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| lunes diciembre 23, 2024

Pesaj


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La historia del pueblo judío empieza con nuestro patriarca Abraham y el pacto entre las piezas que Di-s hizo con él. En dicho pacto d-os le informa que elegirá a sus descendientes como su pueblo y que iban a pasar siglos de esclavitud, al final de lo cual saldrán beneficiados y heredarán la tierra prometida. Efectivamente llegamos a ser esclavos del faraón durante 210 años. Nos oprimió duramente, pero siempre manteníamos fuertes nuestra identidad y fe en la inminente redención.

La revolución

Había llegado el día anhelado. Di-s le habló a Moisés desde la zarza ardiente y le dijo, dile al faraón: “¡deja salir a mi pueblo y me servirán!” pero el faraón no estaba dispuesto a dejar que una deidad suprema y exclusiva le haga perder su autoridad. Ese era su imperio y ningún “Di-s de los hebreos” iba a derribar sus pirámides.

Los milagros

El faraón estaba por recibir una sorpresa. Hasta ese momento, la gente creía que éste era un mundo bastante fiable. En general, la naturaleza parecía marchar muy bien como otro de los grandes proyectos del faraón y sus pirámides. Pero, todo iba a cambiar. Moisés derrumbó esa confiable maquina de levantar pirámides. Con un milagro tras otro (en total diez), demostró que detrás de la fachada de las leyes de la naturaleza hay un deliberado propósito divino. Existe un Di-s quién escucha el llanto del oprimido, quién exige la justicia y ama a aquellos que hacen el bien.

La liberación

Finalmente, el testarudo faraón se rindió. En aquel día, más de 600.000 familias judías comenzaron su éxodo de Egipto hacia la tierra prometida con sus cabezas erguidas y alegres canciones en sus labios. El punto más alto de esta travesía fue su parada al pie del monte Sinaí para escuchar una transmisión pública de la sabiduría y voluntad divina de Di-s mismo, documentada en la “Torá”. Es esta sabiduría divina la que nos mantuvo unidos como una nación a pesar de todos los sucesos vividos a lo largo de los siglos. Y es esta sabiduría y experiencia la que transmitimos al mundo entero. Hoy cada vez más pueblos reconocen los derechos de cada ser humano, hecho “a semejanza e imagen de Di-s”.

 

En la Hagadá de Pesaj leemos acerca de las Diez Plagas con las que fueron castigados los egipcios. Según el Midrash, cada una de ellas era un castigo en medida equivalente a los sufrimientos que los egipcios habían provocado a los judíos…

  • Sangre: Los egipcios habían prohibido el cumplimiento del precepto de Tevilá, el baño ritual en sus aguas, como modo de perturbar la vida marital de los judíos. Como castigo, sus aguas se convirtieron en sangre impidiendo su uso para los mismos egipcios.
  • Ranas: Porque los egipcios obligaban a los judíos a cargar todo tipo de insectos y roedores.
  • Piojos: Porque los egipcios obligaban a los judíos a barrer las polvorientas calles, el polvo de Egipto se convirtió en piojos.
  • Fieras: Porque los egipcios los forzaban a traer fieras salvajes para entretenimiento propio.
  • Peste: Porque a fin de quebrantar la vida familiar los egipcios enviaban a los hombres a los montes para cuidar del ganado, el ganado fue diezmado por la peste.
  • Sarna: Porque los egipcios los forzaban a calentar agua para sus baños, sus cuerpos se llenaron de ronchas.
  • Granizo: Porque los obligaban a plantar huertos, éstos sucumbieron ante el granizo.
  • Langosta: Porque los obligaban a sembrar trigo y espelta, los productos del campo fueron alimento de langostas.
  • Oscuridad: Porque oscurecieron la vida de los judíos con dura labor esclava.

Plaga de los Primogénitos: Por haber tenido los egipcios la audacia de esclavizar a Israel, sobre quien dice el versículo: “Mi hijo primogénito es Israel”. (Ex. 4:22). Por ello perdieron sus propios primogénitos. (www.es.chabad.org)

El Banquete

 

Nota del editor: esta es una historia/chiste/metáfora. Existen muchas versiones. Mí favorita es la de Tuvia Bolton.

 

Había una vez dos mendigos que solían ir a pedir limosna, juntos. Uno judío el otro gentil. A medida que se aproximaba la noche de Pesaj, el mendigo judío le ofrece a su compañero no judío ayuda para hacerlo participar de un Seder (la cena festiva acompañada por varios mandamientos y rituales) y conseguir una buena cena. “solo debes ponerte ropa judía y acompañarme a la sinagoga, todos acostumbran a invitar a los pobres al Seder. Será fácil ya veras.

El mendigo no judío acepto alegremente. La primera noche de Pesaj fueron juntos a la sinagoga, y tal cual lo habían planeado, los dos fueron invitados a participar de la cena festiva en casas diferentes. Horas después se encontraron como siempre en el la plaza del pueblo. Pero para la sorpresa del judío, su amigo estaba furioso. “¿Qué me has hecho? Grito enojado “¿a eso le llamas cena? ¡Eso es tortura! ¡Eso es infierno! me las vas a pagar por esta… ya veras”

“¿De que estas hablando? ¿Qué paso? Pregunto el judío sorprendido.

“¿Qué paso? ¡Como si no supieras lo que paso! Ustedes los judíos están locos eso es lo que paso. Primero me hicieron tomar un vaso de vino, a mi me gusta el vino pero con el estomago vacío…. Mi cabeza empezó a girar un poco, pero pensé enseguida traen la comida. El olor a comida que venia de la cocina era increíble. Después comimos un poquito de perejil. Después empezaron a hablar sin parar en hebreo. Todo el tiempo yo sonrió y asiento educadamente con la cabeza como si entendiera lo que ocurre – como tu me advertiste- pero mi cabeza esta flotando y me duele por el vino y me estoy muriendo de hambre.

“El olor a comida que salía de la cocina me estaba volviendo loco pero ellos no la servían. Por más de dos horas no sacaron nada solo palabras y más palabras. Entonces justo lo que necesitaba… ¡otra copa de vino! Luego nos pusimos de pie y nos lavamos las manos, nos sentamos a comer una galleta enorme llamada matzah que tenia gusto a papel de diario, todos reclinados hacia la izquierda (no me preguntes por que…) me empecé a atragantar, casi vomito. Y finalmente me dieron una lechuga echa un rollito le di un buen bocado y…. ¡wow! mi boca estaba en llamas, mi garganta tenia rábano picante adentro ¡nada menos que rábano picante! Ustedes están todos locos…

En ese momento dije basta me levante y me fui. Ya era demasiado.

“ah que lastima te tendría que haber dicho” contesto el judío “después de las hierbas amargas viene una cena gloriosa. Sufriste tanto tendrías que haber aguantado aunque sea unos minutos mas.”

Nuevamente el editor: la historia judía es como el seder. Tenemos nuestro apetito avivado con pequeños momentos de triunfos. Pero principalmente tenemos el “pan de la fe” que nuestros paladares no saben apreciar. Y cantidades generosas de hierbas amargas.

La moraleja es: se me ocurren dos, para ser judío hay que ser paciente y la segunda ya que tragamos las hierbas amargas podemos quedarnos un minuto más y disfrutar del banquete… (www.es.chabad.org)

 

¡¡¡JAG CASHER VESAMEAJ!!!

 

 
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