. Reaccionaron llamando de inmediatamente a su embajador ante el Vaticano. Pero en la diplomacia, luego de un tiempo todo vuelve a arreglarse.

Hasta ahora, solamente 24 países han reconocido el genocidio armenio, y yo quisiera destacar que Uruguay fue el primero en hacerlo. Ahora, en el centenario ¿Tiene usted un mensaje especial para que yo transmita a mi país?

Por supuesto. Nunca lo olvidaremos. Expresamos nuestra gratitud al pueblo de Uruguay y su gobierno, por reconocer el genocidio armenio, habiendo sido el primer país en hacerlo. Siempre tendremos presente su postura.  Les deseamos que Dios los bendiga.

 
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