[Lucy Aharish, periodista árabe israelí. Se necesita mucho coraje para desviarse del coro y decir algo en contra de los fanáticos de la incitación (Foto: AP)]
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Una comunidad normal se caracteriza, entre otras cosas, por tener opiniones variadas. Opiniones molestas, también. De vez en cuando, durante discusiones en el extranjero, se me presentan cosas que israelíes han dicho y escrito en la prensa y en el mundo académico. Cosas escandalosas e infundadas.
Mi respuesta habitual es: Estoy orgulloso de vivir en un país donde estas voces se expresan. El hecho de que se publiquen no es prueba de que el contenido sea cierto. Es prueba de que Israel es una sociedad democrática que celebra constantemente la libertad de expresión.
Pero resulta que hay comunidades donde la gente debe expresar una única opinión. En muchos estados árabes no hay democracia. Es muy difícil, incluso imposible, expresar opiniones diferentes y críticas.
Sucede también en comunidades musulmanas de occidente. Un estudiante de doctorado holandés de origen turco, Mehmet Shahin, trató de luchar contra el fenómeno de la admiración por Hitler entre los miembros jóvenes de su comunidad. Se vio obligado a buscar refugio. No está claro si la mayoría de los miembros de su comunidad son fanáticos de Hitler, pero está claro que los fanáticos de Hitler son la fuerza dominante en la comunidad.
Fue precedido por Ayaan Hirsi Ali, quien se convirtió en miembro del parlamento y fue blanco de amenazas de muerte. Se atrevió a criticar el tratamiento del Islam a las mujeres y ha estado viviendo bajo estrictas medidas de seguridad desde entonces. Hassen Chalghoumi, el imán de la mezquita de Drancy, cerca de París, expresa profundas crítica contra el Islam radical. Él y su familia han sido atacados. Necesita también protección habitual. Hay otros musulmanes que han expresado opiniones críticas. Comparten el mismo destino.
La comunidad árabe en Israel no es diferente. El Padre Gabriel Naddaf, que apoya el reclutamiento de jóvenes árabes, ha sido acosado en innumerables ocasiones.
El liderazgo prefiere la dirección opuesta, por supuesto. El Miembro de la Knesset, Jamal Zahalka, por ejemplo, aclaró que «el que haga el servicio nacional será tratado como un leproso». Estaba sentado junto al principal incitador e instigador, Raed Salah.
No es que no haya otros árabes que comparten la opinión de Naddaf. Por el contrario: Encuestas publicadas en la última década muestran que hubo, y tal vez sigue habiendo, una mayoría entre los jóvenes árabes que quieren unirse al servicio comunitario y nacional.
En este contexto, se necesita mucho coraje para desviarse del coro y decir algo en contra de los fanáticos de la incitación. Muchos árabes piensan de manera diferente, pero sólo unos pocos abren su bocas .Lucy Aharish se destaca, sobre todo porque es la más famosa entre ellos. Es una periodista resuelta cuyas opiniones son más bien de izquierda, pero no radicales.
Se esperaban expresiones críticas en su contra, principalmente por la ultra-izquierda radical. La izquierda radical en Europa también se pronunció en contra de Hirsi Ali y no contra los sombríos jihadistas que ella criticaba. Después de todo, estamos hablando de una izquierda que desprecia a Estados Unidos, Israel y al sionismo y su coalición natural e histórica es con sombríos tiranos. Solía ser Stalin; en la última década han estado marchando en Europa con banderas de Hezbollah y Hamas, mientras alguien voceaba: «Hamas, Hamas, judíos al gas».
La izquierda radical en Israel es una rama de la izquierda radical del mundo. Su partido, la Lista Árabe Conjunta, firmó un pacto con Salah. Los representantes de la izquierda delirante están arremetiendo contra Aharish, que se desvió de la línea del partido. Es un patrón habitual: Iluminados al servicio de la oscuridad. De vez en cuando, se quejan: ¿Cómo es posible que Aharish no se identifique con su pueblo? Esa es una pregunta interesante, sobre todo viniendo de aquellos que han convertido a la solidaridad con su pueblo en fascismo peligroso.
No son iluminados. Son racistas. Luchan contra el derecho a expresar opiniones inusuales, desafiantes e irritantes. Y es su derecho. Pero cuando esas inusuales y provocativas opiniones se expresan entre la comunidad árabe, la comunidad se levanta contra ellos. Contra Mehmet, contra Hirsi Ali, contra Chalghoumi y contra Naddaf y Aharish. A los miembros de la raza radical superior se les permite expresar sus inusuales opiniones, a los árabes no.
El día en que la sociedad árabe pueda expresar opiniones diversas, irritantes, críticas sin reacciones violentas y sin necesidad de guardaespaldas, será un día histórico para todos los árabes, donde quiera que estén. Pero los radicales no quieren una sociedad árabe abierta. Prefieren una sociedad con una sola voz
El islam es alérgico por naturaleza a la libertad, la de pensamiento, expresion, manifestacion o cualquier otra, tal como evidencian los hechos, una realidad indicativa del fanatismo que subyace en su doctrina sectária y totalitária, que se niega a aceptar la presencia en torno a ella, de otros credos que no sea el suyo, o de aquellas posturas laicas que pongan en duda la existencia de un «Ente superior» …. por todo ello el modelo de sociedad surgido del mundo musulman, es incompatible con el concepto mismo de democracia, y por ende con los valores que ésta encarna … La supuesta superioridad del islam sobre el resto de confesiones, le lleva a adoptar frente a ellas, una actitud despectiva e impositiva, que de facto imposibilita su eclosion, y cercena sus formas de expresividad liturgica…
En aquellos paises árabes de mayoria musulmanes, en los que se inició un timido proceso de apertura en lo relativo a los derechos civiles, como por ejemplo Tunez, la reaccion furibunda de los radicales no se hizo esperar, por medio de revueltas callejeras, actos de vandalismo, y lo que es peor, el recurso al terrorismo, el cual se cobró ya multiples victimas con ocasion de los últimos atentados …