Como también pasó cuando unos criminales prendieron fuego al adolescente palestino Mohamed Abu Khdeir en represalia por el asesinato de tres jóvenes israelíes por parte de Hamás, el argumento, tan ondeado por los israelíes, de la superioridad moral respecto de los palestinos quedó totalmente desarticulado. David Horowitz escribía entonces:
Si vamos a sanar esta nación, el asesinato de Mohamed Abu Khdeir debe deshacer la ilusión de que gozamos de una superioridad moral distintiva sobre nuestros vecinos.
Cuando tratamos aquello, recordamos las palabras de Golda Meir, desconsolada tras percatarse de que el reino de Camelot sólo existía en la literatura: “Siempre pensé que un Estado judío estaría libre de las lacras que afligen a otras sociedades: robos, asesinatos, prostitución. Ahora veo que lo tenemos todo, y eso lacera el corazón”. Y es cierto, entonces, como ahora, nos hicimos eco de que Israel sigue siendo superior a sus enemigos por cómo trata a sus criminales: mientras los palestinos los elevan a mártires, en Israel son repudiados, perseguidos y procesados. Lo dice claramente el analista palestino Basam Tawil en estas páginas:
Mientras que los israelíes han protagonizado manifestaciones de condena de los ataques terroristas contra nuestra gente, nosotros hemos celebrado el asesinato judíos. ¿Cuántas veces hemos salido a las calles a repartir dulces para celebrar la muerte de judíos? Esas escenas repugnantes de hombres y mujeres celebrando ataques terroristas contra judíos en las calles de la Margen Occidental y la Franja de Gaza nunca han sido condenadas por nuestros líderes.
Pero no es suficiente. No lo es para la nación que se erige como baluarte democrático en Oriente Medio, en un entorno hostil en el que, mientras hablamos, están cortando cabezas. En este sentido, el asesinato del bebé palestino Alí Saad Dawabsha en la localidad palestina de Duma es un drama nacional, al mismo nivel que la matanza en la tumba de los patriarcas o el asesinato de Isaac Rabin. Y proclamar que la reacción ante la barbarie es mejor que la de los palestinos no basta.
Lo que ha sucedido en Duma aviva el conflicto con los palestinos, como advierte Avi Issacharoff: esto pavimenta el camino de Hamás hacia el poder en Cisjordania. Desde un punto de vista estratégico y político es indudable. Este asesinato vil será utilizado por Hamás y los demás grupos terroristas como un imán para atraer jóvenes a su causa. Desde un punto de vista moral, lo que pasó en Duma hace volar el alma de Israel en mil pedazos.
A pesar de todo, y al igual que pasó con los asesinos de Khdeir, la repulsa política y social ha sido unánime. Bibi Netanyahu ha calificado el ataque de Duma como lo que es: terrorismo. El presidente Rivlin ha hecho un llamamiento especial a los árabes israelíes y a los palestinos para recordarles que este es el tiempo de “permanecer unidos”.
Algunos, en esta semana trágica para Israel, se han pasado de frenada y han llevado el asunto a la lucha política. David Grossman escribía en El País que Netanyahu y la derecha han avivado el espíritu maligno que ha llevado al atentado de Duma. Una cosa es que, desgraciadamente, en Israel se vuelva a hablar de terrorismo judío –atrás quedaban Yigal Amir, Baruch Goldstein y los seguidores de Kahane– y otra que la derecha haya allanado el terreno para que así sea. La explicación de lo sucedido responde a diversas razones, y no sólo políticas. A Grossman solemos darle el beneficio de la duda, pero aquí no atina.
La supervivencia de Israel depende no sólo de su superioridad militar, también de su compromiso con unos estándares morales irrenunciables. Yair Lapid, la estrella intermitente de la política israelí, se ha mostrado contundente: estamos en guerra. En guerra contra los radicales que queman a bebés palestinos, contra los que acuchillan a seis personas en el día del Orgullo Gay, contra los que intentan contravenir las decisiones del Tribunal Supremo.
Más le vale a Israel ganar esa guerra, y con la misma contundencia con la que gana las convencionales. Se juega el alma.
Pues tambien la ganara porque vuestra mentalidad es diferente y decidada a luchar contra todo tipo de criminales y eso os da una dignidad y una legitimidad a la hora de luchar contra el terrorismo iskamico incleible! Criminales hay en todas partes pero vosotros los meteis en las carceles mientras en otros lugares como palestina se les premia de todas las maneras y se les considera martires y ademas es un terrorismo sistematico y no aislado como es el caso de Israel. El David Groosman es el tonto util del diario el País. Por cierto,este medio se atrevio a publicar unas viñetas donde se reian de las victimas del Hilocausto y tuvieron que retirarlo por la reacion de condena de la gente.Pero lo hicieron,entre otras cosas mas! Critico esto Grossman? y comi se siente uno trabajando en un medio antisemita como el País? verguenza le trendia que dar hacer lo que hace y decir lo que dice!