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| domingo diciembre 22, 2024

Por qué es tan difícil derrotar a ISIS y al terrorismo islámico

Los atentados de Bruselas ratificaron lo demostrado por los de París hace sólo cuatro meses: Estado Islámico puede matar en cualquier lugar de mundo, y los gobiernos no saben cómo evita


El momento posterior al estallido de una de las bombas en el aeropuerto de Bruselas

El 13 de noviembre de 2015 el mundo se estremeció con la terrorífica demostración de fuerza de ISIS en París. En un ataque simultáneo realizado en distintos puntos de la ciudad asesinó a 137 personas e hirió a más de 400. El presidente François Hollande anunció que Francia estaba en guerra y que destruiría a Estado Islámico.

Este 22 de marzo de 2016 quedó demostrado que los anuncios se quedaron en la retórica. ISIS volvió a atacar en el corazón de Europa con un doble atentado en Bruselas, que dejó 31 muertos. En los cuatro meses que pasaron de poco sirvieron los controles de inteligencia para prevenir estos eventos. Tampoco se produjeron avances significativos en Siria e Irak, donde el Califato que intenta construir este grupo resiste los embates del ejército de Bashar al Assad y los ataques aéreos de Rusia y la coalición internacional liderada por Estados Unidos.

«HUBO UNA SUBESTIMACIÓN GENERALIZADA DE ISIS DESDE QUE COMENZÓ EL CONFLICTO»

«Hubo una subestimación generalizada de ISIS desde que comenzó el conflicto. Caracterizarlo como ‘un grupo de fanáticos medievales’ esconde algunos puntos importantes. Si bien su liderazgo político no es muy sofisticado, el militar está compuesto por generales de la era de Saddam Hussein, que dirigieron los esfuerzos sunitas en la guerra civil iraquí de 2006 y 2007.Perdieron, pero aprendieron mucho sobre guerra urbana. Son bastante buenos en logística y planeamiento, en montar redes, transportar armas y explosivos», contó a Infobae David Chuter, especialista en políticas de seguridad e inteligencia con décadas de experiencia como asesor en defensa de los gobiernos de Francia y Reino Unido.

«Ese entrenamiento permitió que los atacantes en París y Bruselas fueran casi profesionales. Creo que los gobiernos occidentales genuinamente no podían creer que un grupo de jinetes de camellos pudiera llegar desde miles de kilómetros y atacar sus ciudades capitales para vengarse y cambiar sus políticas en Medio Oriente», agregó.

Así quedó el metro, donde explotó otra de las bombas en Bruselas

Los límites de la inteligencia

Una de las preguntas que se hacen muchas personas en Europa es por qué no se pudieron prevenir estos ataques, que se veían venir de bastante lejos. ¿Para qué sirven los aparatos estatales de inteligencia?

«Los ataques en París se podrían haber previsto por la participación de Francia en las operaciones realizadas contra ISIS y porque su gran comunidad magrebí facilitaba que se escondieran los que regresaran de Siria. Pero con este tipo de atentados la cuestión es dónde y cuándo. En París hay miles de bares y restaurantes, y decenas de teatros. Protegerlos a todos, todo el tiempo, es imposible. Para los belgas, con menos recursos, es aún más difícil», dijo Chuter.

«Había cientos de personas que encajaban en el perfil de los que atacaron en Francia —continuó—. ¿A quiénes elegir si no se puede espiar a todos? Los hermanos que participaron en los atentados en Bélgica estaban en las fichas de la Policía, pero sólo por delitos comunes. ¿Cómo anticipar que se iban a volcar a estas actividades?».

«EL PROBLEMA CON EL TERRORISMO ES QUE NO SE PUEDE CONTROLAR TODO Y A TODA LA GENTE»

Es cierto que lo ocurrido en Bruselas evidenció fallas de seguridad. Por ejemplo, la laxitud de los controles en el ingreso del aeropuerto. Pero no es menos verdadero que los terroristas se podrían haber inmolado en la puerta o en el estacionamiento. Además, otra de las bombas estalló en el metro, donde serían impracticables las medidas de seguridad que existen en las terminales aéreas.

«El problema con el terrorismo es que no se puede controlar todo y a toda la gente. Los sistemas de protección más elaborados no son suficientes contra personas decididas a matarse. Otro desafío inusitado es el número de voluntarios para la Yihad. Durante los 20 años anteriores, los grupos terroristas estaban limitados a unos cientos de miembros y de simpatizantes, pero ahora estamos frente a miles de personas», explicó Jean-François Daguzan, director adjunto de la Fundación para la Investigación Estratégica, y ex miembro de la Secretaría General de la Defensa Nacional de Francia, en diálogo con Infobae.

Los autores del atentado en el aeropuerto, captados por la cámara de seguridad

¿Eso significa que no hay nada que se pueda hacer para mejorar la situación? No. Europa viene cometiendo errores en materia de seguridad que se pueden corregir. El resultado esperable no es el fin del terrorismo, pero sí un combate más efectivo.

«Bélgica tiene una organización antiterrorista, el Órgano para la Coordinación del Análisis de las Amenazas (OCAD por su sigla en neerlandés). Tiene una lista de 900 personas de interés, que están en el radar de los servicios de inteligencia. Esto requiere una vigilancia de 24 horas. A pesar de que los riesgos se incrementaron después de los atentados en París, el presupuesto del OCAD creció sólo un 20%, hasta alcanzar apenas 50 millones de euros», contó Christina Schori Liang, directora del Curso Nuevos Problemas en Seguridad del Centro de Ginebra para Políticas de Seguridad, consultada por Infobae.

«A la inteligencia belga le falta infraestructura —continuó—. No está en condiciones de investigar y monitorear a aquellos que tienen que ser observados. Las Fuerzas de Seguridad se encuentran subfinanciadas y completamente agobiadas. No sólo tienen que ocuparse de su problema interno, sino también de los terroristas que cruzan la frontera de afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera».

«A LA INTELIGENCIA BELGA LE FALTA INFRAESTRUCTURA»

Los expertos coinciden en que es esencial que mejore la cooperación entre los organismos de inteligencia europeos, que aún son presa de las divisiones y enfrentamientos del pasado. Esta debilidad es explotada por los yihadistas, que no distinguen entre Bélgica, Francia o Alemania. Para ellos, todos son europeos y occidentales, y los quieren destruir a todos por igual.

«Un buen ejemplo de esta falta de confianza es que Bélgica no compartió con Francia la información que tenía de Abdelhamid Abaaoud (uno de los organizadores de los atentados en París). Era un desconocido para los servicios de seguridad franceses, mientras que los belgas lo tenían marcado como peligroso. Con mejor colaboración entre las agencias europeas y una recolección de datos más rigurosa se podrían detener y prevenir algunos ataques, aunque no todos», dijo a Infobae Dalia Ghanem Yazbeck, especialista en terrorismo del Centro Carnegie del Medio Oriente, con sede en Líbano.

«Esto sin mencionar los problemas en los controles fronterizos: Abaaoud pudo ir a Siria y volver varias veces sin ser atrapado. Salah Abdeslam (otro de los organizadores) pudo regresar a Bélgica después de los ataques del 13 de noviembre. Las diferentes células de ISIS aprovechan estos puntos débiles para organizar sus atentados en Europa», agregó.

Así fueron los ataques aéreos lanzados por Francia luego de los atentados en París

 

La guerra, una respuesta de corto alcance

Uno de los principales reclamos contra los gobiernos europeos es su falta de decisión para derrotar militarmente a Estado Islámico. Ninguno ha ido más allá de ataques aéreos específicos que, si bien golpearon algunas posiciones del grupo en Siria e Irak, no parecen ser suficientes para vencerlo definitivamente.

«Cualquier intento o anuncio de ‘destruir al terrorismo’ está condenado desde el comienzo, porque es un fenómeno impulsado por dinámicas sociales. Después de Al Qaeda vino ISIS. Se podría destruir Raqqa (capital del Califato en Siria) y descabezar a Estado Islámico, pero otra organización puede tomar su lugar y volverse global», explicó a Infobae Frederic Charillon, especialista en análisis de política exterior y defensa, y profesor de la universidad de Auvergne, Francia.

«Esto no significa que cualquier acción militar sería fútil —continuó—. Primero, debería ser realizada conjuntamente con actores locales, no lanzada desde afuera. Segundo, tendría que estar seguida de un proceso político que tenga en cuenta las especificidades de la sociedad en guerra. Tercero, se necesitaría darle un tratamiento especial al tema en las sociedades occidentales, de donde provienen muchos de los yihadistas».

Nadie niega la necesidad de enfrentar militarmente a ISIS en Siria e Irak porque, más allá del terrible daño que causan a la población local, allí se entrenan y preparan los terroristas que luego atacan en Europa. El problema es que, aún en caso de que fuera realizable en el mediano la plazo, el desmantelamiento de esta organización no resolvería la cuestión de fondo. No sería extraño que muchos de sus combatientes se reorganizaran en pequeñas células y siguieran atacando, o pasaran un tiempo en las sombras hasta la aparición de un nuevo grupo que los cobije.

«CUALQUIER INTENTO O ANUNCIO DE ‘DESTRUIR AL TERRORISMO’ ESTÁ CONDENADO DESDE EL COMIENZO»

«ISIS en Siria es sólo una parte del problema —dijo Daguzan—. Seguro que es necesario destruirlo porque desde allí se difunden el entrenamiento, las comunicaciones y la formación ideológica. Pero el desafío es global. Hay miles de voluntarios en África y sobre todo en Europa. Acabar con esta ideología político religiosa a escala universal será un trabajo de largo plazo. Todavía vamos a seguir a sufriendo».

En cualquier caso, derrotar militarmente a Estado Islámico es mucho más difícil de lo que se podría pensar. Sobre todo para Europa, cuyos países no tienen los ejércitos de Estados Unidos o Rusia.

«Los estados europeos apenas podrían trasladar algunas decenas de miles de tropas, asumiendo que fuera posible insertarlas en el territorio con todo su equipamiento. Pero sólo se las puede llevar por mar. ¿Dónde desembarcar? ¿Cómo proteger sus líneas de abastecimiento? ¿De dónde sacar soldados frescos después de seis meses, y otros seis meses más tarde?», se preguntó Chuter.

«Además, en la práctica implicaría declararle la guerra a las comunidades sunitas de Irak y Siria, que apoyaron a ISIS frente las milicias chiitas, que son igualmente brutales, aunque no atacan a Occidente. ‘Destruir’ a ISIS significa asegurar el dominio chiita de la región. ¿Arabia Saudita (de mayoría sunita) toleraría esto? Por otro lado, no está claro qué sería ‘destruir’ a ISIS. El resultado inevitable sería la multiplicación de milicias sunitas, que seguirían combatiendo a las tropas occidentales», agregó.

Uno de los barrios de Bruselas donde vive gran parte de la comunidad musulmana

Un problema que es tan interno como externo

«Es crucial que Europa comprenda que el problema no está viniendo de afuera, sino de adentro. Casi todos los que perpetraron los ataques en París y en Bruselas eran ciudadanos europeos. Estas personas son un puro producto de sus sociedades. Si cada país, especialmente Francia y Bélgica, no atiende las demandas de esos jóvenes que se sienten marginados, cada vez más se van a ver tentados a seguir ‘carreras yihadistas’ y la violencia se va a expandir», dijo Yazbeck.

«La prevención es muy importante contra la radicalización —prosiguió—. Hay que tener en cuenta que Francia y Bélgica enviaron el mayor número de combatientes a Siria. La juventud necesita un sentido de pertenencia, de dignidad. Hay que darle mejores herramientas para que no caigan en la propaganda extremista».

Si se desconoce el fuerte componente interno de esta oleada de ataques terroristas en Europa jamás se podrá pensar en resolver el problema. La crítica situación en la que se encuentran las comunidades magrebíes en los suburbios franceses y belgas ya ha sido estudiada por sociólogos y trabajadores sociales desde hace décadas. Estos países tuvieron la generosidad de recibir a miles de inmigrantes, pero no pudieron ayudarlos a integrarse, lo que abrió una brecha cada vez más grande con el resto de la sociedad.

Durante muchos años, los problemas de integración se manifestaron en actos de vandalismo como la quema masiva de autos. La dramática novedad de esta etapa es que estos jóvenes se hayan incorporado a la Yihad. Pero el caldo de cultivo para que estallaran violentamente ya estaba allí desde hace tiempo.

«Más de 451 belgas se fueron del país a luchar a Siria e Irak, la tasa per capita más alta de Europa. Aproximadamente 117 regresaron, según el OCAD. Esto creó un enorme riesgo para Bélgica, que no tiene los recursos para vigilarlos a todos», dijo Liang.

Según Daguzan, en total son 5.000 los europeos que cruzaron el continente para unirse a ISIS. Francia aportó 1.800, y tendría en su propio territorio a otras 10 mil personas ligadas al terrorismo islámico.

«Estamos afrontando los resultados de toda una generación de inmigrantes abandonados por el estado en áreas deprimidas, con escasos servicios y trabajos, en gran medida controladas por bandas criminales, donde la Policía raramente aparece. Si algunos de ellos se enojan y van a Siria, o se deciden a formar parte de una red de apoyo, no es tan sorprendente», concluyó Chuter.

 

 
Comentarios

Terrible para Europa y Occidente. O se combate con inteligencia integrada o se adopta el modelo inglés (ahora también alemán) de renegar del cristianismo y admitir ser dominados por el Islam en casa. Y ahora, Trump dice que: o se ponen con fondos y ejércitos o USA se retira de la OTAN. Pero, a Hollande o Cameron les queda poco mandato, de modo que pueden jubilar tranquilos con buen clima, en un Paraíso Fiscal, sin preocuparse de Europa (como hasta ahora)

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