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| lunes diciembre 23, 2024

Haec perfidis Iudaeis


Ahora que estamos cerca de la “Semana Santa” cristiana, me ha venido a la mente un rezo de la misa tridentina o misa de San Pío V (1504 – 1572), utilizado hasta el Concilio Vaticano II (1959) sobre el oficio vespertino de “viernes santo” que expresaba lo siguiente según una traducción libre del latín:

“Oremos también por los pérfidos judíos para que Dios quite el velo de sus corazones, a fin de que reconozcan con nosotros a Jesucristo Nuestro Señor.

Oremos. Nos ponemos de rodillas. De pie.

Omnipotente y sempiterno Dios, que no excluyes de Tu Misericordia ni aún a los pérfidos judíos: oye los ruegos que te dirigimos por la ceguedad de aquel pueblo, para que reconociendo la luz de Tu verdad, que es Jesucristo, salgan de sus tinieblas. Por el mismo Dios y Señor Nuestro…”

Este rezo se descontinuó gracias a la gestión del papa lombardo Pablo VI (1897 – 1978), quien realizó un nuevo misal y modificó el texto acorde al comienzo de un dialogo interreligioso que inició Juan XXIII  en el cual se dejaba atrás siglos de persecución contra los judíos los cuales habrían sido acusados de ser un pueblo deicida, en su nuevo texto cambia radicalmente el enfoque y da un discurso más amistoso entre ambas doctrinas religiosas.

“…Oremos por el pueblo judío, el primero a quien Dios habló desde antiguo por los profetas. Para que el Señor acreciente en ellos el amor de su nombre y la fidelidad a la alianza (que selló con sus padres).

Oremos. Nos ponemos de rodillas. De pie.

Dios todopoderoso y eterno, que confiaste tus promesas a Abraham y su descendencia, escucha con piedad las súplicas de tu Iglesia, para que el pueblo de la primera alianza (de la primera adquisición) llegue a conseguir en plenitud la redención (merezca llegar a la plenitud de la redención). Por nuestro Señor. Amén…”

Finalmente la última variable de este texto fue la realizada por el Papa Benedicto XVI (1928), denominado Misal “Neo – tridentino”, que si bien no menciona argumentos de perfidia y de rechazo divino a los judíos retoma el carácter proselitista y de deseos de conversión de los judíos al cristianismo, el texto reza lo siguiente:

“…Oremos también por los judíos Para que nuestro Dios y Señor ilumine sus corazones, para que reconozcan a Jesucristo salvador de todos los hombres.

Oremos. Nos ponemos de rodillas. De pie.

Dios omnipotente y eterno, que quieres que todos los hombres se salven y alcancen el conocimiento de la verdad que procede de Ti, concede por tu bondad que la plenitud de los pueblos entre en tu Iglesia y todo Israel sea salvado. Por Cristo nuestro Señor, Amén…” 

Las referencias anteriores a los misales tridentinos, de Pablo VI y neo tridentino, muestran el alcance de las posiciones referentes al judaísmo que durante siglos les achacaron el haber sido los responsables del asesinato de “Dios”, principalmente institucionalizado después del año 313 de esta era, cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano, y teologías como la del deicidio y del reemplazo comenzaron a tomar fuerza siendo extendidas por los clérigos quienes además de poder religioso, ejercían fuerte influencia política, siendo personas letradas manipulaban con sus textos a la población plana quienes eran personas indoctas, iletradas y manipuladas por el poder y corrupción de líderes eclesiásticos.

 

Estos conceptos se mantuvieron vigentes a través del tiempo, Martín Lutero (1483 – 1546), a pesar de romper con ciertas doctrinas de la iglesia romana, mantuvo posturas de anti judaísmo evidentes, así lo declaraba en su libro “Sobre los judíos y sus mentiras” (1543)

“…Los judíos son pequeños diablos condenados al infierno tal vez los cristianos delicados y blandos de corazón creerán que soy demasiado drástico y riguroso contra los pobres, afligidos judíos, y crean que los ridiculizo y los trato con mucho sarcasmo. Por mis palabras, soy demasiado débil para ser capaz de ridiculizar tan satánicos engendros…”

 

Los libelos de sangre

Basados en el odio dogmático contra el judaísmo que es muy histórico, se desarrollaron una serie de libelos en su contra con los cuales se justificaron persecuciones, agresiones, asesinatos y demás. Se razonaba que si los judíos habían sido capaces de asesinar a la propia esencia de lo divino, no tendrían reparos en hacerlo contra otros grupos, en especial si existía alguna motivación ritual en este tipo de acto.

Por ejemplo el I Siglo, Apión de Grecia acusaba a los judíos de asesinatos rituales en el templo de Jerusalén para insultar a la “estirpe griega”, algo refutado por Flavio Josefo en una de sus obras.

En varios sectores de Europa desde la Edad Media y hacia adelante, los libelos de sangre estuvieron vigentes y las acusaciones ante cualquier muerte o desaparición de personas principalmente niños los ojos giraban en torno a pueblos o colectivos judíos. La principal acusación contra las comunidades hebreas por las cuales realizaban estos asesinatos rituales, era la necesidad de utilizar sangre de inocente con el cual prepararían el pan ázimo (matza) para la pascua.

Las historias tienen un mismo patrón de comportamiento por parte de los perseguidores de los judíos y destacan historias “mágicas” que ocurrían cuando encontraban el cadáver del asesinado. Casos como Dominguito de Val (Zaragoza, 1250), Hugh de Lincoln (Lincoln Inglaterra, 1255), El Santo Niño de la Guardia (Toledo, 1491), entre otros de ese mismo período y llegando hasta las propias entrañas del siglo XX como el Pogrom de Kielce (1946) iniciado por una acusación de libelo.

Con el transcurrir de los años la doctrina del “deicidio”, del rechazo de Dios para con el pueblo de Israel y de libelos, se han enviado en cierto modo al congelador, lo que no quiere decir que no tengan otras características o ramificaciones de corte político ajustadas a un tema de dominio de masas o de destrucción de otros grupos o religiones.

El judío no como individuo sino como “Unidad”

 

Cuando se hace referencia a que el deicidio y la teología de la sustitución ha mermado en su apoyo generalizado como doctrina, esto no quiere decir que los prejuicios que originaron estos pensamientos, no sigan siendo aspectos vigentes para quienes necesitan del judío como un elemento de acusación.

En algunos países por ejemplo, cuando las empresas son dirigidas por judíos y ocurre alguna anomalía, el público hará énfasis en la judeidad del o los individuos. Por ejemplo, en Costa Rica el 15 de marzo la Policía de Control Fiscal (PCF) allanó la agencia VETRASA quienes son los representantes de algunas marcas de vehículos extranjeros en el país.

Cuando la noticia comenzó a circular en redes sociales, algunos de los comentarios que surgieron fue decir que “todos los judíos son estafadores” o que de seguro “todos tienen negocios oscuros”.

Situación similar cuando la empresa Yanber, cuyo propietario es el señor Samuel Yankelewitz, decidió por un asunto de costos movilizar parte de su operación hacia Nicaragua, algunos argumentaban que se trata de ese espíritu de usura y de no querer perder su capital lo que impulsó a esta gente dejar sin trabajo a ciudadanos costarricenses.

Fuera de las fronteras costarricenses, en casos de corrupción en Estados Unidos contra rabinos, los comentarios generalizados atacan a todos los judíos de tener dicho comportamiento, es un elemento heredado de los libelos de la Edad Media y transmitidos por el odio de carácter religioso contra dicha agrupación. Sentimiento que alimentó otras desconfianzas en cuanto al manejo de las finanzas, el comercio y otras actividades que no les fueron vetadas a los judíos durante esa época. Finalmente si los judíos se atrevieron a asesinar a Dios, qué otras cosas no serían capaces de hacer contra los simples mortales.

El judío pues en estas acusaciones no es visto con el nombre de quien cometió el delito, error u omisión, sino que la etiqueta de “judío” involucra a la masa completa de miembros de dicho pueblo, el error de uno recae sobre los hombros de los demás en una interpretación radical del texto atribuido a Mateo Leví; Evangelio de Mateo (Año 90 Era Actual) en su capítulo 27, verso 25, donde la carga de la muerte de Jesús, condenado por un auto expiado procurador Poncio Pilatos (lavado de manos), sería sobre los judíos (contemporáneos de Jesús) y sus hijos (descendientes de los judíos).

La acusación contra el otro, en muchas sociedades se da, pasa con los extranjeros en las expresiones xenofóbicas, o en la desconfianza que despiertan ciertos grupos en concreto dentro de un país. Pero el caso de los judíos es particularmente antiguo y obedece a un prejuicio de carácter religioso con una acusación sencillamente grave la cual para poder ser aplacada deberían pasar el doble del tiempo que fue popular entre los grupos sociales practicantes del cristianismo.

 
Comentarios

El antisemitismo es un desorden de la personalidad relacionado con la baja autoestima. Yo le sugiero a los infectados ponerse en tratamiento con dos judíos célebres. El siquiatra Sigmund Freud para recobrar el equilibrio mental y el rabino Jesús de Nazaret para aprender sobre el amor al prójimo. A personas como esas se dirigió el Papa Juan Pablo II cuando le pidió perdón a Dios y a los judíos por las calumnias que la iglesia difundió por siglos y que provocaron persecuciones, humillaciones y matanzas…

GENIAL RESPUESTA !!!!!

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