La fundación de este pequeño pueblo español data de 1035 durante el reinado de Sancho III de Castilla, pero el primer documento que lleva por nombre Castrillo Matajudíos surgió entre 1620 y 1630. Su nombre infame puede remontarse a una matanza de judíos cuyos sobrevivientes se asentaron en los alrededores de Castrogeriz, donde fundaron una comunidad hebrea. Según algunos historiadores ella sería conocida posteriormente como el monte de los judíos, o Mota de Judíos. Otros historiadores elevaron la tesis de que Matajudíos alude directamente al pogromo original. Y aún otros sostienen que fueron los propios judíos -conversos forzados al cristianismo en el contexto de la Inquisición del siglo XV- quienes pusieron ese nombre en muestra de fervorosa lealtad a la nueva fe.
Con una superficie de poco más de veinte kilómetros cuadrados, una población de cincuenta y cinco habitantes y un presupuesto municipal menor al sueldo anual de un ejecutivo de línea media, de no ser por su curioso nombre con seguridad casi nadie fuera de España hubiera notado su existencia. Salvo por el hecho de haber tener un hijo ilustre -el compositor y organista del Renacimiento, Antonio Cabezón- nada descollaba en su entorno. En 1965, en coincidencia con los cuatrocientos años del nacimiento del músico, sus pobladores quisieron cambiar el nombre del pueblo al de Castrillo de Cabezón, pero la iniciativa no prosperó.
Afortunadamente, este año otra iniciativa del tipo sí triunfó. En un referéndum que contó 29 votos a favor, 19 en contra y cuatro anulados, sus habitantes decidieron modificar el nombre del pueblo a Castrillo Mota de Judíos, despojando así las nefastas asociaciones con el antisemitismo. Ahora la bandera y el escudo municipal, que llevan en su emblema una Estrella de David, sintonizarán con la nueva denominación.
El alcalde Lorenzo Rodríguez había anunciado que él renunciaría si el resultado no fuera favorable al cambio pues, según había dicho, a) ese no era el nombre original del pueblo y b) no reflejaba el genuino sentir de los vecinos. Miembros del Movimiento Social Republicano, ajenos a la localidad, buscaron sabotear la votación. La noche previa empapelaron el pueblo con carteles y pasquines contrarios a la modificación. Una pancarta ubicada en la Casa Consistorial decía: “Nuestra historia no se vota. ¡Castrillo Matajudíos no se toca!”. En el portal de ese movimiento político se proclamaba que “frente a los talibanes de la mal llamada democracia que tratan de borrar todo aquel rastro histórico que resulte políticamente incorrecto en esta sociedad de decadencia, ruina y cobardía; aún quedan personas libres, en pensamiento y en acción, que claman la defensa del legado de nuestros ancestros”. La alcaldía removió las pancartas y carteles y efectuó una denuncia ante la Guardia Civil. La votación transcurrió sin incidentes.
El referéndum en este pequeño pueblo español coincidió con las elecciones al parlamento europeo que mostró un marcado ascenso de partidos derechistas, nacionalistas y xenófobos, cuyos resultados alarmaron a Europa y al mundo entero. Ocurrió, además, el mismo día que un atacante islamista asesinó a tiros a cuatro personas en el Museo Judío de Bélgica, hecho que causó gran conmoción. Con este trasfondo, los pobladores de Castrillo Mota de Judíos han dado una lección cívica oportuna y han mostrado en la práctica y en el plano simbólico que los errores pueden ser reparados. Su acto fue diminuto y posiblemente inconsecuente para la historia española y europea. Pero a la luz del auge del terrorismo antijudío y de grupos racistas en el continente debe verse como un gesto ilustrador. El alcalde y su veintena de seguidores han aportado un granito de arena -minúsculo quizás, pero esencial- a favor de la rectitud humana.
Un anacronismo de este calibre, capaz de sonrojar incluso al mas «impávido» de sus ciudadanos, se debiá en ser corregido de manera apremiante, como asi ha sido felizmente …
Los gentilicio o expresiones mal sonantes, con claros tintes judeofóbos, deben ser erradicados por completo y sin contemplaciones, por resultar hirientes y vergonzantes para cualquiera persona que atesore un minimo sentido de dignidad y respeto …