«No hay futuro para los judíos en Europa», ha declarado el rabino mayor de Bruselas, Rabbi Avraham Gigi. Lo que Hitler no consiguió hace setenta años con su aterradora Solución Final va camino de convertirse realidad: una Europa sin judíos.
Igual que el terror islámico del ISIS está aniquilando comunidades cristianas que habían sobrevivido a más de mil años de opresión musulmana, el acoso constante y los ataques antisemitas cotidianos de baja intensidad importados por las poblaciones inmigrantes de Oriente Medio en muchas ciudades de Europa hacen intolerable la vida de los judíos del Viejo Continente.
Las consignas antisemitas, proscritas tantas décadas en Europa tras el horror del Holocausto, vuelven a las pancartas y a los manifiestos, con la excusa de la lucha palestina en el caso de la izquierda radical y abiertamente en el caso de los radicales islamistas. Para muchos judíos que viven en Europa, el célebre ‘Never again’ -Nunca Más- se está acercando al ‘Once again’ -Otra Vez-. «Hay sensación de miedo en las calles, entienden que ahora son objetivo de los terroristas», declaró Guigui a una cadena de radio israelí después de que se cerraran el sábado todas las sinagogas de Bruselas por primera vez desde la Segunda Guerra. «Los judíos ahora han optado por rezar en sus casas y algunos se plantean emigrar».
Mientras entran en la Unión Europea cientos de miles de inmigrantes de Oriente Medio y el Maghreb, musulmanes en su inmensa mayoría, otra población hace silenciosamente el camino contrario. Más de 60.000 judíos dejaron Europa en la pasada década, y otros miles siguen marchándose. Hoy quedan en Europa 1,4 millones de judíos, el 0,2% de la población, frente a los 44 millones de musulmanes presentes en nuestros países.
Hasta hace pocos años, las comunidades judías de europa podían sentirse a salvo. Fuera de algún acto discriminatorio ocasional, apenas podían contarse actos violentos que tuvieran el antisemitismo como motivación. Pero eso empezó a cambiar en 2006, cuando un grupo en París secuestró y torturó a un joven judío, Ilan Halimi, durante tres semanas antes de matarle. En 2012, un hombre atacó la escuela judía de Toulouse y mató a siete personas. En 2004, Mehdi Nemmouche, de origen argelino, mató a cuatro personas en el Museo Judío de Bruselas. El 9 de enero de este año, radicales armados entraron en un mercado kosher de París y mataron a cuatro personas. El 14 de febrero, un hombre atacó una sinagoga de Copenhague y mató a una persona.
Pero es el miedo diario, el insulto de cada día, la pequeña agresión cotidiana y las amenazas continuas lo que está convirtiendo la vida de los judíos europeos en una pesadilla, que se agrava con el desafecto de buena parte de la ciudadanía.
El año pasado, durante el primer trimestre se registraron 169 incidentes antisemitas, según cifras oficiales, un 40% más que en el mismo periodo del año anterior. En Suecia, la situación es tan grave que se han organizado grupos de gentiles voluntarios para acompañar a los judíos a la sinagoga, a modo de escolta. No es que vaya a hacer falta por el momento, porque se han cerrado las sinagogas del país «por motivos de seguridad».
Europa, en general, aprendió la lección hace 70 años, y el antisemitismo se ha convertido entre los nativos en un fenómeno residual con el que coquetea la extrema izquierda con su odio al Estado de Israel. Pero los inmigrantes musulmanes no se sienten herederos de la culpa de Auschwitz y traen consigo un odio al judío imbuido en su cultura y no desanimado, precisamente, por sus creencias religiosas.
Europa, en fin, está importando a manos llenas un antisemitismo de nuevo cuño, agresivo y sin complejos, que poco a poco está haciendo realidad el sueño de Adolf Hitler y la pesadilla de las comunidades judías del Viejo Continente.
Para referirse a este tema y emitir un juicio objetivo hay que despojarse de todo atizbo de identidad, lo cual es muy difícil, pero no imposible. Si bien es cierto que el nazismo fué el enemigo mas implacable del Pueblo Judío, no fué el primero ni será el último, y hay que comprender esto antes de tratar de emitir una opinión certera.
Sin entrar en detalles particulares de cada caso, la generalidad nos dará un visión mas amplia siempre con el fin de prevenir, no de curar, porque esta infección ya está muy arraigada, tanto que está terminando con la vida misma del portador, como ahora estamos viendo con el Islam Radical (islamo-fascismo).
Desde la misma historia de la civilización que nace contemporáneamente con el Pueblo Hebreo, el aspecto caracterísitco a resaltar, fué el «emigrar» ( Habraham-génesis ), remarcando el asentamiento en Eretz Israel a los 40 años de la salida de Egipto, hecho que cambia no solo la característica misma del pueblo, sino la historia misma donde se suceden dos éxodos forzados mas adelante (Babilonia y Roma), hasta los días actuales. Pero lo destacable e importante del asunto es que no termina en la Independencia de Israel, hecho todavía no reconocido por la mitad del mundo, con una guerra continua y atroz por parte de los vecinos Musulmanes, con una guerra terrorista interna continuada (palestinos), que también amenaza a la contínua emigración.
El problema con los musulmanes NO TIENE SOLUCIÓN, es así de simple, empezaron desde las conversiones forzosas por los años 700’s hasta la intifada actual, es odio que está documentado en su libro sagrado, es escencia misma de su civilización. Algunos extremistas sostienen que la solución no es tan difícil, sin embargo no está permitido y no sabemos si allí terminará.
A la luz de los acontecimiento actuales, la afirmación de Netanyahu de que el muftí de Jerusalem tuvo una influencia descisiva sobre el nazismo y su «solución final», lamentablemente, hay que creerle mas que a Merkel !!!