Bueno. Ahora lo saben todos. Y finalmente hasta los incautos se dan cuenta de lo acertada que es aquella frase que “no todo lo que reluce es oro”. Algunos piensan que el Papa actual es distinto a los que le precedieron, que es un liberal, un demócrata, un hombre bonachón, amigo de los humildes. Uno que ha elegido prescindir del lujoso apartamento papal y vive en un hotel modesto, porque teme ser asesinado por los elementos más corruptos y extremistas de la curia. Uno que no ataca a los homosexuales. Uno que toma mate con un rabino. Pero, como sucede tantas veces, dándole tiempo al tiempo, hasta los más ingenuos parecen entender ahora que una cosa es ser un Papa mediático y sonriente, y muy otra, es ser distinto a los demás cuando se trata de representar a la institución que preside.
Una vez más ha quedado demostrado que en esa institución, el Vaticano, no ha cambiado nada. Corruptos hasta la médula y grandes pecadores, muchos Papas se han entregado a lo largo de la historia a los excesos más bochornosos, a la más horrible intolerancia, a la instigación y planificación de persecuciones en masa, a conquistas territoriales injustificables, a “guerras santas”, a políticas de terror. El papado romano ha instigado las cruzadas para apoderarse indebidamente de Tierra Santa, y creado la infame Inquisición, dándole el título de Santo Oficio, para perseguir a todos aquellos que no aceptaban su religión. Más de un Papa colaboró con los regímenes políticos más nefastos. Hubo uno que en su momento fue miembro de la juventud hitleriana.
Pero he aquí que surge el Cardenal Bergoglio, y muchos creyeron que las cosas cambiarían fundamentalmente una vez convertido en Papa. “No se debe recurrir a la violencia para imponer una idea o una religión”, dice casi al comienzo de su pontificado, pero lo que no dice es que nadie en el mundo ha recurrido más a la violencia que los representates más encumbrados de la jerarquía eclesiástica católica. Tampoco se le ha ocurrido pedir humildemente perdón a los judíos ni intentar indemnizarlos por todas las masacres de que han sido objeto durante siglos enteros, en todos los países del mundo, por iniciativa, complacencia y colaboración de la Iglesia Católica Apostólica Romana.
Las torturas, suplicios y hogueras de la Inquisición en España, Portugal y América Latina han quedado en el tintero. Las quemas de los libros sacros judíos no se mencionan. Las expulsiones, los encierros en guetos, como el de Roma, a cuyos residentes un Papa expuso a las inundaciones del Tíber, las destrucciones y expropiaciones de casas, escuelas y sinagogas, como aquellas de Toledo, que hasta el día de la fecha siguen en poder del obispado en lugar de ser devueltas a sus legítimos dueños… La lista de las omisiones y olvidos es muy larga. Pero el nuevo Papa dice que no hay que recurrir a eso de “ojo por ojo y diente por diente”. ¿No estará pensando en que los judíos deben ofrecerle la otra mejilla? No. No es eso. Es preferible que no haya judíos, y mucho menos en Israel.
¿De qué otro modo puede explicarse uno por qué se le ha ocurrido calificar a Abu Mazen (Mahmud Abbás) de “ángel de la paz”? ¿Que el Vaticano haya reconocido oficialmente un Estado Palestino, que nunca existió ni que tampoco existe ahora? ¿Que haya santificado a dos monjas palestinas? Porque Abu Mazen dice sin sonrojarse que todo el territorio entre el río Jordán y el Mar Mediterráneo es Palestina, que los asentamientos judíos de Israel son ilegales, que Jerusalén le pertenece, y otras patrañas incalificables. Claro que él, por sus propias razones, ignora públicamente el hecho que nunca en la historia ha habido una entidad nacional palestina. El territorio al que se refiere se llama Israel. El Papa lo sabe muy bien, como teólogo y como político. Es el país al que Francisco realizó una visita harto embarazosa. Es el país donde nació, vivió y murió Jesús de Nazareth. Es el país, cuyas autoridades y ejército protegen a las iglesias cristianas, a sus representantes y feligreses contra todo tipo de ataques.
A ese país soberano y reconocido por las naciones del mundo el Papa Francisco lo llama Palestina y reconoce a un estado inexistente. Lo dice en Roma, lo cual no debe sorprendernos porque son los romanos quienes destruyeron el Reino de Israel y arrasaron su capital milenaria, Jerusalén, dándole el nombre de Aelia Capitolina. Son los romanos quienes saquearon el Templo de Salomón, crucificaron a Jesús, y masacraron a tantos otros judíos. Sí, claro, por si se le olvidó, Jesús era judío, y en términos actuales israelí. Jesús no era palestino, porque Palestina no existía. Ni tampoco eran palestinas esas dos monjas que Francisco santificó, sino árabes israelíes.
Nos damos cuenta entonces de que aquí no ha cambiado nada. Que el Vaticano sigue siendo tan intransigente y anti judío como siempre. Que todavía no se ha hecho a la idea de que el Pueblo Judío, a pesar de todo, ha regresado a su legítima tierra, y que está allí para quedarse. Que en Israel los judíos del mundo no pueden ser perseguidos y atacados impunemente, como quisieran algunos. Que no tiene importancia para el Vaticano, que en varios países árabes la religión católica y su culto están prohibidos. Que en el Líbano musulmanes fanáticos masacren cristianos. No, no. El problema son los judíos, y por extensión, el único problema es la existencia misma del Estado de Israel.
Pero Francisco se ha conseguido un amigo judío, con el que dicen que toma mate. Un amigo que es rabino. Un rabino poco conocido, pero rabino al fin. Y eso suena, como sonó siempre en boca de los peores antisemitas esa frase de “Uno de mis mejores amigos es un judío”.
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A ver, a ver…y ahora el Papa Francisco es un extremista comunista bolivariano antisitema…o es un neocon, de ultraderecha , fascista…Es que aquí no se salva nadie!!!!! Excepto San Netayanhu claro!!
Desde que di con esta publicación a la busqueda de temas que tuvieran que ver con Israel y con el mundo judio por mi interés y simpatía hacia ello, no dejo de sorprenderme del tremendo sesgo de extrema derecha que muestran siempre, de las opiniones descalificadoras y soberbias de muchos seguidores y de la carencia de autocritica que se muestra… Conclusión: Aquí se ha dado la vuelta a mi concepto y admiración por el judaismo. No es bueno mostrar odio y constantes ataques a todo el mundo mundial…Afortunadamnete se que hay otros foros, otros universos mas bondadosos y equanimes en un colectivo de personas que se ha caracterizado por su intekigencia y beligerancia social.
Ustedes a lo suyo, pero cuidado porque están haciendo un flaco favor a la causa y la hasbara no se hace con el odio.