EXPRESO tuvo la oportunidad de hablar semanas atrás con Ben Tasgal en Lima y pudo constatar que a él no le quedaban dudas de que la vorágine del ISIS (Estado Islámico por su sigla en inglés) y otras vertientes extremistas del islam como Al Qaeda y el Hezbolá seguirán su curso corrosivo si las democracias no actúan.
“Porque en este momento, por ejemplo, hay barrios completos en las ciudades de Francia, Alemania, Suecia y otros países comunitarios donde la policía no puede entrar porque el control está en manos de los grupos radicales”, asegura.
Lo ideal sería que estos asentamientos, que crecen en forma vertiginosa, por encima de las tasas de natalidad de la misma Europa, se acogieran al cumplimiento de las leyes democráticas de los Estados nacionales, pero no es así porque mantienen sus propias leyes y costumbres –como el maltrato a la mujer- en territorios que no son suyos.
Es una masa que tiene cerca de 50 millones de musulmanes en la Eurozona, de los cuales alrededor de un 25 % piensa en forma radical y solo un 0000.5 %, por decirlo de alguna forma, opta por el terrorismo propiamente dicho.
“Esto último –el 0000.5 %- es un problema delicado para la seguridad, pero si esta posición se expresa en forma abierta en Europa, de inmediato te señalan como racista. Estamos hablando de una suerte de postura contemplativa o de ‘buenismo’ que ha fracasado en Europa y obvio que alimenta a la derecha ultranacionalista”, sostiene.
Mientras en el Viejo Continente sus ciudadanos tendrán que decidir dentro de poco si quieren seguir siendo europeos o sufrir el desborde del islamismo, los fieles seguidores de este último credo “están convencidos de que Europa caerá en sus manos”, afirma.
HASTA ABANCAY
Lo que se vive en Europa invade en forma embrionaria otras latitudes, como América latina, en especial Venezuela y Bolivia, por obra de la rama del islam chiita que exporta Irán, incluido al Perú, en las alturas de Abancay, donde ya existe una comunidad musulmana.
Claro que la expansión del chiismo se debió a que Irán estuvo por buen tiempo en una situación de aislamiento de la comunidad internacional, por lo que armó una de sus bases de apoyo en Argentina, en coordinación con el grupo extremista libanés del Hezbolá, formado por la Guardia Revolucionaria iraní en respuesta a la intervención israelí de 1982.
El fundamentalismo chiita tuvo terreno fértil en Latinoamérica con la caída del Muro de Berlín y lo que fue la Unión Soviética, buscando a otros grupos terroristas, como las FARC de Colombia, relaciones que necesariamente tienen que ser delictivas, como es la búsqueda de fondos a través del tráfico de drogas, según Ben Tasgal.
En un plano no tan irreverente –pero no menos peligroso- los iraníes chiitas han entablado amistades y alianzas políticas con Pablo Iglesias, del izquierdista Podemos de España, a quien no solamente solventan con 4,000 dólares al mes, sino que en la península han financiado una cadena televisiva de habla hispana (HispanTV), con sede en Madrid, inaugurado por el entonces presidente de Irán Mahmud Ahmadineyad.
NO ES UNA POTENCIA
Aun con esta presencia y el peligro de las versiones más radicales que el Hezbolá, como Al Qaeda primero, y después el Estado Islámico, Gabriel Ben Tasgal no ve a ISIS como una amenaza para la paz global ni la declaratoria de una eventual tercera guerra mundial.
Con esta visión, el experto, periodista de profesión, asegura que ISIS no puede ser una potencia militar porque cuenta con un ejército de no más de 30 mil hombres con armas livianas, no tiene aviación militar y debe tener otros 6,000 “combatientes” diseminados en Europa.
El problema es otro, agrega. Su fuerza radica en los factores ideológico-religiosos, en su fundamentalismo, como ya se ve en una Europa que poco a poco va cediendo a la influencia de su cultura y sus costumbres.
“Lo que sí se puede decir de ISIS es que ha pasado a ser el grupo terrorista más millonario del mundo por sus ingresos de unos US$ 4,000 millones al año”, sostiene.
¿De dónde proviene esta fortuna? Del petróleo de los campos de Mosul en el norte de Irak y otros; del impuesto (Jizia) que deben pagar cristianos y gentes de otros credos para resguardar sus vidas en los territorios que controlan; del tráfico de personas o venta de niñas para los menesteres sexuales de jeques árabes, amén de otros ingresos menores.
“Aun con este poder económico, dudo que ISIS pueda convertirse en un imperio militar”, reitera BenTasgal.
EL CALIFATO
En todo caso hay otro problema. Y es que ellos están convencidos de que pueden convertir su continente de origen -el Oriente Medio-, más el norte del África y buena parte de Europa en un gran Califato.
Es decir pretenden ampliar lo que han establecido unilateralmente en las áreas que en la actualidad el ISIS controla en Irak y Siria, vale decir desde Alepo en el norte sirio hasta la provincia de Diyala en el este irakí.
Claro que este califato responde a la rama sunita del islam que maneja el ISIS, por lo que no sería reconocido por los chiitas de Irak y el Hezbolá.
En este estado de cosas, independientemente del factor de las armas, o del territorial, el problema del islam y sus versiones extremistas es antes que nada religioso, asegura el experto.
“Seamos realistas. Así como el problema palestino, en cuanto a territorio se refiere, terminó con el plan Ólmert de 1992, superviviendo el conflicto religioso, así por ahora hay que esperar que el radicalismo islámico pierda fuerza. Por ahora, entonces, hay que administrar el conflicto. No hay otra salida”.
CON LAS FUERZAS ARMADAS
“Fuimos muy generosamente invitados por la comunidad judía de Perú, Gabriel Ben Tasgal (director de “Hatzad Hasheni”) y yo, para hacer una jornada intensa de dos días de ‘hasbrará’, donde dimos una conferencia a la comunidad judía y con distintos cuerpos de las Fuerzas Armadas peruanas”, comentó el director ejecutivo de la Confederación de Comunidades Judías de Colombia, Marcos Peckel, en diálogo con la Agencia Judía de Noticias en marzo de 2016.
EL DATO
DE CHIITAS Y SUNITAS
Dos son las vertientes que dividen al islam desde la muerte de Mahoma el año 632: 1) los chiitas que creían que la sucesión tras la muerte del profeta debía seguir la línea familiar con su sobrino Alí. 2) Los sunitas eran partidarios de que el poder debía ser ejercido por el califa Abu Bakr, del entorno de Mahoma.
Europa ya está en sus manos.