- Un extremeño y su esposa israelí decidieron cambiar las penurias por la caliente frontera
- «Si suena la sirena por un cohete tenemos tres segundos para ir a un lugar seguro»
- «Sabemos que ponemos en peligro a nuestro hijo Daniel. Aquí los niños crecen con trauma»
Especial para EL MUNDO Netiv Haasara (Frontera Israel-Franja de Gaza)
¿Vivir agobiados por llegar a fin de mes en España o por llegar al cuarto-refugio en Israel antes de que un proyectil destroce tu familia? Es el dilema que el español Lázaro Herrera (de 33 años) y su esposa israelí Yael Shamir (de 40) afrontaron un dilema en el 2012. El hecho de que conversemos en su casa de la agrupación agrícola de Netiv Haasara -a pocos metros de la Franja de Gaza– revela cuál fue su decisión.
«Cuando vinimos pensamos que esto tendría una solución. Siempre hemos sido optimistas», dice como si se disculpara la israelí, a pocos meses de dar a luz su segundo hijo. Dejaron una España en crisis económica para sortear los ataques lanzados desde el vecino territorio controlado por el grupo islamista Hamas.
«¿Ves allí en la valla? Son cámaras y sensores. Delante tenemos un muro y detrás el puesto militar para evitar la infiltración de terroristas», explica el extremeño de Talayuela mientras caminamos por la línea fronteriza más caliente de Israel. Para la pareja y su hijo Daniel (de 5 cinco) es el patio de su casa.
Tres años y centenares de cohetes ‘Qassam’ y proyectiles de mortero después, Lázaro no se arrepiente de cambiar la dificultad económica por el peligro. Su esposa hace un rápido inventario: «Si suena la sirena que avisa del disparo de un cohete tenemos tres segundos para ir a un lugar seguro. ¡Tres segundos para coger a tu hijo y entrar en el cuarto sellado! Muchas veces escuchas el boom y la sirena al mismo tiempo. El mortero, sin embargo, no te da ni esos tres segundos».
Tras un breve silencio, apunta la amenaza más incierta. La que sale de las entrañas de la tierra. «Tengo miedo de que terroristas de un túnel cavado desde Gaza irrumpan en la guardería de Daniel», explica a ELMUNDO.es recordando el hallado el año pasado en Netiv Haasara donde 250 de sus 800 habitantes son niños.
De Sevilla a Israel
La pareja se conoció en Sevilla. El destino les llevó a compartir piso y el amor a compartir vida. En el 2005 se casaron desafiando ladiferencia de edad y religión. «El hecho que sea judía y él cristiano no nos importa. Mi padre está casado con una musulmana», comenta Yael.
Tras varios años en Francia, Malta e Inglaterra, abrieron una cafetería en Jarandilla de la Vera (Cáceres). Sin terraza en verano, no sobrevivió. «El negocio iba para abajo y la situación económica era difícil. Tenía otros cuatro trabajos para poder mantenernos», recuerda la israelí, cocinera de profesión.
Decidieron trasladarse al enclave natal de Yael. No se arrepiente aunque mirando a su hijo, confiesa: «Sabemos que ponemos a Daniel en peligro y que en España no tendríamos estos problemas. Aquí los niños crecen con trauma». Lázaro añade que su hijo reacciona mejor que otros niños pero revela: «En su comportamiento diario ves quetiene miedo. Siempre quiere que la puerta del cuarto sellado está cerrada y de noche no puede dormir sin luz».
Llega el verano. Tras los tres proyectiles disparados desde Gaza en la última semana, se teme que se repita la guerra que el año pasado paralizó Israel y sembró destrucción en Gaza. Desde entonces, Hamas ha levantado bases de entrenamiento a pocos metros de Netiv Haasara. Se ven y escuchan sin necesidad del zeppelin que sobrevuela la frontera dando constancia de la fragilidad de la calma.
La paz y la guerra
«En la guerra, Yael se llevó al niño a España y yo me tuve que quedar debido al trabajo. Lo pasé muy mal. Todas las noches dormía en el cuarto sellado. La casa siempre estaba temblando. Esto era un lugar fantasma» recuerda el español. Su esposa interrumpe con una sonrisa de lamento: «¡Sólo por eso Israel debería haberle dado automáticamente el pasaporte!».
La agricultora Hila es hermana y vecina de Yael. «Se puede abandonar la casa debido a la paz pero no por una guerra. Si huimos, Hamas habrá ganado. No ganaremos por nuestros soldados sino por la determinación de los habitantes».
En Netiv Haasara, identificada con la izquierda, reconocen el sufrimiento en la paupérrima Gaza. «Hay que dar esperanzas al pueblo palestino, motivos para vivir y no para morir. Al mismo tiempo hay que dejar claro a los terroristas de Hamas que amargan nuestras vidas y la de los gazatíes que su camino no tendrá éxito. Si la comunidad internacional sigue apoyando todo lo que hacen los palestinos sin querer saber el motivo de las cosas, está animando la continuación del sufrimiento de los dos pueblos», opina Hila. Para Lázaro, «las cosas irían mejor sin determinados políticos israelíes y sin los terroristas de Gaza».
Cae la noche y vuelve a sonar la sirena. Daniel, más interesado en hablar de su Real Madrid que en Hamas, parece acostumbrado. El proyectil impacta a varios kilómetros y reaviva el debate: ¿sobrevivir en la crisis económica en España o en la retaguardia en conflicto?
http://www.elmundo.es/internacional/2015/06/16/557f1695ca47417e7b8b459b.html
Y aún asi,esta mil veces mejor en Israel!