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| martes diciembre 24, 2024

Gabriel Albiac. Difícil Jerusalén


Vivir sobre un suelo triplemente sagrado es muy difícil. Ayer, de nuevo, enfrentamientos sobre la gran explanada de Jerusalén. Y la vieja paradoja: el Estado de Israel garantiza el derecho de la autoridad religiosa musulmana a vetar la oración de judíos allí. Es un caso único. Que, por sí sólo, habla del nudo de contradicciones que es el Cercano Oriente. Insolubles todas.

Al observador ajeno a toda creencia que soy, pocas ciudades le disparan un más alto desasosiego que Jerusalén. Allí, cruzados, enmarañados, los tres monoteísmos emergen de cada piedra, en cada esquina, por callejas de iconografías superpuestas, de superpuestos relatos. La explanada lo intensifica hasta lo insoportable: por eso nunca he querido acceder a ella. No tiene ni siquiera un nombre: monte del Templo para los judíos, explanada de Al-Aqsa para los musulmanes. Y un estatuto legal más que extraño.

En el año 1967, Israel respondió fulminantemente al ataque simultáneo –y catastrófico– de los ejércitos árabes. En menos de una semana, el Tzahal israelí no sólo rechazó esas fuerzas: las deshizo y, entre otras ventajas territoriales, logró el objetivo histórico de liberar por completo Jerusalén, la ciudad santa a la cual todo judío sabe única capital de su patria. Y ahí empezó lo tan difícil de explicar. La explanada está en el corazón mismo de la ciudad. Sagrada para judíos y musulmanes, lo normal hubiera sido abrir ese espacio religioso, sin distinción, a todos. A los judíos, que pisan el suelo sobre el cual se alzó el Templo, tras cuyas destrucción, en el año 70 después de Cristo, los “lugares religiosos” –que fueron llamados en griego “sinagogas”– jamás volvieron a ser “templo”, sólo Bet, “casa” de oración. A los musulmanes, que juzgan la mezquita alzada allí, uno de los tres lugares santos del Islam. Y, no en menor medida, a los cristianos, que en el Templo sitúan acontecimientos cruciales en la vida de Jesús.

No se hizo así. Extrañamente, Moshé Dayan negoció con el gran muftí de Jerusalén (uno de cuyos predecesores fue fiel aliado de Hitler en la zona) la cesión del control de la explanada a la autoridad islámica; y la prohibición a los judíos de orar allí. Es un caso único: el de un Estado que legisla en favor de su enemigo y en contra del derecho de sus ciudadanos. Desde entonces, la explanada es un quiste islamista en el corazón del único país democrático del Cercano Oriente. Y un quiste de irracionalidad que impide, además de la libertad de cultos, algo tan prioritario como la realización de excavaciones arqueológicas, que el clero musulmán juzga ofensivas para su religión.

Yo no sé, de verdad que no sé, si aquella generosidad de Dayan y de los sucesivos gobiernos israelíes me produce admiración o ira. Sé que es incomprensible que ciudadanos israelíes –con la peculiaridad litúrgica que sea– tengan prohibido rezar en el lugar de Israel en que mejor les plazca. Sin más distinción que la que su fe les dicte. Pero vivir sobre un suelo triplemente sagrado es muy difícil.

 
Comentarios

La conquista, aunque parcial de la ciudad por los ejércitos de Israel, con una prueba contundente de que el Dios Trino y Uno, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, está de parte de Israel y como se declara en su Palabra, así será: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto no temeremos aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas y tiemblen los montes a causa de su braveza», (Salmo 46:1-3)
Son muchos los pueblos que rodean a Israel y que se pronuncian contra él. Israel va a enfrentar a poderosos enemigos, aun los de occidente, pero a sus favor tiene el Dios Altísimo, el Gobernador del Universo, ¿quién podrá contra El?
Jerusalem, entendámoslo, es propiedad absoluta de DIOS, el Dios Verdadero y Único.

Dos mundos y dos maneras de entender los derechos inherentes a todo ser humano, malviven uno frente al otro, se dan la espalda, y toda aproximacion por parte de uno de ellos (Israel) parece abocada al fracaso, ante la intransigencia de su antagonista árabe … Asi vienen discurriendo los hechos, y asi parece que seguirá siendo, salvo cambio drástico de parte musulmana, que nadie espera …
Como bien señala el maestro Albiac, un gesto de grandeza como lo tuvo Israel con sus vecinos árabes, puede llegar a convertirse en una señal de debilidad, y a la larga en un problema irresoluble …

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