[El presidente Barack Obama en el Centro de Convenciones Internacional de Jerusalén, el 21 de marzo de 2013. Foto por Baz Ratner/Reuters]
Cada vez que escucho al Presidente Barack Obama decirnos lo mucho que ama a Israel, me siento como preguntándole: ¿A Cuál?
Al parecer, no está demasiado apasionado por el actual Israel. El Israel que es dueño de su corazón es el de antes de 1967, cuando el estado judío era una pequeña noble nación que luchaba contra todas las probabilidades.
«Llegué a conocer a Israel como un joven a través de estas increíbles imágenes de kibutzim y Moshe Dayan y Golda Meir e Israel superando las probabilidades en la guerra del 67», dijo Obama el viernes pasado en una sinagoga de Washington, DC. «La noción de pioneros que se propusieron no sólo salvaguardar la nación, sino rehacer el mundo. No sólo hacer florecer el desierto, sino permitir que sus valores florezcan, para asegurar que lo mejor del judaísmo prospere».
Obama no es el único en permitir que la nostalgia encubra la complejidad. Todos lo hacemos. Nos hace sentir bien. Nos da esperanza. En el caso de Obama, le permite soñar con el antiguo Israel en su mente, lo que él llama un Israel de tikkun olam, reparar el mundo, un Israel que asegure que «lo mejor del judaísmo prosperará».
Pero como toda difusa nostalgia, ese viejo Israel es un espejismo.
El Israel de antes de 1967 estaba lejos de ser el gran ideal que Obama describe. Los primeros pioneros sionistas no se dispusieron a «rehacer el mundo». No tenían tiempo para eso. Estaban demasiado ocupados construyendo un país que pudiera sobrevivir la arremetida de los ejércitos árabes que sólo soñaban con arrojarlos al mar.
Como Eli Lake señaló en Bloomberg, cuando Obama se vuelve romántico sobre los días de Golda Meir, pasa por alto que fue la dura Meir quien dijo la famosa frase: «La paz llegará cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros».
De hecho, hasta 1966, los árabes en Israel vivían bajo régimen militar y no tenían prácticamente ningún derecho. Ni siquiera se les permitía ponerse en contacto con sus hermanos en la Margen Occidental. Desde 1967, la población árabe israelí ha pasado de 400.000 a casi 1,8 millones. Y a pesar de los obstáculos que aún enfrentan, los árabes israelíes están significativamente mejor hoy de lo que estaban antes de 1967, y es ampliamente reconocido que tienen más derechos, libertades y oportunidades económicas que cualquier árabe en Medio Oriente.
Del mismo modo, antes de 1967, Jerusalén era una ciudad oscura y dividida que pisoteaba los derechos religiosos y alejaba a los turistas. Desde que Israel unificó la ciudad, se ha convertido en un destino mundial de primer orden y en una puerta abierta a las tres grandes religiones del mundo.
Aunque lejos de ser perfecto, el moderno Israel es una desordenada, ruidosa, abierta, complicada, imperfecta, fascinante y multicultural historia de éxito que ha logrado prosperar a pesar de estar rodeado de vecinos que odian a los judíos, juramentados para su destrucción. Es un país que ha hecho más tikkun olam del que los primeros pioneros jamás soñaron, un país con una cultura de autocrítica que tiene incorporada la capacidad para cambiar y corregirse, un país, en otras palabras, que debería ser una modelo para el resto de Medio Oriente.
Pero este desordenado y milagroso moderno Israel no ha seducido a Obama – él sigue soñando con el viejo modelo. En su discurso en la sinagoga, el presidente sólo pudo expresar su amor por lo que Israel fue y podría ser, no por lo que realmente es actualmente.
Incluso en el absorbente y explosivo tema de la disputada ocupación de Israel de la Margen Occidental, no aportó el contexto esencial: que Israel ha ofrecido poner fin a la ocupación varias veces a lo largo de los años, y que cada vez los palestinos lo rechazaron; que Israel fue recompensado con 10.000 cohetes terroristas después de que renunció a Gaza; y que los palestinos han continuado con el adoctrinamiento de su sociedad en el odio al judío. Podría haber añadido que el crónico rechazo palestino es el principal responsable de endurecer los corazones, incluso, de los pacifistas.
Nada de esto ha detenido a Obama de poner la mayor parte de la presión sobre Israel, una estrategia fallida que lo ha alejado de la mayoría de los judíos de Israel. Mientras presenta esta presión como una expresión de su duro amor, nunca explicó por qué no ofrece el mismo tipo de duro amor hacia los palestinos. ¿No se lo merecen?
Como siempre lo hace, el presidente habló sobre los «valores compartidos» y la «profunda amistad» entre Estados Unidos e Israel, y el compromiso inquebrantable de Estados Unidos con la seguridad y el derecho a existir del estado judío. Esos comentarios son maravillosos y tranquilizadores, pero también son genéricos y automáticos, muy lejos de las efusivas emociones que expresó por el viejo Israel que tanto echa de menos.
Digamos las cosas como son: Obama ha apoyado a Israel cuando se trató de cooperación en seguridad y de vetar resoluciones anti-Israel en las Naciones Unidas, pero ha sido terrible defendiendo y protegiendo la reputación del aliado más confiable de Estados Unidos en Medio Oriente.
Al obsesionarse con el conflicto palestino y señalar injustamente a Israel como el principal obstáculo para la paz, al no hablar del valor único de Israel como un gran ejemplo para el resto de Medio Oriente, y al no haber puesto la misma presión sobre los palestinos para hacer la paz, Obama ha colocado a Israel a la defensiva y abrió las puertas para la condena y el aislamiento mundial del estado judío.
Link en ingles cortesía de TEU
http://www.jewishjournal.com/david_suissa/article/obama_loves_the_wrong_israel
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Obama parece ser de ésos, a los que el pueblo judio seduce, solo cuando es victima de padecimientos o está proximo a sucumbir … se diriá que en él, al igual que otros muchos, pervive la imagen estereotipada de un pueblo ligado a su destino inexorable, lejos del cual, su legitimidad quedaria cuestionada, y su derecho a existir, puesto en solfa …
Cierto es que lo ideales sionistas que alumbraron al entonces balbuceante Estado de Israel, y que tanto parecieron cautivar a Obama y a amplios sectores de la izquierda europea de aquellos años, han podido en parte marchitarse con el paso del tiempo, y los efectos de una accion politica marcada mas por el pragmatismo, que por un idealismo con tintes «romanticos» poco realista … Pero no menos cierto es tambien, que Israel representa la culminacion de aquellos anhelos, y que asi debe ser percibido hoy en dia,por los diferentes sectores que componen la Comunidad internacional, atendiendo a la dinámica misma de la historia …
Las agresiones sufridas por el joven Estado judio, de parte de sus vecinos árabes, supusieron en cierto modo para éste, la pérdida de su «candor » primigenio, y la tóma de conciencia de un entorno hostil, escasamente proclive a los «sentimentalismos» y en el que no existe espacio para la debilidad , la duda o la dejacion …