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| domingo noviembre 17, 2024

La normalidad de la convivencia


Los musulmanes del mundo entero celebran el mes sagrado del Ramadán. En el propio mundo árabe, hay lamentablemente quienes no pueden hacerlo con normalidad, debido a las guerras y violencia que envuelven a sus países. Podrán ayunar, orar a Alá, pero no pueden sentir lo festivo de las fiestas. Las visitas a familiares y amigos, los paseos y actividades propias de días libres, tan característicos de estas fechas, no se pueden hacer como lo más natural, debido al riesgo a la vida misma con cada movimiento.

En Jerusalem , probablemente muchos ciudadanos de la mayoría judía, no sabían cuándo caía este año el Ramadan (comenzó el 18 de junio y culmina este viernes 17 de julio). Pues quien acostumbre hacer sus compras o sentarse a tomar algo en el shopping Malha, el más grande de la capital, puede adivinarlo con facilidad. Es que a la presencia siempre común de árabes como parte del público que llega al lugar, se agrega lo propio de la fiesta y se ve grandes cantidades de árabes musulmanes-fácilmente distinguibles más que nada por la vestimenta de las mujeres- recorriendo el lugar.

Este sábado de noche fui a hacer un mandado al Malha, ya que se encuentra a sólo diez minutos de mi casa. Sin exagerar, me pareció que la mitad de la gente que allí daba vueltas, eran árabes. Familias enteras con niños, grupos de jóvenes, parejas, recorriendo, comprando, tomando algo (el ayuno, cabe recordar, es de sol a sol o sea que a la noche se puede comer).

Y me alegré. Por ellos y por nosotros, la mayoría judía del país. Porque nadie lleva a sus niños, nadie va a pasear, donde cree que corre peligro. Por la normalidad que eso irradia. Por lo natural de esa convivencia. Por lo que eso dice sobre Israel.

No soy ingenua. Esto no significa que no haya conflicto, que no haya tensiones, que todos se amen y que lo que entusiasma a los israelíes judíos es ver tantos árabes a su lado o a los árabes que el centro comercial más grande al que pueden ir, sea «de los judíos». Tampoco olvido que hay extremistas, también entre los judíos

Pero la vida es más fuerte que los slogans .Y se puede.Claro que se puede.
Todo aquel que lea estas líneas tras haber estado en algún momento en Israel, sabe que estoy reflejando la realidad, porque la habrá visto con sus propios ojos. La tensión existe, no es invento de los medios , y claro que lamentablemente, cada tanto estalla. Claro que los extremistas, a veces, logran imponerse. Pero la fuerza del diario vivir es muy grande, y la naturalidad con la que judíos y árabes, musulmanes y cristianos, se cruzan por las calles de Jerusalem, es imponente.

Años atrás, tuve el gusto de conocer en Jerusalem a una de las periodistas más respetadas de nuestro país, Blanca Rodríguez, cuando fue invitada a visitar Israel. Allí se forjó una linda amistad que perdura hasta hoy. Recuerdo paseos que hicimos juntas en la Ciudad Vieja de Jerusalem. Súbitamente se detenía y comentaba, atónita, que le parecía increíble ver la naturalidad con que un judío ortodoxo, un árabe con su kefía y un soldado con su rifle al hombro, se cruzaban sin que nadie se mate. «Esta normalidad es increíble», comentaba.
Así es.

Afortunadamente, es la realidad en Israel. Las mutuas sospechas siguen existiendo, el escepticismo tiene sus claros fundamentos..pero contrariamente a lo que critican quienes no conocen ésto porque nunca lo han visto, aquí hay un impresionante mensaje de normalidad.

Justamente desde este lugar visto como símbolo de conflicto en el mundo entero-aunque las guerras en los países de alrededor ya han cobrado mucho más víctimas que los enfrentamientos en esta tierra-judíos y árabes que lo que quieren es vivir en paz, muestran que es posible.

Juntos, tendrían que poder frenar a los extremistas que se oponen a ello. Pero eso, claro…ya es otro tema.

 
Comentarios

Cierta es esa «normalidad convivencial» a la que alude Ana Jerozolimski, entre ciudadanos de distintas procedencia y credos, en el seno de una sociedad poliedrica como lo es la israeli; pero no menos veraz es la máxima, segun la cual, básta la aparicion de una chispa, para provocar un incendio de considerables proporciones …
Los extremismos lo saben, y se valen de ello, para hacerse notar, reinvidicarse por médio del terror,e imponer su siniestra dinámica, al conjunto de una sociedad, llamada a caminar por pautas de cohesion y respeto …
Estamos pues a merced de ellos, en tanto no seamos capaces de ponerles coto, y anticiparnos a sus maquiavelicos propositos, ésos que retrasan e impiden, una convivencia ciudadana que todos deseariamos fructifera y permanente …

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