El acuerdo recientemente anunciado entre la Santa Sede y el “Estado de Palestina”, la audiencia concedida al presidente palestino y “ángel de la paz” Mahmoud Abbas por parte del Papa Francisco y la canonización de dos monjas árabes cristianas de la Palestina del siglo XIX, han puesto bajo la atención mundial la relación de Roma con los palestinos. Individualmente, cada uno de esos acontecimientos puede leerse como manifestación de la importancia que asigna el Vaticano a la condición de los palestinos. En conjunto, constituyen un fuerte respaldo político a su causa.
Aunque Francisco se ha mostrado iconoclasta en muchas áreas en lo que va de su pontificado, en lo relativo a la diplomacia vaticana hacia el pueblo palestino ha sido un conservador. Históricamente, la Santa Sede vio con empatía el padecimiento humanitario de los palestinos y con simpatía su causa nacional. Ya en 1949, el Papado creó la Misión Pontificia para Palestina para atender las necesidades humanitarias de los refugiados palestinos de la guerra de 1948 entre las naciones árabes e Israel (aún antes de que las Naciones Unidas crearan su propia agencia con similar objetivo) y todos los pontífices desde entonces -Pío XII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI (dejando de lado a Juan Pablo I, quien gobernó apenas 33 días) han hecho declaraciones favorables al pueblo palestino.
La cúspide del apoyo vaticano al nacionalismo palestino ocurrió en 1982, cuando Yasser Arafat fue recibido en audiencia por Juan Pablo II. Tras la derrota militar de la OLP en El Líbano, el gesto fue visto como un triunfo político para el líder de los palestinos. Otra notoria reunión papal con Arafat ocurrió en 1988 tras la declaración simbólica del estado palestino, desde Argelia. Ambas tuvieron lugar antes de que la OLP abandonara sus acciones guerrilleras y terroristas contra Israel. Otras varias audiencias más se sucederían. Tal como reconoció en su momento el sacerdote Joseph Ryan, ex director de la Misión Pontificia en Jordania, “pocos países no árabes han dado un apoyo tan consistente y conspicuo a la causa palestina… como lo ha hecho la Santa Sede”, y como proclamara su sucesor, Monseñor John Nolan, “Si los palestinos no tienen voz, nosotros somos su voz”.
La Santa Sede entabló relaciones diplomáticas con la OLP en 1994 y luego de que la ONU reconociera a Palestina como estado observador no miembro en 2012, Roma incorporó el término “Estado de Palestina” en sus documentos oficiales. El indicador más elocuente del posicionamiento vaticano en el conflicto palestino-israelí puede verse en un hecho simple: el Papado estableció relaciones diplomáticas con Israel recién en 1993, a 45 años de la fundación del estado judío. Al estado palestino -hoy inexistente desde un punto de vista jurídico y formal- ya le ha otorgado su reconocimiento.
Analista político internacional. Autor de Roma y Jerusalem: la política vaticana hacia el estado judío (Debate)
Iguales , demonio a fabor de demonio .