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| lunes diciembre 23, 2024

¿Y si cae Egipto?


Independientemente de que la Provincia del Sinaí del Estado Islámico derribara o no el avión ruso de Metrojet y matara a 224 personas, es evidente que Egipto tiene un grave problema: la creciente insurgencia islamista. Pese a ello, el presidente Sisi y su régimen militar están dedicando muchas de sus energías no a acorralar a los terroristas, sino a blogueros, periodistas y activistas de la sociedad civil.

El pasado domingo, la inteligencia militar detuvo a Hosam Bagat, un periodista y activista pro derechos humanos, para interrogarlo. Fue liberado pocos días después, pero aún podría ser acusado de difundir noticias que los militares no quieren que se conozcan. Aunque Bagat fue liberado, muchos otros siguen encarcelados.

Amnistía Internacional informó el pasado verano de que durante su primer año en el poder Sisi detuvo, acusó, procesó o condenó a 41.000 personas por delitos dudosos. AI señalaba:

La Ley de Manifestaciones, aprobada en noviembre de 2013, permite que las autoridades detengan y procesen a manifestantes pacíficos a su antojo, y criminaliza el mero hecho de que 10 o más personas se manifiesten por las calles sin autorización previa. También concede carta blanca a las fuerzas de seguridad para un uso excesivo o incluso letal de la fuerza contra manifestantes pacíficos.

Las víctimas más famosas de las purgas egipcias han sido Mohamed Morsi, el breve presidente, y otros 100 miembros de los Hermanos Musulmanes que han sido condenados a muerte. Peromuchos de los encarcelados son progresistas, no islamistas, cuyo delito no es tratar de imponer una teocracia, sino protestar contra la dura opresión militar.

Al principio, Estados Unidos pareció preocuparse por esta tendencia. Tras el golpe militar, el presidente Obama congeló ayuda militar a Egipto por valor de 1.300 millones de dólares al año. Pero a comienzos de este año los estadounidenses volvieron a abrir el grifo de las ayudas, y entregaron ocho flamantes F-16 a la Fuerza Aérea de Sisi.

Es evidente por qué Estados Unidos ha decidido respaldar a Sisi: se le considera un aliado relativamente fiable en la lucha contra el extremismo islamista. Incluso está dispuesto a hacer negocios con Israel, por lo que el Gobierno israelí lo respalda enormemente.

El único problema es que Sisi puede ser tan duro a la hora de reprimir a los disidentes que podría estar creando, no extinguiendo, una insurgencia islamista. Desde luego, el levantamiento islamista del Sinaí, alineado ahora con el Estado Islámico, parece más fuerte que nunca. Si la rama del Sinaí del ISIS fuera la responsable de derribar el avión de Metrojet, estaríamos ante una inquietante señal de que está desarrollando una capacidad terrorista equiparable a la de Al Qaeda en la Península Arábiga, que hasta ahora era el grupo terrorista más empeñado en atacar a Estados Unidos.

No tengo una solución mágica para el problema egipcio, en el que ambas alternativas (los Hermanos Musulmanes y los militares) presentan graves inconvenientes. Si tenemos eso en cuenta, es mejor respaldar a Sisi, siguiendo la famosa teoría de que puede que sea un hdp, pero al menos es nuestro hdp. Pero no deberíamos cometer el mismo error que hemos cometido en el pasado con otros déspotas de Oriente Medio, como el Sah de Irán o, si a eso vamos, el egipcio Hosni Mubarak, y firmarle un cheque en blanco. El problema de ello es que al tratar de reprimir toda disidencia Sisi está acabando con cualquier esperanza de poder tener una oposición moderada y aumentando las posibilidades de que cuando se venga abajo su autocracia, si es que lo hace, la alternativa sea una dictadura islamista.

No es fácil, pero Estados Unidos debe seguir unos principios y dejar claro que apoyaremos a Sisi a reprimir el auténtico terrorismo (por ejemplo, al ISIS), pero no a combatir a la sociedad civil. Un aparte significativa de la ayuda estadounidense debe estar condicionada a que Sisi elimine algunas de sus medidas más severas y deje más espacio a la discrepancia pública. También deberíamos hacer llegar apoyo estadounidense a organizaciones no gubernamentales moderadas. Sisi debe comprender que no es probable que la estrategia de la represión pura y dura vaya a funcionarle; debe acercarse a los adversarios políticos, no encerrarlos.

© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio

 
Comentarios

EL MUNDO NO ENTIENDE QUE ESTOS ASECINOS TERRORISTA ISLAMICOS , NO ENTIENDEN OTRO IDIOMA QUE ES EL DEL GARROTE. Y EL PRESIDENTE SISI LO SABE EXACTAMENTE COMO ACTUAR CON ELLOS-

Egipto representa un bastion contra el avance del yihadismo, y es preciso que las potencias occidentales apoyen al gobierno de Sisi, sin prejuicio de condenar o no, determinadas politicas llevadas a cabo al amparo de su presidencia …
La estabilidad egipcia, en materia politica y social, es en la actual conyuntura internacional, vital no solo para los EE UU y los paises europeos, sino para el própio mundo árabe, sometido a convulsiones que en nada favorecen su desarrollo, ni a aspectos de orden securitário … Cercenar el dispositivo «humano» y armamentistico desplegado por el daesh, implica la estrecha colaboracion de los gobiernos occidentales, con sus homólogos árabes contrarios a la expansion de una amenaza que perciben comun y cercana …

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