Diplomáticos saudíes e israelíes anunciaron conjuntamente que desde principios del año pasado han mantenido encuentros secretos en la India, Italia y la República Checa.
¿La razón? Irán. Los israelíes y los saudíes tienen un enemigo común en Teherán, y cada vez confían más los unos y los otros, ahora que EEUU, frente a los intereses de ambos, podría aliviar las sanciones que pesan sobre la República Islámica si se alcanza un acuerdo sobre su programa nuclear este año.
El general saudí retirado Anwar Mayed Eshki y el diplomático israelí Dore Gold se dieron la mano ante las cámaras al hacer su anuncio en el Consejo de Relaciones Exteriores, algo más importante de lo que parece. No porque súbitamente signifique que Israel y Arabia Saudí son los mejores amigos desde siempre –es casi imposible que lo vayan a ser jamás–, sino porque estrechar la mano a o incluso saludar a un israelí es un crimen en algunos países árabes, incluso en el Líbano, el más abierto y cosmopolita.
Pero, en determinadas circunstancias, la intolerancia puede esfumarse incluso en los países más reaccionarios, como de hecho está sucediendo en Arabia Saudí.
Eli Lake cubrió el acontecimiento para Bloomberg y describió el discurso del general saudí de esta manera:
[Eshki] hizo un breve repaso de la historia de Irán desde la revolución de 1979 destacando los actos de terrorismo, las tomas de rehenes y las agresiones del régimen. Y puso fin a sus palabras con un plan de siete puntos para el Medio Oriente. En lo alto más alto de esa la lista estaba alcanzar la paz entre Israel y los árabes. En segundo lugar venía el cambio de régimen en Irán. El plan también contemplaba una mayor unidad árabe, el establecimiento de una fuerza militar regional árabe y el llamamiento a la creación de un Kurdistán independiente sobre territorio actualmente perteneciente a Irak, Turquía e Irán.
Lo de la unidad árabe son castillos en el aire. Ténganse presentes casos como los de Siria e Irak. Ni siquiera los más pequeños países árabes, como el Líbano y Bahréin, pueden siquiera gestionar su propia unidad. Una fuerza árabe regional no requeriría una absoluta unidad (véase la OTAN), pero por lo menos precisaría que sus componentes estuviesen a buenas los unos con los otros. Los Estados árabes, ahora, están más divididos que nunca. El clamor por la unidad en esa parte del mundo es tan fuerte por lo penosa y destructiva que es su ausencia.
Pero echemos un vistazo a los otros puntos que citó Eshki.
Dijo que la prioridad número uno de Arabia Saudí es la paz entre los israelíes y los árabes. Lea esa frase otra vez y deje que surta efecto. La prioridad número uno de Arabia Saudí es la paz entre los israelíes y los árabes. No entre los israelíes y los palestinos, sino entre Israel y todo el mundo árabe.
Intente no ser excesivamente escéptico. Es verdad que la historia de la relación entre los musulmanes y los judíos es larga y desagradable; pero la historia de la relación entre los musulmanes y los cristianos es igualmente larga y desagradable, y sin embargo Arabia Saudí mantiene relaciones normales con todas y cada una de las naciones cristianas de la Tierra. Los únicos países árabes que no tienen relaciones normales con EEUU en estos momentos son Siria y Sudán. Las relaciones de EEUU con Marruecos, Túnez y Jordania son extraordinarias. Las relaciones de Jordania con Israel son extraordinarias. Marruecos también tiene relaciones cordiales, aunque calladas y semisecretas, con Israel.
Oficialmente, los saudíes no reconocen el derecho de Israel a existir, pero el menos reconocen la realidad de la existencia de Israel, y cada vez reconocen más que los dos países tienen intereses y enemigos comunes.
Israel no es un auténtico enemigo. Ni siquiera es un competidor. Es un país que los saudíes encuentran desagradable por razones reales e imaginarias.
Los israelíes no van a atacar Arabia Saudí, nunca. Los iraníes probablemente tampoco, pero muy bien podrían respaldar a milicias chiíes satélites en el interior del país árabe. Llevan años haciendo eso en el Líbano y en Irak, y ahora lo están haciendo en Siria y el Yemen.
Irán es a Arabia Saudí lo que Rusia a EEUU durante la Guerra Fría. Declarar a Israel enemigo de Arabia Saudí no tiene más sentido que declarar al Perú enemigo de EEUU.
Pero ¿por qué los saudíes encuentran Israel desagradable? Lo mismo sienten respecto a EEUU, pero podemos trabajar con ellos sin rencor cuando nuestros intereses coinciden. Resulta extraño pero es cierto: en el plano doméstico Arabia Saudí es una versión diluida del ISIS, y del Reino Unido en el de las relaciones internacionales.
Riad propuso un acuerdo de paz a Jerusalén en 2002. Reconocería al Estado judío si los israelíes se retiraran a las fronteras de 1967, aceptaran un Estado palestino y consintieran con el derecho de retorno de todos los hijos de todos los refugiados palestinos de la guerra de 1948. Eso no va a suceder, por supuesto. Israel no tiene sitio para millones de palestinos, la mayoría de los cuales no ha puesto jamás un pie en el país. Pero la propuesta saudí podría ser al menos un punto de partida. De cualquier manera, los saudíes dejaron claro hace más de una década que estaban dispuestos a reconocer en el futuro el derecho de Israel a existir bajo ciertas condiciones. La hostilidad actual -que desde luego no es lo que era- no tiene por qué ser eterna.
No es sólo el Gobierno saudí el que está cambiando. También los ciudadanos saudíes están viendo la región de una manera más realista. Según una encuesta reciente realizada por el IDC Institute for Policy and Strategy, sólo el 18% de los saudíes ve a Israel como su principal enemigo; el 22% concedió tal distinción al ISIS, mientras que un enorme 53% señaló a Irán.
Gran parte del Medio Oriente parece tercamente reacia a los cambios positivos, pero la historia es un río, no una estatua. Todo acaba pasando.
“Lo que pensamos aquí en Israel de los saudíes no es exactamente lo que son”, dice Alex Mintz, del IDC. Lo mismo pero duplicado vale para la visión que tienen los saudíes de los israelíes, por supuesto; pero, como le dijo el general retirado israelí Simón Shapira a Lake, “hemos descubierto que tenemos los mismos problemas, los mismos desafíos y algunas de las mismas respuestas”.
© Versión original (en inglés): World Affairs Journal
© Versión en español: Revista El Medio
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