Hace algún tiempo se erigió una placa de homenaje en la sinagoga de la prestigiosa Academia Militar Americana de West Point, en memoria de Jaim Salomon.
En sus días, en la época de la independencia americana por el año 1776, este hombre era asesor en economía y colaborador principal para asuntos económicos de George Washington, que fue el Primer Presidente y Comandante Jefe del Ejército Continental de los Nuevos Estados Unidos.
En los fríos días del invierno de 1777, los soldados del ejército de EEUU se congelaron de frío por falta de abrigo adecuado, y sufrieron hambre por falta de alimentos.
Jaim Salomon reclutó a la Comunidad Judía de USA, que ya se constituía en algunos miles de familias, y envió un pedido a los judíos de Europa de venir y/o ayudar con donaciones de dinero al nuevo Estado.
Su acción fue tan exitosa que George Washington por si solo hallo correcto destacar que «sin la actitud de Salomon, los acontecimientos de la historia hubieran sido distintos, debido a que el Ejército de USA no hubiera resistido en su guerra contra los británicos y el resto de los enemigos que querían impedir su existencia o su nacimiento».
En memoria a Jaim Salomon y la ayuda del pueblo judío en la creación de la República de los Estados Unidos en su guerra de independencia, decidió Washington destacar su acción de un modo especial.
Si tomas en tu mano un billete de un dólar y lo miras del lado del reverso, hacia el lado derecho del billete veras que las estrellas sobre la cabeza del águila dibujada en el billete son estrellas de 6 puntas, es decir: estrellas de Maguen David!. Y, que también todas juntas forman un Maguen David. Esto, y mas. Si giras el águila cabeza abajo, verás que en su base se halla configurada una «Menora», clásico símbolo judío.
Ambos símbolos se incorporaron definitivamente al diseño de la moneda básica, de acuerdo a instrucciones precisas de Washington, quien dijo:
«El pueblo americano jamás olvidara la ayuda que aportaron los hijos del pueblo judío en los más importantes momentos de la creación de los Estados Unidos de Norteamérica.»
Vicent Ribes, Catedrático de la Universidad de Valencia, en su artículo publicado en la revista Historia Moderna en su número 16, NUEVOS DATOS BIOGRÁFICOS SOBRE JUAN DE MIRALLES, nos dice de Miralles lo siguiente:El carácter secreto de esta ayuda económica -hay que recordar que España no estaba oficialmente en guerra con Inglaterra- hace que hoy sea imposible calcular las cantidades de dinero enviadas por España y qué parte de esos capitales salían directamente de la fortuna privada de Miralles. El hecho de que estos trasvases de dinero se realizasen a través del conde de Aranda, embajador español en París, ha llevado a
muchos historiadores americanos al tremendo error de confundir dicha ayuda con la que los independentistas recibían de Francia. Pero, para darnos una idea de la trascendencia de la ayuda financiera española, bastará recordar que las inestables economías de los Estados de Virginia, North Carolina, Massachussets, New Hampshire, Connetticut, Rhode Island, Pennsilvania… giraban en torno a esos «Spanish milled dollars»
con los que mantenían la insurrección contra Inglaterra. Al mismo tiempo, Miralles, como delegado de la corte de Madrid, encauzó grandes donaciones de ropa de abrigo, pólvora, armas, medicinas, etc. hacia las tropas de Washington, a través de la española ciudad de Nueva Orleans. Don Bernardo de Gálvez, gobernador de Luisiana, y don Francisco Bouligny, controlaban directamente estas donaciones secretas. Algunas, sin embargo, nos son conocidas, y nos permiten afirmar que sin ellas el ejército del general Washington no hubiese podido resistir los de la independencia. El mes de marzo de 1778 el Congreso de los Estados Unidos envió al capitán Willing y a Oliver Pollock a Nueva Orleans para que recogiesen una donación española de «9.000 varas de paño azul y diez y ocho mil varas de paño tinto de lana de las fábricas de Alcoi, 1.710 varas de paño blanco de id., 2.992 varas de estameña blanca…». Traducido a términos actuales, eso significa que absolutamente toda la ropa de abrigo y uniformes del ejército de Washington procedían de España. En la misma donación se incluían «…6 cajas de quinina, 8 cajas de otras medicinas, 108 rollos de telas de lana y estameña, 100 quintales de pólvora en cien barriles, y 300 fusiles con sus bayonetas en 30 cajas…» En otra ocasión, Franklin hacía patente al conde de Aranda su agradecimiento por haberse recibido en Boston doce mil fusiles de ayuda española… Si consideramos que las tropas del general Washington en Morristown apenas llegaban a cinco mil hombres, calibraremos mejor el sentido de la ayuda española. Pero, por si fuera poco, los españoles, además de dinero y pertrechos, ayudaron a las tropas de Washington de otro modo: manteniendo a los ingleses ocupados defendiendo sus fronteras en el valle del Mississippi y en la Florida, lo que hizo imposible el agrupamiento de las tropas inglesas contra Washington. D(Los informes que Miralles enviaba a la Corte de Madrid están en el A.H.N., Estado, leg. 3884bis, exp. 6, nos. 1-17. Las noticias sobre los viajes de sus embarcaciones en el A.G.I., Santo Domingo, leg. 944 y 1598. 26. A.G.I., Santo Domingo, leg. 1197. 372)Don Francisco BouIigny fue el encargado de mantener a raya a los ingleses en el valle del Mississippi,llevando a cabo una política militar y de colonización en dichas tierras. Al mismo tiempo, participó, a las órdenes de Bernardo de Gálvez, en las labores de distracción de las tropas británicas en la Florida, que culminaron con la derrota inglesa de Pensacola el año 1781. Bien puede pues afirmarse que sin la colaboración de hombres como Miralles, Gálvez o Bouligny, la independencia de los Estados Unidos hubiese resultado, al menos, mucho más difícil de conseguir.Pero, además, parece que se estableció una corriente de gran simpatía entre el general Washington y Miralles. Una relación amistosa más profunda de lo que la estricta etiqueta establecía para con un representante de una potencia aliada. El 19 de abril de 1780 llegó Miralles, junto con el embajador francés, al campamento de Morristown, donde fueron recibidos con todos los honores. Un tiempo inclemente, sin embargo, había mermado las fuerzas de Miralles durante el camino desde Philadelphia, obligándole a guardar cama en la propia mansión Ford, donde Washington se hallaba hospedado. A pesar de contar con los cuidados de los mejores médicos disponibles, y atendido solícitamente por el general y su familia, Miralles falleció de una pulmonía el 28 de abril de 1780. Hasta que pudisen ser trasladados sus restos a La Habana, Miralles fue enterrado, lujosamente amortajado con excelentes ropas y un derroche de pedrería, en una ceremonia presidida por Washington, y con el ejército
estadounidense rindiéndole honores por decisión de su general, en el pequeño cementerio presbiteriano de Morristown. La estimación de Washington por Miralles quedó reflejada en multitud de ocasiones, pero pueden servir de ejemplo estas frases escritas por el general al embajador francés -«…las atenciones y los honores rendidos al Sr. de Miralles… fueron dictados por la sincera estimación que siempre le tuve»-, a su viuda -«Todas las atenciones que me fue posible dedicar a su fallecido esposo fueron dictadas por la amistad que sus dignas cualidades me habían inspirado»-, o al mariscal Navarro, capitán general
de Cuba -«I the more sincerely sympathize with you in the loss of so estimable friend, as ever since his residence with us, I have been happy in ranking him among the number of mine. It must however be some consolation to his connexions, to know that in this country he has been universally esteemed and will be universally regretted»-. – See more at: http://www.laalcazaba.org/juan-de-miralles-trayllon-el-espanol-que-murio-en-la-casa-de-george-washington-guerra-de-la-independencia-norteamericana-por-luis-m-moll/#sthash.wP1bmZkT.dpuf