Gaza. Foto: Wikimedia Commons.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Hace unas semanas un profesor de la Escuela Jackson de Estudios Internacionales de la Universidad de Washington en Seattle visitó la ciudad de Gaza durante seis horas, y se sorprendió que después de leer, durante años, propaganda acerca de cuán golpeados por la pobreza están los habitantes de Gaza, en realidad no lo están.
Yo estaba inundado de impresiones cuando conducíamos hacía la antigua ciudad de Gaza. La primera fue, inesperadamente, que no se parecía en nada a la India. Dada la severa pobreza, incluso crisis humanitaria, que Gaza en su conjunto está experimentando, esperaba la obvia y desgarradora pobreza que había visto en algunas ciudades de la India o en muchos otros países del Tercer Mundo, para el caso – infraestructura colapsada, chozas destartaladas, un montón de mendigos, niños en harapos, adultos durmiendo en las aceras. Al menos en esta parte de la ciudad y en otras que vi más tarde ese día, no se veía nada de eso. En cambio, vi multitud de niños yendo a la escuela, estudiantes universitarios caminando dentro y fuera de las puertas de las dos universidades – tanto los niños como los estudiantes universitarios vestidos razonablemente. Observé compradores mañaneros comprando verduras y frutas en los puestos, comerciantes abriendo sus tiendas, y gente caminando hacia cualquier lugar al que iban para iniciar la jornada. Había grúas y trabajadores de la construcción por todas partes, montones de edificios en construcción. Un camión de basura, con un signo de la ONU, estaba haciendo sus rondas.
Esporádicamente, había edificios bombardeados de la guerra de 2014. Toda la parte superior del edificio, varios pisos, simplemente arrancada. Pero otros, la mayoría de los edificios, estaban en buen estado, y algunos edificios de apartamentos eran francamente agradables. Sin duda había algunos cacharros en la calle, pero la mayoría de los autos parecían variedades de último modelo. Algunas de las calles laterales estaban poceadas y destrozadas; las principales vías públicas, sin embargo, estaban en buenas condiciones. Casi no había semáforos y el tráfico era un poco caótico. Debo añadir otra vez que estuve solamente en la ciudad de Gaza (tanto en las partes viejas como en las nuevas de la ciudad) y no fui a algunas de las zonas exteriores y los campos de refugiados, donde el bombardeo en la guerra de 2014 fue el más severo y donde, entiendo, la destrucción fue masiva.
Por cierto, la gente no estaba en harapos. Los hombres, en su mayoría, vestían pantalones de tela de algodón y camisas de botones. Con muy pocas excepciones, las mujeres se cubrían con velos y el burka. Tal vez el 10-20 por ciento de ellas vestían de negro con el rostro totalmente cubierto. Dicho sea de paso, este tipo de velo no era una práctica tradicional en la sociedad palestina; es en gran medida un producto del «nuevo fundamentalismo».
Las personas fascinantes que conocí durante el día, de hecho se relacionaban con Israel en lo que considero una manera muy interesante. En conversación tras conversación, había una especie de reconocimiento, por ejemplo, de lo destructivo de las políticas de Israel y, por supuesto, un odio general hacia Israel. Pero lo que llamaba la atención era cómo todo el mundo rápidamente dejaba fuera ese tipo de comentarios ligeros para criticar la forma en que el gobierno de Hamas o la propia gente son también responsables de la situación. No había obsesión acerca de Israel, lo que me pareció interesante. De hecho, incluso podría haber una aceptación general de Israel en términos de darse cuenta de que Israel será durante largo tiempo parte de su futuro.
Ese profesor de estudios internacionales, incluso, no tenía idea de que Gaza no se parecía a las partes más afectadas por la pobreza de los países del Tercer Mundo. El poder de la propaganda anti-israelí y la cobertura unilateral de los medios de comunicación es inmensa.
Y Hamás está construyendo… un montón de mezquitas.
…Mi encuentro final fue con un personaje fascinante, Atef Abu Saif. Atef tiene un Ph.D. en ciencias políticas del Instituto Universitario Europeo de Florencia, después de haber trabajado con un amigo mío, el profesor Philippe Schmitter. Atef es también novelista. Ahora enseña ciencias políticas en la Universidad Al-Azhar de Gaza y escribe con frecuencia, incluso para el New York Times y Slate. Abiertamente es un miembro de Fatah (aunque crítico del liderazgo de Fatah), que ha chocado con Hamas en varias ocasiones, lo que lo llevó a la cárcel por cortos períodos.
El principal argumento de Atef es que en realidad hay dos Gazas. Una es la dirigida por Hamas e incluye a sus partidarios. Señaló, por ejemplo, que se ha producido un atracón de construcción de mezquitas, lo que llevó a un total de 879 mezquitas en la Franja en 2014, comparado con las dos bibliotecas públicas. En sus palabras, «Gaza se ha convertido en una enorme mezquita». La segunda Gaza consiste de la población palestina en Gaza, que participa en todo tipo de actividades culturales y sociales fuera de la órbita de Hamas. Si bien no es una sociedad civil, dio a entender, hay mucho que pasa por debajo del radar.
Mi conjetura es que esas bibliotecas fueron construidas cuando Israel controlaba Gaza.
para que quieren bibliotecas_ a ver si se instruyen y entonces se les termina el mito