Ya se ha cumplido un lustro desde que la entonces llamada «primavera árabe» comenzó en Oriente Medio, pasando rápidamente a confirmarse como un duro y cruento invierno islamista. La esperanza de mayor libertad y democracia que había justificado en su momento el primer nombre dado a las revoluciones y levantamientos, quedo bañada en la sangre derramada por los extremistas.
En medio de la locura de muerte que abraza a Oriente Medio, Israel es una isla de estabilidad. No exenta de problemas, casi superfluo resulta aclararlo, y por cierto no libre de tensiones. Pero sin duda un símbolo de estado de Derecho y normalidad, en medio de los diversos focos de violencia que han cobrado ya centenares de miles de víctimas.
Y la situación a su alrededor le coloca ante diversos dilemas nada sencillos.
Lo que resulta probablemente más evidente, es que la región en la que Israel se halla, a la que debería poder integrarse plenamente para vivir en ella en paz, nada tiene hoy de buen vecindario. Jóvenes árabes que quizás no amen a Israel y hasta puede que le sigan viendo con hostilidad, tienen hoy también motivos para admirarle. O al menos, para desear poder emularlo en varias cosas. No solo porque Israel es un país capaz de enviar a un ex Primer Ministro a prisión por soborno, como ocurrió esta semana cuando Ehud Olmert entró por 19 meses a la cárcel de Maasyahu, sino porque aún en medio de polémicas y discusiones, dedica recursos a la educación de sus ciudadanos, al desarrollo de la sociedad…a la vida ante todo, no a la muerte.
Y ellos, pueden decir esos jóvenes árabes, también quieren eso para sí mismos. Con razón.
Pero el torbellino en el que vive Oriente Medio desde hace ya media década, coloca ante Israel un serio problema en términos de cómo lidiar con las diferentes amenazas. Muy poco después de iniciada la entonces mal llamada primavera árabe, quedó claro, en gran medida a los propios árabes, que el problema central en la región no es el conflicto israelo-palestino. Sin embargo, cabe preguntarse si acaso esto significa que se puede obviar la necesidad de solucionarlo.
Por un lado, está la amenaza de los grandes peligros del Islam radical en sus fronteras, tanto el chiita encabezado por la República Islámica de Irán como el sunita simbolizado por Daesh, o sea ISIS, aunque no representado solamente en él. Y por otro, la gran problemática del no resuelto conflicto con los palestinos.
Lo más lógico sería , a nuestro criterio, poder separarse de los palestinos, lo cual significa que ellos tengan su estado independiente y soberano, que ambos estados puedan convivir pacíficamente, y que cada uno viva en sus fronteras con dignidad. Esto supone una retirada israelí de parte de Cisjordania, o sea Judea y Samaria en términos bíblicos, para que allí sea construido el Estado palestino.
Pero el problema hoy en día va más allá del hecho que los radicales palestinos no se contentan con dicha fórmula y la ven solamente como una primera etapa hacia un avance mayor, que suponga la eliminación de Israel. Va más allá del hecho que inclusive si se llega a ese acuerdo con la Autoridad Palestina, este no estaría obligando a Hamas que gobierna Gaza.
El problema central es que en el momento actual, de tal incertidumbre en Oriente Medio, con la región toda convertida en un caos, con tal inestabilidad en varios países, y con los dos países árabes que firmaron la paz con Israel, o sea Jordania y Egipto, como blancos en la mirilla de Daesh, es imperioso preguntarse si acaso Israel puede permitirse deshacerse de territorios que constituyen bienes estratégicos.
En un panel de expertos sobre la situación actual en la zona, que tuvo lugar este miércoles en el «Jerusalem Center for Public Affairs» en Jerusalem, el General israelí ya retirado Uzi Dayan, que estuvo al frente del Consejo de Seguridad Nacional y participó en las negociaciones de paz con Siria junto al otrora Premier Itzjak Rabin, fue tajante. «Hoy debemos decir varias veces la oración ´Hagomel´( que da las gracias cuando a pesar de un gran peligro, ganó la vida y no la muerte) por el hecho que no firmamos años atrás con Siria un acuerdo en el que se renunciaba a los Altos del Golan», dijo. Con el caos reinante en Siria, DAESH habiendo avanzado tan seriamente y controlando gran parte del país, no hace falta entrar mucho en detalles acerca de lo que significaría hoy tener a esos elementos a la puerta de la Galilea.
Para Uzi Dayan, es imperioso tener presente ese punto también al analizar cómo actuar en el tema palestino, asegurando que bajo ningún concepto Israel puede permitirse renunciar al Valle del Jordan-recalcó- ya que este que da una mínima profundidad estratégica a Israel y protege centros de población claves.
«Con una amarga sonrisa dijo que las buenas noticias son que Israel es suficientemente fuerte como para pasar el invierno islamista que envuelve a Oriente Medio». Pero lo doloroso, alegó, es que Israel «no puede seguir prometiendo la rama de olivo». Ojalá se pudiera, agregó. «Pero en lo que debemos concentrarnos es en seguir construyendo el estado judío y democrático, preparándonos para enfrentar las capacidades militares de nuestros enemigos, ya que no es posible asegurar que lograremos adivinar con exactitud sus intenciones».
En el mismo panel habló el Brigadier General ya retirado Yossi Kuperwasser, que fue además un gran analista encargado de la investigación en el Servicio de Inteligencia, cuando aún estaba en las filas de las Fuerzas de Defensa de Israel, y ocupó más tarde, ya como civil, el cargo de Director General del Ministerio de Asuntos Estratégicos de Israel.
En su opinión, el denominador común a todos los problemas con los que lidia hoy Oriente Medio, es la batalla entre dos escuelas de pensamiento. Una reconoce que los países árabes quedaron atrasados y considera que eso se debe a que no siguió el ejemplo de desarrollo de Occidente. Estos son los pragmáticos, aunque no significa que sean todos liberales y grandes demócratas. La otra también ve el atraso, dice Kuperwasser, pero considera que este se debe precisamente a lo opuesto, a que el mundo árabe permitió la entrada de Occidente de Oriente Medio. Ahora, sostienen estos extremistas, hay que erradicar esa presencia y los valores que representa.
Y en el medio, está Israel, que tiene hoy intereses comunes con algunos de los moderados, que lo son tales al menos en comparación con los extremistas, países como Egipto y Jordania, como Arabia Saudita, que están aterrorizados ante el avance de Irán. No es especialmente alentador que regímenes de ese tipo deban ser visto como aliados o amigos, pero los intereses, asegura Kuperwasser, deben determinar un camino común .Y la integración de Israel a la región deberá pagarse, estima, con un precio claro, que Israel aporte a la seguridad de esos países, que perciben igual que Israel cuál es hoy la amenaza central.
Otro de los participantes en el panel, el Coronel también retirado Richard Kemp, británico y no judío, gran defensor de Israel, recalcó que uno de los serios problemas que permiten el avance de los extremistas, es la inacción de parte de Occidente. Así como los extremistas están decididos a avanzar, Occidente envía el mensaje que está dispuesto a transar, opinó, asegurando que las acciones aéreas contra Daesh no son suficientes en absoluto.
El gran problema para Israel, recalcó, es la gran presión internacional de la que es objeto por parte de países, alega, que no resistirían tanto como resiste Israel antes de reaccionar cuando se le ataca, y por otro, el hecho que hoy la amenaza no viene de células aisladas de terroristas sino de verdaderos ejércitos terroristas que le acechan, con mucho más poderío militar que en el pasado.
En medio de este complejo mosaico, en el que van ganando radicales como el Irán chiita por un lado y el Daesh sunita por otro, la democracia israelí tiene el serio desafío de tener que maniobrar. Debe hacerlo garantizando su supervivencia.
Israel sabe que el conflicto con los palestinos debe resolverse. ¿Acaso hay en vista un gobierno que se anime a ceder territorios para intentar lograrlo, cuando alrededor ocurre lo que todos vemos? ¿Y cómo alienta a hacerlo lo declarado esta semana por el Canciller palestino Riad el Malki que dijo que los palestinos no negociaran jamás directamente con Israel?
Los desafíos son numerosos y con ninguno se puede lidiar con facilidad. La gran pregunta es cuál encierra menos peligros.
En momentos así, cuando lo planteamos, sentimos el claro alivio de poder poner el tema sobre la mesa, sabiendo que otros, con la responsabilidad de gobierno sobre sus hombros, serán los que lo tengan que resolver.
Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad