[Una zona residencial destruida por los bombardeos en Siria. Foto por Volodymyr Borodin, www.shutterstock.com]
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Algunas veces por año, frecuentemente más, Doreen Gold, una judía israelí, pasa ilegalmente para organizar una misión de ayuda humanitaria para ONGs sirias. A partir de ahí la ayuda es entregada a gente cada vez más desesperada y hambrienta de Siria, una nación enemiga todavía aturdida por una brutal y mortal guerra civil que puede, o no, estar cerca de terminar.
No está sola. Alrededor de 200 voluntarios israelíes que trabajan para su organización sin fines de lucro, Il4Syrian, también han estado operando sigilosamente desde que comenzó la revolución en el año 2011.
Es una tarea peligrosa para cualquiera, pero para los israelíes las consecuencias por exponerse son impensables. Doreen, cuyo nombre ha sido cambiado para ocultar su identidad, ha firmado un formulario que dice que si es capturada, el gobierno no negociará su liberación. Es un formulario que todos sus voluntarios – árabes, judíos, cristianos y drusos – debe llenar antes de salir en una misión.
«Es aterrador», Doreen, madre de dos hijos, le dice a ISRAEL21c. «Siempre es aterrador. Sabemos que estamos por nuestra cuenta».
Doreen, que tiene 47 años, está familiarizada con las zonas peligrosas. Desde 1994, ha estado brindando ayuda en algunos de los peores desastres humanitarios del último par de décadas. El tsunami en el sudeste asiático, las inundaciones devastadoras en Chechenia, el terremoto en Haití. Reaccionó ante las crisis en Irak, Pakistán, Indonesia, Ruanda y Darfur.
Cuando comenzó la revolución en Siria, en marzo de 2011, supo inmediatamente que tenía que ayudar. Un mes más tarde, Il4Syrian estaba en el terreno. «Fuimos probablemente la primera ONG internacional que operó en la zona», le dice Doreen a ISRAEL21c. «En ese momento la gente no se daba cuenta de lo mortífero que era el conflicto. Todavía lo llamaban manifestaciones, no revolución, pero ya nos habíamos dado cuenta de que el número de bajas era enorme».
Un conflicto que está cerca de casa
Para los que vivían en el norte de Israel, el conflicto estaba cerca de casa. «Podíamos oír el ruido de las bombas y las explosiones de Siria. Era realmente estremecedor», dice.
La primera misión introdujo kits de saneamiento, talco para bebés, alimentos y suministros médicos. Desde entonces, la organización ha intensificado su trabajo, pasando alimentos, medicinas, kits de supervivencia, dispositivos médicos e incluso – en una misión – 3.000 trajes protectores para los médicos que trabajan con pacientes que habían sido víctimas de ataques químicos.
Además de estos suministros básicos, la organización también respalda a 17 hospitales de campaña y salas de cirugía en Siria, todos manejados por ONGs sirias. El equipo de Doreen los mantiene abastecidos con todo lo que necesitan, desde equipos de esterilización hasta anestésicos y medicamentos.
Los voluntarios capacitan y equipan a los auxiliares sirios en misiones de extinción de incendios y de búsqueda y rescate – especialmente en la búsqueda de personas bajo los escombros de los bombardeos. «Descubrimos que la mayoría de las víctimas sufren por inhalación de humo y quemaduras porque los bombardeos provocan explosiones en las cocinas a gas. Esto significa que hay allí una gran necesidad de bomberos», dice Doreen.
La organización también proporcionó a Siria cuatro impresoras 3D y capacitó a 22 médicos ortopédicos para imprimir prótesis.
Cada uno a tres meses pasan convoyes, dependiendo de los fondos. Todos los voluntarios israelíes hablan árabe con fluidez, y tienen historias preparadas para protección. «Las misiones son cortas y localizadas», dice Doreen.
Cuerpos enterrados bajo los escombros
A medida que pasaron los años del cada vez más brutal conflicto de Siria y que el país ha sido arrasado por la guerra, las cosas han cambiado drásticamente. «Todo solía ser claro y organizado, y dadas las estrechas relaciones con ONGs sirias muy comprometidas, la ayuda podía llegar a casi cualquier punto de Siria, pero ahora se limita a áreas específicas», admite Doreen. «Al principio cada territorio tenía líderes civiles; ahora sólo hay líderes militares que no sólo están a cargo de la lucha, sino también de toda la infraestructura de la vida civil.
«Al principio era un país hermoso, pero ha cambiado», continúa. «Los edificios están destruidos, las clínicas han sido bombardeadas, y la gente está perdida. No se puede creer la magnitud del desastre, o de la pobreza. Donde quiera que se vaya hay olor a muerte. Hay cuerpos que siguen atrapados bajo los escombros. No hay nada que se pueda hacer».
Pero lo peor, dice, es lo que está pasando con la gente. «Al principio estaban ansiosos por crear un cambio; ahora sólo puede verse desesperación en sus ojos. Han perdido la esperanza».
Puede ser difícil para los voluntarios israelíes también. Una y otra vez compran el mismo equipamiento para las mismas clínicas y hospitales, porque son bombardeados deliberada y repetidamente. Doreen recuerda una clínica a la que reabastecieron después de un bombardeo, y el médico se robó el equipamiento y se lo llevó a Turquía para abrir una clínica privada. «No estoy enojada con él», dice Doreen. «Fue motivado por lo desesperado de la situación”.
Inevitablemente, este trabajo clandestino es duro para su familia. Hasta hace unos años, su madre ni siquiera era consciente de lo que Doreen hacía. «Le decía que estaba entrenando a grupos de todo el mundo para enfrentar desastres masivos», dice Doreen.
Sólo después de escuchar a su hija dando una entrevista anónima en la radio fue que su madre finalmente se dio cuenta de lo que estaba pasando.
«Es muy difícil para mi familia, mi pareja y mis hijos», reconoce Doreen. «No tengo ninguna idea inteligente para hacerlo más fácil. Tenemos que trabajar donde se nos necesite, y no sólo donde se nos permite. Ser madre hizo que todo fuera más sólido para mí, porque me doy cuenta de que las madres hacen todo para salvar a sus hijos».
Doreen recuerda un momento, hace años, cuando su hijo mayor tenía ocho años y ella se preparaba para viajar a Cachemira después de un terremoto. «Me preguntó si esa vez la madre de otra persona podía ir, no la suya», dice Doreen. «Le dije que esperaba que si él estuviera congelándose y muerto de hambre en una montaña, otra madre iría a ayudarlo. Después de eso solía decirme – ‘Si esos niños te necesitan más que yo ahora, puedes ir, y luego volver'».
En los últimos meses, a medida que Europa es cada vez más incapaz de hacer frente a los refugiados que inundan sus orillas, Il4Syrians también ha comenzado a ofrecer ayuda a gran escala a los refugiados sirios en Grecia, Macedonia, Serbia y Bulgaria, en un intento de contrarrestar los cada vez mayores enfrentamientos allí.
«Los recibimos cuando llegan del mar. No tienen nada. Necesitan mantas, bolsas de dormir, dentífricos, una capucha contra la lluvia. Les damos mochilas con ropa de abrigo y artículos de primera necesidad, y tratamos sus problemas médicos. Si comienzan su viaje en Europa sanos y fuertes, y tienen la información que necesitan para abrirse camino hacia un lugar más seguro, será más fácil para todo el mundo», dice Doreen.
[Refugiados sirios que aterrizan en Grecia. Foto vía www.shutterstock.com]
Abriendo la puerta al diálogo
También hay planes en marcha para probar algo nuevo en Siria – el diálogo. Aunque Doreen y sus voluntarios nunca admiten de dónde vienen no sólo por temor por sus propias vidas, sino también por las de las personas con quienes trabajan, hace dos años Doreen se sinceró con una de las grandes ONG sirias con las que trabaja. Fue un momento decisivo.
«Entendieron por primera vez que su propio presidente, que comprometió protegerlos de Israel, era el que los masacraba. Mientras que los voluntarios israelíes estaban arriesgando su propia vida para salvar a sus mujeres y niños», dijo. «Su mundo fue sacudido hasta la médula. Después de un mes se presentaron e hicieron un acuerdo con nosotros».
El acuerdo formal fue escrito en un papel encabezado por las banderas israelí y siria, y para Doreen fue un gran logro.
Ahora, a instancias de la ONG siria, las dos organizaciones están tratando de poner en marcha discusiones entre los líderes civiles de los dos países, a pesar de la falta de relaciones diplomáticas oficiales.
La iniciativa ya está dando frutos – o, en este caso, semillas. Como consecuencia directa de este diálogo, una gran donación de semillas de tomate, pepino y pimiento ha pasado a través de la organización a Siria para que la gente los plante.
«Nos tomó cinco años construir esta confianza, pero ahora tenemos que usarla y comenzar un diálogo activo entre la gente de Siria e Israel», dice Doreen.
Hasta ahora, Il4Syrians ha ayudado a cientos de miles de sirios. A pesar de que ahora ha sido firmado, tentativamente, un alto el fuego, el trabajo de ayuda continuará mientras el país trata de recuperarse, al mismo tiempo que continúa la lucha contra los elementos extremistas internos como el Estado Islámico.
¿Este trabajo nunca es demasiado?
«Siempre ha sido demasiado, incluso desde el principio», admite Doreen. «Pero siendo sobrevivientes del Holocausto, siento que tenemos una prerrogativa moral para ser la voz de los sin voz. No necesito agradecimiento. El reconocimiento no es importante. Simplemente realizamos la misión y entregamos lo que tenemos que entregar.
«Siempre les digo a mis voluntarios antes que emprenden una misión, ‘Haré mi mejor esfuerzo para traerlos a casa seguros, pero no asumiré la responsabilidad por el tipo de persona que serán cuando vuelvan’. Después de ver este desastre ustedes se transformarán. No pueden permanecer igual. Lo único que ayuda es planificar la próxima misión».
http://www.israel21c.org/the-israeli-who-goes-undercover-to-save-syrian-lives/
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