[Assad necesita a ISIS, porque puede obligar a occidente a apoyarlo por falta de otra opción; e ISIS necesita a Assad, porque los sunitas no tendrán otra opción que apoyar al Estado Islámico (Foto: AP)]
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Una vez más, muchos países se reunirán pronto para «poner fin al conflicto en Siria», tal como es presentado por el Secretario de Estado de EEUU, John Kerry. Bueno, no habrá «final». No es un «conflicto» sino una guerra mundial, y «Siria» ya no existe.
Estados Unidos, Rusia y varios países europeos están atrapados en ilusiones, y la zona que una vez fue Siria e Irak seguirá sirviendo como la arena de una gran tormenta. Peor aún es el hecho de que Líbano, Jordania, Arabia Saudita y Turquía están siendo arrastrados hacia el centro de esta tormenta en contra de su voluntad, y 2016 podría ser un año crítico para algunos de ellos.
En primer lugar, estamos hablando de una guerra mundial sunita-chiita, que ha estado librándose desde hace 1.300 años, por lo que el problema sunita-chiíta debe ser resuelto antes de que algo pueda hacerse en Siria.
Esta brecha étnica define claramente los campos: El campo chiíta, que incluye a Irán, al gobierno de Bagdad, al gobierno de Damasco, a Hezbollah, a algunos de los kurdos y a los rusos; y el campo sunita rival, que incluye al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a Arabia Saudita, a la mayoría de los estados del Golfo, a al-Qaeda (a través del Frente al-Nusra, su brazo en Siria), a los rebeldes jihadistas, a algunos de los kurdos y, a cierta distancia – pero aun así en el mismo campo – al Estado Islámico. Occidente se ha asociado con el eje sunita.
Estamos hablando de guerras dentro de guerras, y un sinnúmero de sub-guerras. Todos dicen que están actuando contra ISIS, con el fin de engañar a los estadounidenses, pero en realidad están librando sus propias guerras étnicas: Los turcos están destruyendo al clandestino PKK kurdo; los rusos están destruyendo a los jihadistas sunitas, que a los ojos occidentales podrían servir como alternativa al presidente sirio Bashar; el ejército iraquí (que ya es mayoritariamente chiíta) está destruyendo a las fuerzas sunitas en Irak; y los iraníes están felices de que los sunitas se mantengan ocupados en Siria e Irak, por lo que no llegarán a su territorio tan rápido. Los sunitas mismos están divididos en cientos de milicias que son hostiles entre sí.
¿Cómo se puede resolver este lío? Es un caso de odio en el que ninguna de las partes puede ceder, porque si lo hace será aniquilada por la otra parte. Los iihadistas sunitas han prometido infiltrarse en Líbano y sacrificar allí a todos los chiítas. Planean saturar el agua del mar Mediterráneo con la sangre de los alauitas. La guerra está alimentándose a sí misma, y sólo se está expandiendo. Es un callejón sin salida.
Los intereses étnicos superan las consideraciones de la guerra contra ISIS. ¿Quién es más peligroso en cuanto concierne a los sauditas – los chiítas o ISIS? Los chiítas por supuesto. Y lo mismo se aplica a Erdogan. Así que ¿por qué, en realidad, deberían combatir a ISIS?
Assad necesita a ISIS, porque occidente podría entonces tener que apoyarlo a falta de ninguna otra opción; e ISIS necesita a Assad, porque entonces los sunitas no tendrán otra opción que apoyar al Estado Islámico. Ahora, con los $150 mil millones que los estadounidenses están a punto de liberar a los iraníes, aún más armas rusas fluirán al terreno y el fuego étnico llegará hasta el cielo. Irán contra Turquía, Turquía contra Bagdad y Siria. Los círculos de choque se expandirán.
Y está la presencia del Estado Islámico, un magnate de decenas de miles de voluntarios que están fluyendo de todas partes del mundo. El sistema jihadista ha creado el movimiento perpetuo («perpetuum mobile») con Europa: Miles de extremistas están llegando a Europa desde Medio Oriente, y Europa está enviando miles de voluntarios a ISIS. Este proceso ya no puede ser detenido.
Y supongamos que las tierras del Estado Islámico son ocupadas por occidente. ¿Entonces qué? De los 80.000 combatientes, 20.000 morirán, y entonces el resto se trasladará a Europa para sacudirla aún más.
Y, por último, la migración de los millones se intensificará: Tres millones este año, cinco millones el año que viene. Veinte y seis por ciento de los residentes del mundo árabe quieren emigrar a occidente. Los fuertes ya han emigrado, la economía ha emigrado, y la esperanza también se fue.
Los demonios encerrados han sido liberados, y la caja de Pandora de los agonizantes estados árabes no se cerrará en nuestra generación. Ya sea que al miserable occidente le guste o no, ya es irreversible.
Interesante punto de vista del autor del artículo aunque bastante debatible en una realidad que cambia casi de un día la otro. No comparto lo de “Siria” ya no existe. Costará aún mucha sangre estabilizarla y exterminar los diferentes grupos terroristas que pululan en su territorio pero no tengo dudas que el tablero se inclinará finalmente a favor de Damasco, que de hecho ya ha comenzado a hacerlo. Jordania, Arabia Saudita y Turquía no están siendo arrastrados hacia el centro de esta tormenta en contra de su voluntad, son parte de los responsables de que exista esta tormenta.