El secretario general de Hezbolá, Hasán Nasrala, cantó victoria la semana pasada en el Líbano. Ya lo hizo muchas otras veces en el pasado, sobre todo después de que los israelíes le sirvieran su propio culo en un espetón de kebab durante la guerra de 2006, pero esta vez, gracias al desenfrenado ascenso de la potencia iraní, Hezbolá está ganando de verdad.
“Irán puede hacer lo que quiera en el Líbano sin ninguna oposición política y sin dificultades”,escribe Hanín Gadar en NOW Lebanon. “Ahora Irán puede concentrarse en ganar lo que necesita en Siria, mientras que todo el mundo anda ocupado haciendo tratos con el ‘nuevo Irán’. El Líbano (…) va a pagar un precio muy alto por todos esos acuerdos y compromisos, más aún a medida que Irán, Rusia y el régimen de Asad se anotan más victorias en Siria.”
Antes de que Osama ben Laden destruyera el World Trade Center en 2001, Hezbolá mató a más americanos que cualquier otra organización terrorista del mundo. Su ola de asesinatos empezó en 1983, no mucho después de la crisis de los rehenes de Irán, con la destrucción mediante atentados suicida con camiones bomba de la embajada estadounidense en Beirut y de los barracones de los marines próximos al aeropuerto internacional de la capital libanesa.
Los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria de Irán crearon Hezbolá de la nada en 1982, durante el caos de la guerra civil libanesa, y el llamado Partido de Dios ha sido la exportación más exitosa de la revolución iraní. Hezbolá es, en efecto, la rama libanesa de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria iraní. Hezbolá responde ante el guía supremo, Alí Jameini, y sus banderas son casi idénticas.
Irán invirtió aproximadamente cien millones de dólares al año en Hezbolá antes de que comenzara la guerra en Siria. Ahora que el acuerdo nuclear entre Washington y Teherán está entrando en vigor, el Gobierno iraní cuenta con unos activos previamente congelados que rondan los cien mil millones de dólares. Eso es mil veces más que el presupuesto de Hezbolá.
Esos cien mil millones solo incluyen los activos antes congelados que Estados Unidos devolvió hace poco más de una semana. A eso hay que sumar toda la riqueza que el régimen iraní será capaz de generar ahora que se han levantado las sanciones.
Hezbolá ya es el ejército terrorista más avanzado del mundo. El ISIS tiene un tamaño mayor, y por el momento controla más territorios, pero el ISIS no tiene un terrorífico arsenal de misiles que pueda convertir un país entero en una zona de aniquilamiento. Hezbolá sí. Y si el régimen iraní decide quitar todos los frenos, quién sabe la magnitud de la amenaza en que podría convertirse Hezbolá en el futuro.
Los regímenes sirio e iraní jamás han dejado de apoyar a estos tipos sin reservas, y Hezbolá está devolviendo el favor luchando en Siria en nombre de su asediado copatrocinador Bashar al Asad, que ahora tiene el apoyo no solo de Irán, también de Rusia.
Así que Hezbolá es parte de un bloque extremadamente poderoso, mientras que los líderes de la Alianza del 14 de Marzo, contraria a Hezbolá, han visto cómo todos y cada uno de sus amigos se han encogido de hombros y les han dicho: arregláoslas por vuestra cuenta.
El Líbano ha estado políticamente bloqueado y sin presidente desde hace ahora dos años, pero la coalición anti Hezbolá ya no puede seguir a la espera. Se han rendido completamente. A finales de enero, dos de los líderes más destacados del 14 de Marzo tiraron finalmente la toalla y nombraron a figuras pro Asad y pro Hezbolá para cubrir las vacantes.
Samir Geagea, jefe de las Fuerzas Libanesas –una antigua milicia cristiana que se alió con Israel durante la guerra civil de 1975-1990– se reconcilió más o menos con su viejo archienemigo, Michel Aoun, que ha estado detrás de la presidencia, respaldado por Asad y Hezbolá, durante poco más de una década.
Al mismo tiempo, el exprimer ministro Saad Hariri, hijo del exprimer ministro Rafik Hariri, al que los sirios y Hezbolá mataron con un camión bomba en 2005, nominó al líder del Movimiento Marada Suleiman Franyieh para la presidencia. Franyieh, como su padre, y antes que él su abuelo, está tan próximo a la casa de Asad que bien podrían ser parientes consanguíneos. Hariri pasó su adolescencia en Siria como protegido de Basel al Asad.
“Dentro del 14 de Marzo”, dijo sonriendo el líder de Hezbolá Nasrala la semana pasada, “un miembro esencial apoya a Aoun, mientras que otro miembro esencial apoya a Franyieh. Con esto, ¿perdemos o ganamos?”.
Hariri y Geagea no están dando su apoyo a sus viejos enemigos porque de repente piensen que Asad, Hezbolá, el régimen iraní y Vladímir Putin sean estupendos. No es que tengan muchas opciones. Occidente ya no les cubre las espaldas, así que ¿qué otra cosa pueden hacer? No pueden resistir ellos solos al eje Siria-Irán-Hezbolá-Rusia. Lo intentaron durante algún tiempo y no llegaron a nada, y finalmente se terminó.
El Gobierno de EEUU se veía venir esto, por supuesto, aunque intentara quitarle importancia, así que el Congreso actuó preventivamente con la Ley de Prevención contra la Financiación Internacional de Hezbolá, que impondrá sanciones a cualquier banco extranjero que haga negocios con el Partido de Dios.
Irán puede hacer negocios con Hezbolá sin utilizar bancos, por supuesto; en primer lugar, puede seguir transfiriendo una cantidad ilimitada de sofisticadas armas como ha estado haciendo todo el tiempo. Aunque Irán utilizase el sistema bancario internacional, podemos apostar hasta el último dólar que Estados Unidos hará como si no estuviese pasando, al menos durante un tiempo, para evitar que se deshaga el acuerdo nuclear que tanto esfuerzo ha costado negociar.
El Líbano puede no ser el país más vital según una definición estrecha de los intereses americanos, pero, al igual que Túnez, es uno de los pocos países árabes que ha tenido posibilidades reales de construir algo parecido a un sistema democrático en los últimos dos años. El Líbano está dividido contra sí mismo, aunque, como siempre, Siria e Irán están respaldando agresiva e incluso violentamente al bando antioccidental y antidemocrático. Como nadie ha apoyado al bando prooccidental y prodemocrático del Líbano, nunca ha habido más que un resultado posible.
La actual tendencia occidental a evitar el conflicto es perfectamente comprensible, y muy humana, pero su eficacia es la misma que la de evitar conflictos en las relaciones interpersonales. El problema no se está resolviendo, sino que crece y empeora.
Los Estados débiles como Catar no tienen más opción que dedicarse a evitar conflictos eternamente, pero desde tiempos remotos la política internacional ha requerido que las grandes potencias recompensen a sus amigos y penalicen a sus enemigos. Los líderes que han tratado astutamente de desafiar la ley de la gravedad se merecerán todo lo que obtengan.
© Versión original (en inglés): World Affairs Journal
© Versión en español: Revista El Medio
El Líbano constituye el «banco de pruebas» de lo que la republica islamica de Iran, y demas correlegionarios del expansionismo yihadista, estarian en disposicion de hacer en cualquier otro lugar del mundo, en el que lograran sacudir su zárpa, y dar asi cumplimiento al proposito hegemónico que los anima, y para el cual cuentan ya con ámplia operatividad, a traves de infrastructuras, financiacion, armamento y contingente dispuesto a intervenir en el momento preciso … un proyecto ambicioso que no conviene desestimar en la actual conyuntura internacional, en la cual la ausencia de un liderazgo internacional (hoy dejado vacante por los EE UU) y la fragmentacion y confusion reinante en los paises de la U.E, facilita la aparicion y entrada en accion, de un salafismo salvaje en el seno del islam, del cuallamentablemente tenemos cumplida referencia … Cierto es que concurren distintos intereses desde cada una de sus franquicias, pero no menos cierto es tambien, que la persecucion de un objetivo comun, tiende a unirlos contra Occidente y todo lo que este referente representa en su siniestro ideario …