El pasado 30 de abril de 2016, una grata noticia apareció en varios diarios de Caracas. La vicepresidencia de la República informaba que se sostuvo una reunión de trabajo con la embajadora de Palestina, Excma. Sra. Linda Sobeh Alí, donde se “acordó fortalecer la cooperación en los motores farmacéutico, minero y agroalimentario”. Además, el establecimiento de plantas de fabricación de medicamentos para pacientes de enfermedades crónicas. También de diabéticos y casos oncólogicos. Primeramente, se avanzaría con la importación de medicamentos a precios subsidiados, gracias a los convenios suscritos entre Venezuela y Palestina.
Es alentador que se trabaje en aras de resolver la crisis de insumos de medicinas. Y en este sentido, casi cualquier ayuda e iniciativa, bien pensada y mejor implementada es bienvenida. En estos momentos de tanta crisis, colas e informaciones encontradas, una esperanza de solución es necesaria.
Pero algo nos llama la atención, y no tiene que ver con la crisis de insumos en Venezuela. Tiene que ver con Palestina y la imagen que se nos ha transmitido de ella a toda Venezuela. Se ha presentado a Palestina y los palestinos como un territorio y un pueblo muy sufrido, martirizado por unos crueles israelíes que responden a siniestros planes y peores acciones, tildadas (por supuesto) de “sionistas”. Son un pueblo sometido a una brutal ocupación, sin independencia alguna y sin calidad de vida, que claman por justicia en cuanto escenario hay en este mundo… y acusan a Israel de todos y cada uno de sus males.
La verdad, no podemos seguir sin afirmar que la situación de los palestinos merecen una solución y un estatus mucho mejor al que ahora tienen. Ese pueblo tiene derecho a vivir en paz, con calidad de vida para todos sus ciudadanos, con todos sus derechos siendo respetados por todos, y ellos respetando los derechos de todos, incluyendo los israelíes sean judíos o no. Con libertad, seguridad y absoluta dignidad, al igual que todos sus vecinos y a decir verdad, como han de vivir todos los seres humanos en este mundo.
Dicho esto, debemos desarmar la campaña de presentar a Israel como el maniatador de los palestinos y a estos últimos, como sempiternas víctimas culpables de nada.
Con la información de prensa del día 30-4-2016, sin hacer muchos análisis nos damos cuenta de varios hechos. Palestina tiene embajadores, por la tanto es de facto un Estado. Ese territorio, además firma y suple acuerdos de cooperación. Caramba, no sólo pide ayuda, sino que es capaz de dar ayuda, de cierto nivel y costo, nada más y nada menos que a un país rico, como Venezuela. Tiene laboratorios de producción de medicamentos de cierta complejidad. Países mucho más desarrollados, antiguos, consolidados y sin problemas como los de la “ocupación”, no tienen esas facilidades. Ello implica que el ocupante no es tan maligno, debe tener algunas buenas cualidades e influencias, o que la ocupación como la presentan de rutina no es tal.
Es oportuno señalar que en Palestina, existen hospitales, escuelas, universidades, fábricas, laboratorios, construcción de primera, turismo, centros comerciales y todas las facilidades de servicios para que ello pueda tener lugar. Si hubiese un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos, y si la dirigencia de estos últimos, junto con los demás países árabes y los detractores de Israel, se avinieran a reconocer la existencia del Estado de Israel, y el derecho de los judíos a un Estado… las cosas estarían de verdad mucho mejor.
Aunque parece que no han de estar tan mal como dicen… a decir por las capacidades que exhiben.
http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/buenas-noticias-pero-como-cosa_308144#
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