Donald Trump e Hillary Clinton
El atrevimiento de Netanyahu, al declinar la invitación de Obama después que el mismo Bibi pidiera un encuentro para mediados de marzo, se convirtió en otro motivo de tensión entre ambos mandatarios que afecta aún más las relaciones entre los dos países.
Es en dicho escenario en el que el vicepresidente Biden llegó a Israel para negociar un paquete de ayuda militar destinado al Estado judío, en medio de tensiones con Estados Unidos y en dos jornadas marcadas por un serio repunte de la violencia en la zona.
«Estados Unidos está completamente dedicado a la seguridad de Israel y de sus ciudadanos. Tenemos un compromiso total y absoluto con la sociedad israelí y esperamos hacer algunos progresos», fueron las declaraciones de Biden después de reunirse con Bibi.
El vicepresidente se refería precisamente a la ayuda bilateral que centra la atención de la dirigencia hebrea acerca de la asistencia militar norteamericana para los próximos diez años.
Este acuerdo de cooperación estratégica bilateral deberá sustituir al actual, que expirará en 2017 y está valorado en 30.000 millones de dólares en una década.
Israel aspira a recibir un incremento en la cantidad que percibe desde 2007 – equivalente a unos 3.000 millones de dólares anuales sumados a aportaciones para otros proyectos como sistemas de defensa de misiles – en compensación al pacto nuclear impulsado por Washington y alcanzado el verano pasado entre las potencias mundiales e Irán.
Las dificultades en las tratativas sobre el monto de la ayuda, en marcha desde 2015, llevaron a decir recientemente a Netanyahu, que quizás sería conveniente aplazar la firma del acuerdo hasta que asuma el cargo el próximo presidente, lo que generó otro malestar en Washington.
Las relaciones entre Israel y Estados Unidos sufrieron otro pinchazo repentino días antes de la reunión con Biden, cuando Bibi canceló la invitación de Obama. Para la Casa Blanca, el propio gobierno hebreo había solicitado un encuentro el 17 o 18 de marzo, y hace dos semanas había fijado la cita para el 18. Según allegados al primer ministro, Netanyahu no pretendía «interferir» en las primarias que se celebran antes de la elección presidencial, ya que sus interlocutores más afines son los precandidatos republicanos, los mismos que hace un año lo invitaron al Congreso para criticar a Obama y al acuerdo nuclear con Irán.
No obstante, los medios israelíes vincularon el incidente a las tratativas en curso sobre la renovación de la ayuda militar. «Netanyahu prefiere debatirlo con el próximo presidente», dijeron. Según ellos, Bibi querría evitar presiones por parte de Obama para firmar un acuerdo poco conveniente.
El argumento de que el viaje fue anulado ante la imposibilidad de cerrar una fecha sorprendió a Washigton, donde se aseguró que aún se trabajaba en buscar una que les cuadrara a ambos líderes, y a la prensa israelí que diariamente se ocupa de analizar el avance de las campañas electorales de los candidatos norteamericanos.
Ante la posibilidad de que tanto Hillary Clinton como Donald Trump sean los elegidos para disputarse el Despacho Oval, la mayoría de los analistas coincide en que la relación de Bibi con cualquiera de los dos podría llegar a ser mucho más conflictiva que la actual con Obama.
Clinton, como canciller de Obama, ya tuvo que medirse con el dúo Netanyahu-Liberman durante el primer mandato del presidente, y entiende muy bien que los acontecimientos en Oriente Medio: el alza de la intervención rusa, el fracaso de la «primavera árabe», las guerras chiítas-sunitas, el yihadismo y el terror islámico, entre otros, pueden llegar a desestabilizar totalmente a la ya muy inestable Autoridad Palestina (AP), con Mahmud Abbás a punto de abandonar la escena política y con la crisis que seguramente surgirá en la lucha por la suceción. Cabe recordar que el marido de Hillary, Bill, fue el testigo principal de la firma de los Acuerdos de Oslo, que dieron a luz a la AP.
Trump, por su parte, es lo más parecido a un mosquito ubicado dentro de la oreja de un elefante que se encuentra en una tienda de cristalería. Él personalmente no destruirá nada, pero enloquecerá al paquidermo de tal manera, que éste terminará arremetiendo contra todo, cueste lo que cueste. Imposible vaticinar el proceder del candidato republicano ante cualquier crisis con Rusia, Irán, Arabia Saudita, el Estado Islámico, Al Qaeda e incluso Israel. Parecería que para un personaje como Trump, la lógica es un modelo incompleto de la casualidad. Bibi deberá cuidarse mucho de no ponerse en el rol del elefante de turno.
La anulación del viaje de Netanyahu a Washington también coincidió con la publicación en «The Wall Street Journal» de las posibles intenciones de Obama de apoyar ante el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución que ponga fin al conflicto israelí-palestino, estableciendo un compromiso definitivo entre ambas partes en cuestiones claves como seguridad, Jerusalén, fronteras y refugiados, entre otros.
En su cuarto mandato, Bibi no la tiene nada fácil; y es que el poder, hoy más que nunca en Oriente Medio, es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla.
Donald Trump For President