El Tribunal Supremo de Estados Unidos abogó por mantener la política de neutralidad que propugna la Casa Blanca sobre el estatus de Jerusalén, ciudad que se disputan israelíes y palestinos y sobre la que Washington rechazó adoptar una posición durante décadas.
Con seis votos a favor y tres en contra, la máxima instancia judicial del país rechazó una petición que habría permitido a los estadunidenses nacidos en Jerusalén estampar en sus pasaportes norteamericanos el nombre de «Israel» como su país de procedencia.
Con este fallo, el Supremo pone de relieve la autoridad del Ejecutivo y, en concreto, del Departamento de Estado para decidir sobre la política exterior del país por encima del Congreso.
«El presidente tiene la facultad exclusiva de otorgar reconocimiento formal a un ciudadano extranjero», destacó en su fallo el juez Anthony Kennedy, encargado de redactar el veredicto.
En el centro del caso se encuentra la petición que formuló la familia de Menajem Zivotofsky (12) y nacido en Jerusalén de padres estadounidenses, para que en su pasaporte apareciera la palabra «Israel» además de la de «nacido en Jerusalén».
En su propuesta de Ley de Autorización de las Relaciones Exteriores del Año Fiscal 2003 presentada a la Casa Blanca, el Congreso insertó una cláusula que ordenaba al Departamento de Estado «registrar Israel como lugar de nacimiento» en los pasaportes de los estadounidenses nacidos en Jerusalén si lo pedían los padres.
El ex presidente George W. Bush firmó la ley, pero dijo que no la seguiría porque «interfiere de forma inadmisible con la autoridad constitucional del presidente de conducir la política exterior del país».
El Departamento de Estado afirmó, al presentar el caso, que «cualquier acción unilateral de Estados Unidos que señale, de forma simbólica o concreta, el reconocimiento de Jerusalén como una ciudad dentro del territorio soberano de Israel comprometería gravemente la capacidad del país para trabajar con los israelíes, los palestinos y otros en la región para promover el proceso de paz».
De haberse pronunciado a favor de los demandantes, el Supremo habría obligado al Departamento de Estado a cambiar su política de neutralidad que mantiene durante 60 años, desde que Washington reconociera al Estado hebreo en 1948.
En portavoz del Departamento de Estado, Jeff Rathke, celebró la decisión del Supremo y recordó que Estados Unidos «no reconoce la soberanía sobre Jerusalén de ningún Estado».
El fallo del Tribunal es considerado una victoria para la Administración Obama dado que este caso de los pasaportes, de gran carga política, se convirtió desde hace mucho tiempo en parte de una batalla mucho más grande sobre quién debía controlar la política exterior estadounidense y sobre si Estados Unidos debía ponerse del lado de alguna de las partes en el conflicto de Oriente Medio.
Ningún presidente de Estados Unidos reconoció la soberanía de Israel sobre Jerusalén y Obama buscó durante mucho tiempo la revocación de la ley.
EEUU usurpa territorios mexicanos mucho mayores a un millón de veces la superficie de Israel y estos «señores» nos vienen a dar lecciones de legitimidad o ilegitimidad.