«¡Es la economía, estúpido!» fue el famoso grito de guerra del equipo electoral que llevó a Bill Clinton a la Casa Blanca, bailándole la silla a papá Bush, que buscaba su reelección. Era su contestación al «leed mis labios: no [habrá] nuevos impuestos«, promesa incumplida de Bush durante las anteriores elecciones, de las que había salido Presidente.
Ahorrándonos la ofensa innecesaria, hoy, y por ahora, podemos decir con el mismo aplomo: ¡Son los islamistas!
Louis René Bares, profesor emérito de teoría política y derecho internacional, ni lo duda, al tiempo que añade luz a una escena por demás complicada:
A su tiempo, ISIS podría conquistar ‘Palestina’, escenario no contemplado generalmente, lo que sugiere que el principal impedimento para que los palestinos tengan su estado no es, en realidad, Israel, si no otra banda competidora de terroristas árabes suníes.
Aunque se acusa a Israel de impedir la creación de un estado palestino y de estar contra la solución dos estados para dos pueblos, lo cierto es que el impedimento esencial para el surgimiento de un estado palestino no es Israel.
Ya le gustaría a Israel poderse permitir la creación de un estado palestino que quisiera vivir en paz al lado de un estado judío. Sería el más acabado sueño sionista imaginable (bueno, siempre se puede pedir algo más, pero, francamente, sería un muy, pero que muy buen sueño hecho realidad).
Pero seamos realistas y hablemos incluso de lo prohibido.
Para nadie es sorpresa que los islamistas de Jamás, hijo reconocido del principal grupo islamista suní, los Hermanos Musulmanes, no solo domina el mundo palestino en Gaza sino que cada vez que se le ha dado ocasión ha ganado elecciones a la gente de Fatah también en Cisjordania, recientemente en las universidades. Por eso Abbas no les ha dado tal oportunidad desde hace 10 años, 6 más de los debidos, y nadie en el mundo – salvo los islamistas y sus socios de la izquierda internacional, que van a lo suyo, claro está – se lo echa en cara seriamente, ni los israelíes.
Y tampoco es sorpresa que en cuanto se atempera mínimamente, Jamás se ve amenazado en sus propios dominios gazeños por grupos islamistas aún más radicales, que quieren ocupar su lugar a fuerza de gritar más alto y comportarse más bárbara e islámicamente.
Y sabemos que el Estado Islámico, sustituto de Al Qaida como enemigo occidental nº 1, islamistas suníes armados que ya extienden sus tentáculos de terror por varios estados árabes, se encuentra ya muy cerca de la frontera sirio-jordana, con incursiones dentro de la misma Jordania, a dos pasos del Jordán, umbral de la Ribera Occidental y puerta del camino a Al Quds, Jerusalén, en el corazón de Israel, y a las montañas que lo rodean y dominan la densa planicie israelí, incluido el aeropuerto internacional Ben-Gurión. Que ISIS aún no haya penetrado más en Jordania se debe, en no poca medida, a las fuerzas armadas de Israel, claro está.
Aunque algunos prefieran ignorarlo, y yo no lo digo aquí con ánimo de polémica ni afán de negar identidad a los palestinos, hasta mediados de los 60 nadie hablaba del pueblo palestino en serio. Fue Arafat quien arrancó esa bandera de manos de Amín al-Husseini, el Gran Muftí de Jerusalén y Gran Colaborador de los Nazis, y auténtico promotor en los años ’20 de la idea de ‘Pueblo Palestino’, que, en todo caso, él siempre usó para legitimarse como campeón de la unidad islámica y protococalifa del nuevo orden islámico que, aupado y empujado por los nazis, también promovía activamente.
Un último elemento de realidad: los últimos cuatro años han acreditado la facilidad con que los islamistas han tomado el poder en cuanto se les ha dado la menor oportunidad, democrática o bélica. Y también han mostrado cómo incluso fuerzas armadas estatales desmotivadas han salido y siguen saliendo corriendo ante el empuje celoso y ardiente de las hordas islamistas.
¿Cree alguien, de verdad, que los corruptérrimos personajes del Fatah les durarían dos minutos a los islamistas? ¿Cree alguien, de verdad, que los islamistas tardarían dos horas en hacerse con el poder en una Ribera Occidental dejada en manos del Fatah? ¿Cree alguien, de verdad, que los novísimos ‘palestinos’ durarían algo ante el fervor islamista por la úma islámica?
¿Alguien duda de que la amenaza islamista, y en este caso no solo suní, también chií, rodea Israel?
¿Por qué, entonces, gente aparentemente sana exige a los israelíes que se inmolen, abriendo ya las puertas de su casa a los islamistas?
Aunque disgustara enormemente al Presidente Obama, creo que el Primer Ministro Netanyahu llevaba razón. Ahora no se dan las condiciones para que entre el Jordán y el Mediterráneo haya dos estados, viviendo en paz y seguridad uno al lado del otro. Ojalá se dieran. Nada sería más deseable, al menos así me lo parece, sionista convencido como soy.
Cosa bien distinta es que no deba abandonarse el trabajo hacia la reconciliación personal y popular en la Tierra de Israel. Ahora menos que nunca. Pero sin engaños, que los demás problemas que plantea el conflicto israelo-árabo-palestino y judeo-islámico tampoco son minucias fácilmente solubles, como algunos nos quieren hacer creer, sino auténticas montañas nepalíes, dificilísimas de escalar… en condiciones más o menos normales, que en las actuales el mero intento de hacerlo sería locura que condenaría a la muerte segura a todos los involucrados.
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