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| lunes diciembre 23, 2024

El magnetismo del Monte del Templo


Era ingenuo pensar que los nuevos aires que sacuden el Oriente Medio, que suponen la decadencia del nacionalismo estatal en favor del sectarismo y el fervor religioso, no terminarían penetrando también en el angosto territorio que va desde el río Jordán al mar Mediterráneo.

La ola de violencia actual parece sugerir que el movimiento nacionalista palestino, en declive, está siendo abrumado por el espíritu de los creyentes. Al llamar a defender la mezquita de Al Aqsa en supuesto acecho, ha echado mano del último recurso y el más peligroso. Alrededor del símbolo de la mezquita de Al Aqsa, ha logrado unir a todos los elementos heterogéneos que con la existencia de Israel se han ido separando desde hace décadas: los llamados “árabes israelíes”, Jerusalén este, Cisjordania y la Franja de Gaza.

No importa cuán manipulativamente perversa o correctamente verdadera sea la narrativa, lo significativo es que el mito ha logrado generar un remolino de comunidad imaginaria para la sociedad palestina que en la vida cotidiana está jerárquicamente fragmentada, y no sólo por su relación Con el Estado de Israel, sino también y fundamentalmente por el diferente estatus de sus clanes y por las desigualdades de género.

Esta danza de sangre, que contemplamos, no se apoya en las estructuras organizacionales tradicionales, que esperan al acecho para beneficiarse, sino en las redes sociales y virtuales. Los actores son precisamente los niños que crecieron con el mito de la Nakba (“catástrofe”) –por el establecimiento del Estado de Israel- y están ejecutando un simulacro del levantamiento de los años treinta, en los días del Gran Mufti de Jerusalén Haj Amin al Husseini, que en nombre de un supuesto peligro para la Mezquita de Al Aqsa llamó a los árabes a una revuelta que terminó en un gran desastre para la sociedad palestina.

En la vereda de enfrente, los palestinos enfrentan a un Israel que se erige como una especie de mezcla entre Atenas y Esparta, y una cultura de profundo igualitarismo, que se ha enraizado en el desarrollo de su ejército y en la alta tecnología, todo eso mezclado con una intensa percepción del aquí y ahora como emanando del manantial del tiempo y el espacio bíblicos.

 
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