Cuando el gobierno actual de Israel se formó en la primavera después de las elecciones de marzo, hubo una serie de claros ganadores y perdedores en cuanto a los rivales políticos del país.
Pero uno de los grandes perdedores de la reorganización del gabinete del primer ministro Netanyahu fue la abrumadora mayoría de los judíos de Estados Unidos que no se identifican con la comunidad judía ortodoxa.
Desde entonces, se han producido una serie de incidentes en la que los funcionarios del gobierno han hecho declaraciones que han alienado aún más los muchos judíos de la diáspora que resienten amargamente la manera en que son tratadas sus denominaciones religiosas. Las declaraciones del Ministro de Religión David Azulay de que «los judíos reformistas no son judíos», implica descartar a la inmensa mayoría de los judíos diaspóricos –que no son ortodoxos como él- como socios iguales en el futuro del pueblo judío.
Hasta la fecha, Netanyahu, al igual que sus predecesores, tanto en el Likud y en el laborismo de Campo Sionista, han tratado de apaciguar a los judíos estadounidenses con declaraciones conciliadoras. Pero después del último insulto, ya es hora claramente de que se haga más. Los israelíes de la izquierda y la derecha, tanto seculares como religiosos necesitan luchar a brazo partido con el hecho de que los ataques contra el pluralismo son más que un problema molesto de relaciones públicas. Constituyen un problema estratégico para el Estado judío que debe ser abordado.
Aunque la clase política israelí, tanto de la derecha como de la izquierda, se centra principalmente en otros temas de la nueva coalición, como lo hizo cuando los partidos políticos ultraortodoxos quedaron fuera del gobierno anterior y se reforzaron los intentos para facilitar el camino a la conversión, así como otros esfuerzos para comenzar a aliviar al país en la aceptación del pluralismo religioso judío.
Esta fue una gran oportunidad para un país cuyas decisiones sobre una variedad de temas a menudo han sido tomadas como rehenes por las opiniones de la minoría de «sombrero negro». Aunque la caída del gobierno anterior tenía poco o nada que ver con el tema, el regreso de los dos partidos religiosos ha terminado con esos experimentos, volviendo a despreciar al público no – ortodoxo y secular de Israel.
El problema no es quién es «judío» sino quién es «rabino»
El problema central es realmente no es aquél en el que hay desacuerdo acerca de «quién es judío», sino de quién es un rabino. Esto se debe a la falta de una separación entre la sinagoga y el estado. Esto significa que en Israel el gobierno paga los salarios a los rabinos, lo que otorga un estatus oficial a un tema político y económico en lugar de uno puramente religioso.
Así, el derecho de las corrientes no ortodoxas para ser reconocidas depende de la capacidad de movilizar el apoyo político. Desde que tienen poco apoyo desde los israelíes y los ultra-ortodoxos constituyen un poderoso bloque de votantes en la Knéset, debido a la representación proporcional del país, la mayoría no-ortodoxa, inevitablemente, es la perdedora en este tira y afloje.
Aunque la mayoría de los israelíes son seculares y a la mayoría no les gusta el trato que reciben de los rabinos, la cuestión del pluralismo siempre ha sido secundaria frente a otros problemas.
La intolerancia minará el apoyo al Estado judío
Esto es difícil de entender para los estadounidenses que están acostumbrados a la falta de separación entre la religión y el estado en Israel. En la medida en que los líderes israelíes entiendan cómo la diáspora siente de cerca esto, todavía no han dado mucha importancia ya que el tema siempre va a ser eclipsado por los grandes debates sobre la guerra y los problemas de la paz, así como aquellos temas relacionados con la economía.
Aunque estoy de acuerdo con los líderes religiosos reformistas y conservadores que protestan por la falta de pluralismo, también he tratado de aconsejar a los judíos que viven en Estados Unidos que traten de mirar a la sociedad israelí en su propio contexto en lugar de juzgarla por las normas de la vida judía en los Estados Unidos. Hasta que los movimientos no ortodoxos sean capaces de convencer a más israelíes para que respalden su petición de trato de igualdad es probable que continúe el statu quo insatisfactorio.
Pero a raíz de la caída del nuevo esfuerzo para facilitar el camino a la conversión, así como por la reciente declaración atroz del nuevo ministro de Asuntos Religiosos de que no considera judíos a los reformistas, así como otro incidente en el que el presidente Reuven Rivlin desairó a los rabinos conservadores, todo esto indica que es el momento para una respuesta más proactiva al problema.
Los judíos ortodoxos pueden tener una mala opinión de los judíos reformistas o conservadores debido a diferencias doctrinales. También pueden señalar, con justicia, el potencial colapso demográfico de los judíos reformistas y conservadores -especialmente en los Estados Unidos según la Encuesta Pew de 2013.
Pero lo que ellos y los israelíes de todos los colores deben recordar es que este es un problema de los no ortodoxos, que todavía constituyen aproximadamente el 90 por ciento de los judíos estadounidenses. La participación ortodoxa de la población judía estadounidense puede subir en las próximas décadas, pero no obstante su triunfalismo, ellos van a ser una minoría en Estados Unidos durante mucho tiempo por venir. En el futuro previsible, la gran mayoría de personas que se identifiquen como judías en los Estados Unidos no va a ser ortodoxa.
En sus preguntas sobre el apoyo a Israel, la Encuesta Pew ilustra que el declive demográfico del pueblo judío y el surgimiento de un nuevo gran grupo no afiliado dentro de la comunidad en los Estados Unidos está teniendo un grave impacto en la identificación con el sionismo o en la necesidad de hablar en defensa de Israel, incluso en momentos en que los medios de comunicación y la izquierda política lo están atacando.
No hay una varita mágica que vaya a resolver ese problema, y no hay duda de que el apoyo a Israel está disminuyendo entre los electores demócratas liberales como de la mayoría judía no-ortodoxa. Pero los ataques al judaísmo reformista y conservador no ayudan a mejorar el problema. Por el contrario, la voluntad de algunos líderes israelíes de hablar de la mayor parte de los judíos estadounidenses como extranjeros extraterrestres profundiza el ya creciente abismo entre las dos comunidades que se necesitan la una a la otra.
Los judíos estadounidenses necesitan a Israel porque es el centro espiritual del judaísmo y el lugar en que los principios básicos de la identidad judía florecen. Pero Israel necesita a los judíos estadounidenses también, no menos importante debido al apoyo político vital que pueden aportar para un estado judío que permanece en estado de sitio y amenaza.
A los que dicen que los judíos reformistas y conservadores deben ser descalificados porque la mayoría apoya al Presidente Obama, yo respondo que siguen siendo el núcleo de la vida judía aquí y del apoyo político a Israel. Por otra parte, un número creciente de israelíes seculares e incluso religiosos están empezando a reconocer que sus llamamientos para el pluralismo están justificados.
Por lo tanto, los desentendimientos entre líderes haredíes y las sensibilidades estadounidenses no son insignificantes sino que representan una verdadera amenaza estratégica para la seguridad de Israel.
¿Qué se puede hacer?
Los judíos de Estados Unidos no pueden obligar a los políticos israelíes a tratar sus necesidades como prioridades cuando los puntos de matemáticas electorales van hacia la otra dirección. Sin embargo, Netanyahu debe hacer más que simplemente discrepar públicamente cuando se lanzan insultos a los no ortodoxos. El primer ministro y otros en el poder deben dejar claro a los partidos ultra-ortodoxos que lo que están haciendo implica poner en peligro la capacidad del país para movilizar el apoyo que apuntala la alianza vital del país con los Estados Unidos. Eso significa que Netanyahu debe tomar algunas cuestiones clave, como el futuro de la renovación de la plaza del Muro Occidental con el fin de seguir adelante con el plan del Presidente de la Agencia Judía, Natan Sharansky de crear una sección no ortodoxa, fuera de las manos de los haredim.
El pluralismo genuino puede no estar en los objetivos del futuro inmediato. Pero a menos que la clase política israelí comience a actuar como si se preocupara sólo por mantener el apoyo de la mayoría de los judíos estadounidenses, agrava así un problema que está minando la unidad comunitaria y hará más difícil mantener un frente unido detrás de la defensa del Estado judío.
Una cuestion ésta, de enorme calado, que merece como tal, tratamiento prioritario …
Determinar el «area de influencia» que son llamados a ejercer los jaredim, en un contexto politico, y en el marco de un pais plural como lo es Israel, constituye una labor árdua y compleja, atendiendo las múltiples implicaciones que de ello se derivan …
Un ejercicio de pragmatismo por parte de todos (laicos y religiosos) es pues requerible, si se pretende llevar el debate a buen puerto …
Excluir hipoteticamente a los partidos religiosos del ámbito parlamentario, no seriá a mi juicio una opcion acertada, atendiendo a la representatividad que éstos ostentan, y a la fractura social, que una decision de esta naturaleza podriá causar …
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