El nombramiento como presentadora del especial de Navidad de la televisión pública sueca de Gina Dirawi, que profesa la fe islámica, y que según los eruditos islámicos debe creer que la celebración del nacimiento de Cristo es una tradición pagana, provocó sentimientos de ira y traición entre los suecos. (Imagen: pantallazo de un vídeo deExpressen).
Traducción del texto original: Sweden’s Muslim Christmas Show
Traducido por El Medio
Desde la noche de los atentados de París hasta el martes, cuando el Gobierno sueco anunció que iba a dar marcha atrás en su política de fronteras abiertas, Suecia estuvo en estado de agitación. No importó lo que el Gobierno dijera: no no consiguió nada, salvo enfurecer cada vez más a los suecos.
Cuando el primer ministro Stefan Löfven acusó a su pueblo de haber sido ingenuo respecto al islam radical, estalló la indignación en las redes sociales. Se podían leer comentarios como este: «No. Algunos de vosotros habéis sido ingenuos. Al resto se nos ha llamado fascistas y otras cosas desagradables».
La conmoción y el horror de los atentados de París –donde hubo una mujer sueca entre los 130 muertos y otra entre los 350 heridos– apenas se habían calmado cuando los suecos recibieron otro mazazo. El 18 de noviembre, un desolado Anders Thornberg, jefe del Servicio de Seguridad, dio una rueda de prensa en la que informó de que se sospechaba que un terrorista entrenado por ISIS había entrado en Suecia y que se había emitido una orden de arresto contra él. Por ello, Thornberg ha subido el nivel de amenaza en Suecia de 3 a 4 en una escala de cinco, lo que significa que el país se está enfrentando al más alto «nivel de amenaza» desde que se empezó a utilizar la escala en 2010.
El jefe del Servicio de Seguridad, así como varios ministros, pidieron a la población que mantuviera la calma. La petición fue en vano. Los rumores, desatados en Facebook y otras redes sociales, decían que la policía había avisado a sus familias de que «se mantuvieran alejados del centro de la ciudad durante los siguientes cuatro o cinco días, ya que la amenaza era mucho más grave de lo que se había hecho público; al parecer están buscando a más terroristas, a unas 20 personas; tenéis que decidir vosotros. En cualquier caso, la amenaza es mayor de lo que se ha dicho en las noticias».
Al día siguiente, el metro de Estocolmo, que normalmente transporta a 1,2 millones de pasajeros al día, estaba casi desierto. Más tarde, el 20 de noviembre, el Servicio de Seguridad confirmó que había habido planes de atentar en Estocolmo.
El día después de la alerta nacional, se capturó al presunto terrorista de ISIS. Resultó que había solicitado asilo en Suecia bajo el nombre Mutar Muzana Majid, y que había vivido durante algunas semanas en casa de unos solicitantes de asilo en el pequeño pueblo minero de Boliden, al norte de Suecia.
El primer ministro Stefan Löfven no hizo declaraciones públicas hasta después del arresto. Durante una rueda de prensa, anunció que endurecería las leyes antiterroristas para hacer frente a los extranjeros radicales islamistas, respecto a los cuales, ahora sí, reconoce que plantean la mayor amenaza a Suecia, y no la única:
Sabemos que unos 300 ciudadanos suecos han partido a Siria e Irak para luchar junto a ISIS. También sabemos que han regresado unos 120. El Servicio de Seguridad cree que entre ellos hay individuos que representan una amenaza para nuestra sociedad, y que han cometido crímenes en otros países. Es inaceptable que la gente pueda viajar, participar en actos terroristas y volver sin rendir cuentas, y que consuma enormes recursos de la sociedad.
Después, el primer ministro afirmó que «Suecia había sido ingenua», olvidándose convenientemente de que él había llamado, a quienes no eran ingenuos, a quienes habían expresado sus inquietudes sobre la islamización de Suecia, «racistas» e «islamófobos». También se le pasó por alto mencionar que ya en mayo el jefe del Servicio de Seguridad Anders Thornberg había dado la alarma de que Suecia no podía hacer frente a más yihadismo. Thornberg también expresó su preocupación por que los extranjeros yihadistas pudieran aprovecharse del sistema sueco de asilo –a través del cual más del 90 por ciento de solicitantes sin documentos de identificación adquieren el permiso permanente de residencia– escondiéndose entre los refugiados.
Unos días más tarde, Mutar Muzana Majid, el presunto terrorista, fue detenido, pero el fiscal del distrito desestimó las pruebas del Servicio de Seguridad contra él. El 22 de noviembre, Majid quedó libre sin cargos. Un columnista del diario Dagens Nyheter, Lasse Wierup, dijo que la conducta del Servicio de Seguridad era «increíblemente poco profesional».
Aunque la inmigración masiva de musulmanes en Suecia haya crecido a un ritmo explosivo durante los últimos años, el Gobierno siguió insistiendo obcecadamente en que eso no acarrearía problemas. Según el Gobierno, todos eran iguales, y no importaba si Suecia estaba poblada por suecos o por somalíes musulmanes, iraquíes o afganos. Aquellos que insistían en lo contrario eran implacablemente tachados de «racistas» e «islamófobos».
Finalmente, la semana pasada, compareció el primer ministro Stefan Löfven en directo en la televisión y dijo:
Debo decir que Suecia ha sido ingenua en este aspecto. Tal vez nos ha resultado duro aceptar que en nuestra sociedad abierta haya entre nosotros ciudadanos suecos que simpatizan con los asesinos de ISIL.
En respuesta a las preguntas del Gatestone Institute respecto a quiénes, exactamente, habían sido los ingenuos, el secretario de prensa del primer ministro, Dan Lundqvist Dahlin, dijo que Löfven pensaba en «los suecos en general». Cuando se le preguntó si con ello quería decir que Löfven culpaba a los suecos del peligro en el que se encontraba ahora el país, Dahlin respondió: «El primer ministro dice que todos hemos sido ingenuos en Suecia. ¡Se refiere a mí, a usted, a este, a aquel y al otro!
Al preguntarle si eso quería decir que estaba acusando a los suecos de ser ingenuos, Dahlin dijo:
¿Pero no entiende lo que digo? No es una acusación. Si alguien se siente acusado, es un problema. Supongo que él se refiere a los políticos y a todos los demás.
Las declaraciones del primer ministro indignaron al parecer a muchos suecos. El hashtag#naiv («ingenuo») empezó a ser rápidamente tendencia en Twitter y la gente empezó a publicar comentarios, como por ejemplo:
- «Yo no he sido #ingenuo, así que a mí no me meta en esto».
- «¿Suecia ha sido ingenua? No: vosotros habéis traicionado a vuestro país.»
- «Me han llamado muchas cosas todos estos años, pero es la primera vez que me llaman ingenuo. Y nada menos que el primer Ministro. No está mal».
- ¿Por qué dice Löfven que «los suecos» han sido ingenuos? ¡Muchos, muchísimos, han advertido de la exacta situación en que nos encontramos ahora!»
El único partido político que advirtió de la islamización de Suecia fueron los Demócratas de Suecia, y se les ha marginado sistemáticamente en todas las negociaciones. Durante la rueda de prensa, Löfven apeló a la unidad nacional e invitó a dialogar a todos los partidos de la oposición, excepto a los Demócratas de Suecia. Y dijo incluso:
En momentos como este, lo importante es que los suecos permanezcan unidos. No ha lugar a peleas partidistas ni a partidos. Por eso he invitado al bloque de la derecha a un diálogo sobre cómo luchar contra el terrorismo.
El líder del grupo parlamentario de los Demócratas de Suecia, Mattias Karlsson, escribió enFacebook: «No, ‘los suecos’ no han sido ingenuos. Ustedes, su partido y sus socios de coalición han sido los ingenuos y lo siguen siendo».
Karlsson recordó al público las múltiples críticas que recibieron los Demócratas de Suecia cuando poco antes sus miembros entregaron folletos a los migrantes en el sur de Europa. Los folletos, firmados por los Demócratas de Suecia y «el pueblo sueco», instaban a los solicitantes de asilo a no ir a Suecia. Periodistas y políticos atacaron después al partido por hablar en nombre «del pueblo».
«A juzgar por la tormenta mediática y los comentarios de los representantes del Gobierno sobre nuestros folletos la otra semana», escribió Karlsson, «me da la impresión de que hablar en nombre del pueblo sueco fue algo absolutamente terrible, pero al parecer, tampoco era el caso».
A Löfven se le preguntó, en una aparición en el boletín informativo TV4 News, si se deberían haber establecido controles más estrictos más pronto, para evitar que los terroristas entraran en Suecia. Löfven esquivo, pero lo cierto es que la pregunta era imprecisa.
Los controles en las fronteras que Suecia había establecido con anterioridad no servían para nada, en realidad. Las fronteras estaban tan abiertas como siempre a cualquiera que viniera solicitando asilo. La afluencia de migrantes era tan grande como antes: 10.000 nuevos solicitantes de asilo a la semana.
Aunque los principales medios tienen cuidado y evitan hablarle al público de ello, Dispatch International dio hace poco la noticia de que en el puente de Öresund, que conecta Suecia y Dinamarca, la policía solo hace comprobaciones aleatorias, y solo a quienes no dicen que son solicitantes de asilo. No se hizo ninguna comprobación a quienes dijeron que buscaban asilo. Simplemente se les trasladaba a una oficina del Servicio de Inmigración. Allí, se les tomaban huellas y fotografías; sin embargo, como muy pocos solicitantes de asilo llevan pasaporte o algún otro documento identificativo, se tarda meses en lograr una identificación «probable».
Aunque se estuviese investigando la identidad de los solicitantes de asilo, no eran retenidos. Al contrario: si bien muchos eran verdaderos refugiados, o buscaban honradamente una vida mejor, todos eran enviados a diversos centros de acogida en todo el país, donde, si alguien quería, tenía la libertad de planificar tranquilamente un atentado terrorista como le diera la gana. Por ejemplo, Mutar Muzana Majid, sospechoso de terrorismo días antes, tuvo incluso un apartamento en propiedad en el pueblo de Boliden, con su nombre en la puerta.
En lugar de cerrar las fronteras suecas, Löfven siguió insistiendo en la redistribución de los solicitantes de asilo suecos en la UE. Llamó «irresponsables» a los países de la UE que no tenían las fronteras abiertas (todos excepto Suecia, Alemania y Austria). Al parecer no se le ocurrió pensar que, en realidad, lo responsable habría sido proteger a su población y dar prioridad a su bienestar.
Mantener abiertas las fronteras del país y llamar a quienes están aterrados «racistas» e «islamófobos», y decir a la vez que «hemos sido ingenuos» no aumenta, ciertamente, la popularidad del primer ministro. El diario Metro publicó recientemente que los Socialdemócratas de Löfven solo tienen a su favor al 21,4 por ciento de los votantes suecos, mientras que los Demócratas Suecos han alcanzado un nuevo récord del 26,7 por ciento. Además, según el mismo sondeo, aunque la gente tienda a apoyar a su líder en tiempos de crisis, Löfven se ha convertido en uno de los ministros menos populares del Gobierno, situándose en el puesto 21 de 24. Su viceprimera ministra, Åsa Romson, del Partido Verde, es la menos popular.
La encuesta también mostraba que cada vez más suecos creen que el problema político más importante ahora mismo es el de la migración. Desde la última encuesta del mes pasado, el número de personas que piensan así ha crecido hasta el 64 por ciento, lo que supone un aumento del 8 por ciento desde octubre.
De lo que finalmente parecen estar dándose cuenta los suecos es que mientras el Gobierno antepone el derecho de asilo a la seguridad de sus propios ciudadanos la ciudad podría estar llenándose de terroristas.
Para colmo, los suecos acaban de enterarse de que la presentadora del especial de Navidad de la Televisión Pública Sueca –un papel muy prestigiado, pensado básicamente para consolar a personas que están solas y no tienen a nadie con quien celebrar la Navidad– será este año una joven musulmana, Gina Dirawi, de 24 años. Lamentablemente, ha hecho varias veces comentarios antisemitas, y aun así la han seguido llamando para presentar programas de televisión.
El anuncio de que una persona como Dirawi, que profesa la fe islámica y que, según los estudiosos islámicos debe creer que la celebración del nacimiento de Cristo es una tradición pagana, será la presentadora del especial de Navidad, generó encendidas reacciones de enfado y decepción en las redes sociales. Se publicaron comentarios en Twitter, por ejemplo: «La Televisión Pública le ha declarado la guerra a los cristianos suecos eligiendo a la musulmana Gina Dirawi como presentadora del especial de Navidad. ¡Es vergonzoso!» Y, «Si las cosas siguen por ese camino, para las próximas Navidades prohibirán el jamón».El director del Servicio Público, Safa Safiyari, que presentó hace poco a Dirawi con una gran convocatoria de prensa, llegó a Suecia a los 14 años. Ha escrito, en artículos de prensa, sobre que no le «atrae» lo suficiente los archipiélagos suecos; y de cómo, en 2001, cuando tuvo que hacer programas con temas de actualidad para los jóvenes sobre «las injusticias en Suecia», se sintió como si se estuviese vengando de las injusticias que él había sufrido en Suecia y que aún caracterizan su vida.
Safa Safiyari le dijo al diario Göteborgs-Posten que la Televisión Pública Sueca se había preparado para todo tipo de reacciones: «Hemos elegido a Gina Dirawi como presentadora del especial de Navidad por su competencia, su talento cómico y su experiencia en programas largos. Cuando contratamos a nuestros para el especial navideño, no les interrogamos por sus creencias religiosas».
¡Qué vergüenza de país es Suecia! El talento cómico que avala a la musulmana, debe consistir en muchos chistes anti-judíos. JEV