El Fikra Forum publicó la semana pasada una fascinante encuesta en la que se preguntaba a los palestinos cuál era su solución preferida al conflicto con Israel en tres perspectivas temporales. Respecto a la solución a cinco años vista, una mayoría eligió “reclamar toda la Palestina histórica, desde el río hasta el mar” como “principal objetivo nacional palestino”; la solución de dos Estados quedó en segundo lugar y la de un solo Estado fue la tercera. Además, si bien los palestinos no esperan que ese objetivo se logre en cinco años, consideran que es alcanzable en el medio o largo plazo: sólo una cuarta parte de los encuestados espera que Israel “siga existiendo como Estado judío” dentro de 30 o 40 años, y para dentro de 100 sólo el 12% de los habitantes de la Margen Occidental y el 15% de los gazatíes creen que seguirá existiendo el Estado judío.
Que a los palestinos no les gusta la solución de dos Estados no es precisamente una novedad: según una encuesta encargada por The Israel Project hace cuatro años, un amplio 66% consideraba que los dos Estados no eran más que un paso en el camino hacia un único Estado palestino que abarque todo Israel, la Margen Occidental y la Franja de Gaza. Tampoco es que su actitud resulte sorprendente si tenemos en cuenta otro revelador aspecto que muestra la encuesta del Fikra Forum: el 81% de los habitantes de la Margen y el 88% de los gazatíes afirman que todo es “territorio palestino y los judios no tienen derechos sobre él”.
Si los palestinos creen realmente que los judíos no tienen derechos sobre ninguna parte del territorio en el que existió una comunidad judía durante más de un milenio, su aspiración a erradicar el Estado judío y a reemplazarlo por el suyo propio es natural: ¿quién accedería a ceder permanentemente la mitad de su casa a un ocupa? La respuesta lógica en esa situación es hacer tiempo, puede que incluso firmando acuerdos que no se tiene intención de cumplir, mientras se busca la forma de desahuciar al ocupa de forma permanente. Y eso es justo lo que han estado, y siguen haciendo, los palestinos.
Eso, sin embargo, tiene serias implicaciones sobre cómo debería abordar Israel la cuestión palestina. Y, a ese respecto, la conclusión a la que llega el director del Fikra Forum, David Pollock, se queda bastante corta. Pollock escribe:
Dadas estas actitudes respecto al futuro a largo plazo, hay buenas razones para preguntarse si cualquier acuerdo sobre el ‘status definitivo’ será realmente definitivo. [Por tanto] al aplicar el principio ampliamente aceptado de ‘paz a cambio de territorios’, los políticos responsables deberían prestarle al menos la misma atención a los medios prácticos de mantener la paz.
Pero esa recomendación ignora tres problemas cruciales. En primer lugar, la experiencia demuestra que una vez se ha cedido territorio estratégico, no hay “formas prácticas de mantener la paz” si el otro bando no quiere hacerlo. La paz con Egipto resistió porque los egipcios decidieron mantenerla. En cambio, las retiradas realizadas por Israel en los últimos veinte años de Gaza, partes de la Margen Occidental y el sur del Líbano han originado guerras en serie, porque ni Hezbolá ni los palestinos tenían interés alguno en mantener la paz.
Esta experiencia nos lleva directamente a la segunda cuestión: no debería haber acuerdos de paz a cambio de territorios a menos que tu enemigo desee verdaderamente la paz, porque ceder territorio estratégico no hace sino facilitar que el enemigo te ataque, y las concesiones territoriales suelen ser irreversibles. Así que el hecho de que la mayor parte de los palestinos siga aspirando a la erradicación definitiva de Israel hace que “el principio ampliamente aceptado de ‘paz a cambio de territorios’” sea completamente inaplicable.
Pero, en tercer lugar, no hay motivos para creer que, en estas circunstancias, los palestinos accedieran siquiera a un acuerdo de estatus definitivo. A fin de cuentas, ahora no hay un acuerdo ese tipo, pero las encuestas muestran que una abrumadora mayoría de palestinos cree que van camino de lograr su objetivo de erradicar a Israel dentro de pocas décadas. En otras palabras: creen que su actual estrategia de negarse a firmar un acuerdo de paz permanente está funcionando, así que ¿para qué cambiarla?
De hecho, precisamente por eso los palestinos han rechazado las reiteradas ofertas israelíes de tener un Estado propio en la mayor parte de la Margen Occidental y en la Franja de Gaza: no sólo no es ése su objetivo último; es que ni siquiera creen que les conduzca a él. La única forma de que firmaran un acuerdo semejante es que cambiaran de opinión y llegaran a la conclusión de que con ello se avanzaría en su objetivo de destruir Israel, y entonces sería Israel el que, evidentemente, no debería firmarlo.
Todo ello supone que ni habrá ni puede haber una solución definitiva al conflicto en el futuro inmediato. Por tanto, Israel necesita urgentemente una estrategia a largo plazo para hacer frente a un conflicto que no tiene final a la vista.
En un ensayo publicado en Mosaic a principios de este mes, describí detalladamente cómo debería ser semejante estrategia en cuatro aspectos: negociaciones, diplomacia pública, acción militar y el frente doméstico. Pero un elemento de esta estrategia es especialmente relevante para lo que revela la encuesta del Fikra Forum: la importancia crucial de exponer incansablemente los derechos históricos y legales de Israel sobre este territorio.
Como muestra la encuesta, el quid del conflicto es la creencia palestina de que “los judíos no tienen derechos sobre el territorio”. Los palestinos también creen que están logrando convertir al resto del mundo a su punto de vista, lo que no hace sino alimentar su convicción de que al final lograrán destruir Israel.
Hasta que esas dos creencias no cambien no habrá solución posible a este conflicto. Y sólo Israel puede defender sus derechos: nadie lo va a hacer en su lugar.
© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio
y a Bibi le interesa la paz ?…..