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| domingo diciembre 22, 2024

Yucé El Sefardí: El judío que desafió a la Iglesia

Gregorio González Olmos, residente en Zamora, recrea la España de la expulsión de los hebreos en su primera novela, "Yucé El Sefardí", ganadora del premio Felipe Trigo


Gregorio González Olmos, sentado con su novela en la plaza de Santa Lucía

JOSÉ MARÍA SADIA Cuando Gregorio González Olmos estudiaba Derecho en la Facultad de Valladolid, comenzó a llamarle la atención el Liber iudiciorum, un conjunto de leyes visigodas, y, en particular, la normativa contra los judíos. Aquel fue el germen mismo de su gran pasión: la cultura hebrea. Años más tarde, se dedicó por entero a recrear la vida de un judío castellano nacido en la villa segoviana de Cuéllar. A finales de 2014, las andanzas de«Yucé El Sefardí» conquistaron al jurado delPremio Felipe Trigo que organiza el Ayuntamiento de Villanueva de la Serena. El libro, primorosamente editado por la Diputación de Badajoz, lleva apenas un mes en la calle y va camino de agotarse. Se trata de la primera novela del autor, que reside en Zamora desde hace ocho años.

«Yucé El Sefardí» surgió del «desconocimiento» generalizado sobre la cultura sefardí y la voluntad del autor de combatirlo, siguiendo los pasos de Miguel Delibes y, especialmente, del prestigioso escritorJosé Jiménez Lozano, que ha firmado el prólogo. «Quiero combatir los despropósitos que me he encontrado sobre lo sefardí. Uno de los más evidentes, el título de una exposición en Toledo la pasada primavera en la que se venía a equiparar la expulsión de los judíos con el Holocausto del siglo XX, utilizando el término «shoa», que significa «catástrofe», cuando los sefardíes empleaban el término «gallut», «tiempo de prueba»», explica el autor. A su juicio, los dos hechos históricos no tienen comparación. A los primeros «les dieron la oportunidad de convertirse», mientras que las comunidades del siglo XX fueron exterminadas por los nazis.

Son reflexiones fruto de una actitud crítica. «No me trago el primer sapo que viene, intento pensar como lo hacían ellos acudiendo a los documentos oficiales«, explica el escritor. Un esfuerzo centrado en reconstruir la vida de un cristiano viejo, tomando como modelo la obra «El Mudejarillo», de su idolatrado Jiménez Lozano. Yucé nace en una comunidad judía de Cuéllar y su existencia da un giro cuando los Reyes Católicos obligan a todos los judíos, a través de la ley de apartamiento de las Cortes de Toledo, a recluirse en las aljamas en el plazo de dos años. Es entonces cuando el protagonista se siente apartado en un lugar en el que ha perdido sus privilegios.


Ilustraciones confeccionadas por el arquitecto Francisco Somoza para una hipotética nueva edición.Yucé ve cómo la relación entre cristianos y judíos van cambiando. El joven estudia medicina y entra al servicio del rabino mayor de las aljamas de Castilla y León. El autor aprovecha el planteamiento para hablar de cómo funcionaban las aljamas, de los ritos y las costumbres de la España de finales del siglo XV. Entonces llega el decreto de expulsión de 1492 y se ve obligado a dejar atrás Castilla y todo lo que había ganado a base de esfuerzo, para poner rumbo al Norte de África. «Allí ocurre algo y decide volver… Y hasta ahí puedo contar», revela González Olmos, enigmático.

Durante el proceso de documentación, al autor le llamó la atención la singularidad de las costumbres judías. Como los «ritos femeninos de pureza», el periodo de menstruación en el que «las mujeres no podían sentarse en la cama con el marido», revela. O el concepto de caridad, que «los cristianos también desarrollaron pero en una dimensión más corta». Se trataba del «tzedacá», un precepto «esencial» en el judaísmo. «Solo por el hecho de ser judíos, las personas con necesidades tenían garantizado que nunca les faltase de comer», explica González Olmos. Las «hecdés» o «tierras comunales» servían «para costear escuelas», añade.

Enfrente, los judíos siempre tuvieron a los cristianos. Sobre la coexistencia de culturas, que ha originado ríos de tinta, Gregorio González opina que la «animadversión» estaba fundamentada «en un concepto religioso que a nosotros nos resulta muy complicado de entender en nuestro tiempo». Aún así, estaban condenados a entenderse. «Los oficios que desempeñaban los judíos eran muy valiosos para los cristianos, porque trabajar con las manos era un oficio vil. No solo eran prestamistas, también había zapateros, pastores o joyeros», precisa el autor.

A juicio de González Olmos de aquella cultura lejana -sostenida fuera de la península por los sefardíes a lo largo de siglos- «solo quedan manuscritos y piedras. ¿Qué ha podido sobrevivir de una época en que la prioridad era erradicar cualquier recuerdo judío?», se pregunta. Y por eso, novelas como «Yucé El Sefardí» reconstruyen aquella etapa apasionante, difícil. «Lo más importante de un libro no es la historia ni los personajes, sino el recuerdo que te queda cuando lo cierras», asegura.

Algunas de las páginas de la novela pisan el territorio zamorano, donde existió una importante comunidad hasta finales del siglo XIV. El trabajo tendrá pronto una segunda edición y también una segunda parte -quizá con el proyecto de completar una trilogía- que estará ambientada en Toledo. Su amigo, el arquitecto Paco Somoza, que ha confeccionado algunas ilustraciones para un futuro volumen, le reprocha: ¿Por qué no la ambientaste en Zamora? Ganas no le faltan al escritor, quien reconoce que «Zamora siempre tiene algo que te recuerda a los judíos». De momento la novela está disponible en las principales librerías de la ciudad y se vende a buen ritmo.

 
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