Hace ya días que el Presidente de la Autoridad Nacional Palestina Mahmud Abbas (Abu Mazen) había anunciado que lanzaría una “bomba” en su discurso ante la Asamblea General de la ONU . Las especulaciones fueron variadas, todas pesimistas. En algún recóndito e irrealista lugar de nuestra mente nos hacíamos ilusiones: quizás acepte finalmente la invitación que el Premier israelí Benjamín Netanyahu formuló en distintas ocasiones, a iniciar de inmediato negociaciones directas. “Estoy dispuesto a ir ya mismo a Ramallah o donde sea necesario, para sentarnos a negociar”, había dicho “Bibi” repetidamente. ¿Acaso eso significaba que todo estaba en camino a una solución? ¿Que Israel aceptaría todo lo que exigiría Abu Mazen? Claro que no. Pero era un comienzo ineludible para empezar a avanzar. Y Abu Mazen lo rechazó una y otra vez, prefiriendo de hecho negociar con la comunidad internacional para que presione a Israel a concesiones, en lugar de entrar en conversaciones en las que ambas partes tendrían responsabilidad de dar pasos en aras dela paz.
Ayer, volvió a utilizar una tribuna mundial para presentar a Israel como un estado criminal y apartheid, para mentir sobre lo que ocurre en la mezquita de Al Aksa, ocultando que jóvenes musulmanes palestinos usan el lugar sagrado para lanzar piedras y botellas incendiarias hacia los judíos, y alegando que Israel “quiere convertir el conflicto de político en religioso”.
Su gran bomba fue que no se verá comprometido por los acuerdos firmados con Israel. Eso alteraría sí las cosas para Israel, pero..¿Ayudaría en algo a los palestinos? En nada.
Esto, mientras desde la Franja de Gaza, nuevamente, dispararon hacia Israel y la Cúpula de Hierro tuvo que activarse para interceptar cohetes en camino a la ciudad de Ashdod. Es la tercera vez en dos semanas. ¿Algún otro país normal aguantaría este ritmo? ¿Acaso el criterio para determinar que es intolerable, es que caigan 20 cohetes por día?
Los palestinos continúan desperdiciando oportunidades, en la arena política y en la vida diaria. Cuando todo el mundo está preocupado por el Estado islámico, muchas fuerzas podrían ayudar al logro de un acuerdo de paz. Pero para eso hay que sentarse, combatir la violencia y cambiar de actitud.
De lo contrario, todo seguirá igual. Israel sufrirá, sí, pero por cierto también los palestinos. Y por más que Abu Mazen bese emocionado la bandera palestina izada ayer en la ONU, como si los símbolos fueran más importantes que la esencia, no estará ayudando a su pueblo si no se sienta a negociar.
anciano ya es hora de retirarse de la arena politica, todo te ira en contra