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| lunes diciembre 23, 2024

Queremos fatuas​


En estos tiempos convulsos, la amenaza global del yihadismo aún no ha convertido en certidumbre las posiciones de cada nación en el tablero. Por ejemplo, Turquía forma geográficamente parte de Europa, pero cultural y religiosamente de Oriente; dice combatir al terrorismo, pero permite la entrada y salida de yihadistas desde las zonas controladas por Daesh. En otro bando (que suponemos opuesto), Rusia aprovecha el ansia europea de respuesta a los últimos atentados para bombardear también a los enemigos no yihadistas de su aliado y valedor de su base militar en el Mediterráneo, el presidente sirio.

Pero en esta guerra de nuevo corte (internacional, por no llamarla con el nombre tabú de mundial), lo menos claro es el frente interno. Las naciones atacadas por la guerra santa expansionista del Islam radical miran con recelo a sus minorías musulmanas, pero con temor a ofenderlas y “provocar” una mayor radicalización. Porque la idea de que la culpa del conflicto es de los pueblos libres, democráticos y occidentales ha calado incluso entre sus propias filas. Esta postura, que algunos califican de “buenismo”, paraliza cualquier reacción a largo plazo. El mayor representante mundial de esta actitud política coincide con el líder de la mayor potencia, cuyas declaraciones hace años dejaron clara su política de no intervencionismo, que encendió las primaveras árabes que no han podido evitar traducirse en una toma del poder por los extremistas. Si de algo puede acusarse a los EE.UU. en la génesis de Daesh es justamente de su inacción.

El buenismo no sólo se traduce en la inacción “pacifista” (en lugar de otra mejilla tendríamos que tener un segundo gaznate que ofrecer a los degolladores), sino en la inversión de la causalidad. Por ejemplo, la primera declaración que suele seguir a un grave atentado reivindicado por islamistas suele ser de alerta ante posibles reacciones islamófobas, incluso cuando (como en los ataques de enero en París y Copenhague) las víctimas son judías. En Europa nadie se atreve a pronunciar la palabra antisemitismo sin resaltar después la islamofobia aunque, al menos en nuestro entorno, nunca se haya producido un ataque contra una mezquita y sí varios a sinagogas.

Son ocasiones en las que incluso el presidente de un país laico por definición, como Francia, sale a la palestra para enseñarnos la verdadera esencia de una religión, el Islam, como fuente de paz. También asistimos asombrados a las escasas y poco concurridas manifestaciones en contra de las acciones terroristas convocadas por las propias minorías musulmanas, a menos que sea para enarbolar el temido temor al miedo de la islamofobia.

Hace años todos aprendimos que existen las fatuas, como la que condenó a Salman Rushdie a vivir bajo protección policial toda su vida, por atreverse a escribir un libro poco elogioso sobre su profeta. Hace mucho que esperamos no una condena para la prensa local ni una foto detrás de una pancarta, sino un verdadero pronunciamiento legal de uno o muchos muftíes, en contra de la violencia terrorista a la que se puedan acoger todos los musulmanes de bien y pacíficos que viven en entornos de libertad. Ellos (y nosotros) necesitamos esas fatuas.

Shabat shalom

 
Comentarios

«…Porque la idea de que la culpa del conflicto es de los pueblos libres, democráticos y occidentales…» Error, la culpa es de la voracidad destructora de las élites políticas y económicas de las potencias occidentales por la expoliación de los recursos del Medio Oriente y Africa desde mas de un siglo. Es falsa también la afirmación del artículo que no existan voces importantes y representativas en contra de la violencia terrorista. Por ejemplo recientemente el Centro de Supervisión de Fatuas Takfiris vinculado a Dar al Iftaa ha pedido, que las obras y fatuas desviadas del difunto Ibn Uzaimin uno de los sheiks más famosos de los Saúd, sobre la autorización del asesinato de mujeres y niños que alientan a los terroristas a matar a civiles, sean prohibidas.

Imbecil soplagaitas

estas parado frente a un espejo ?? no es el lugar para hacer tus confesiones personales !!!!

Una cosa son las declaraciones y otras las fatuas.
Pueden hacerse muchas declaraciones, que por cierto no se hacen muchas, condenando el terrorismo.
Otra cosa es una fatua contra los yihadistas.
Adrian Roux confunde declaraciones con fatuas.
Es grave a estas alturas confundirlo. otro tema sería que Adrían Roux no lo confunda sino que quiera confundir a los lectores.

Podremos (mucho me temo) seguir por largo tiempo esperando esas reacciones inequivocas contra el terrorismo yihadista, por parte de la comunidades musulmanas y los imanes que las lideran …
mas allá de determinadas declaraciones publicas, efectuadas por alguno de ellos a titulo individual …
El islamismo se ha propuesto echar por tierra nuestro modelo de sociedad, con el proposito de edificar sobre sus restos, los fundamentos de un califato universal, para cual no cuenta como es obvio con nuestra aprobacion mayoritaria, pero si en cambio con la aquescencia de un cierto sector de la sociedad, proclive a la auto-flagelacion, y dispuesta siempre a auto-inculparse por los crimenes que otros cometen o se proponen perpetrar a sus expensas … un sector social ubicado ideologicamente en el ala de la ultraizquierda, y en lo que «le cuelga» (vease, movimientos pseudo-pacifistas, anticapitalistas, «ecologistas» «antisionistas»y todos los «istas» que se quiera)
Semejante grado de inópia intelectual, obedece sin duda a la suma de absurdos complejos y de desconocimiento colectivo de la propia historia, ademas de a elevados niveles de sectarismo politico, que lleva a identificar a democratas de tendencias opuestas, como «facistas» en potencia, en tanto que criminales terroristas son percibidos como «milicianos en lucha por una causa» o «victimas de un capitalismo feroz» … a eso se reduce para los tales el debate, lo cual invita a toda mente sensata, a adoptar un distanciamiento fisico de todos ellos, con vistas a evitar toda hipotetica «intoxicacion» y posterior «contagio» de tan dañinos males …
El islam permanece tabu para nuestras autoridades publicas, medios de comunicacion e intelectualoides varios, aquellos mismos que utilizan la expresion «islamofóbia» cada vez que alguien ósa recrimar a los musulmanes por su conducta, consistente en asesinar en nombre de su credo, o en su defecto consentir desde el silencio complice o culpable, la comisin de tales atropellos …
Semejante renuncia a la critica, por cobardia o buenismo en grado de imbecilidad, favorece y propicia la impunidad de los malhechores en identica medida que debilita y fragiliza la posicion de sus potenciales victimas, las cuales se deben pasivas, y sumisas hasta la inmolacion en nombre del sacrosanto principio que avala la correccion politica, segun la cual todo el mundo es inocente (exepto los judios) y si algun culpable hay, será preciso encontrarlo no entre los que dinamitan discotecas, cafeteria, trenes, aviones o mercados o guarderias , sino entre la «malevola» sociedad occidental, que contribuyó activamente a su aparicion y justifica por si sola, la presencia de su ideario genocida …

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