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| lunes diciembre 23, 2024

El mantecoso proceso de paz francés 


El Gobierno francés inició la semana pasada un nuevo proceso de paz. Ignorando las matanzas que se están produciendo en Siria, Irak, Libia y el Yemen, así como la amenaza que representa ahora Irán para Oriente Medio, su atención se centra en el conflicto palestino-israelí.

La iniciativa francesa podría resultar una pérdida de tiempo, una nueva ronda de cháchara y poses diplomáticas. Esperemos que así sea. La alternativa sería perjudicar aún más a los israelíes y a los palestinos.

Veintiséis países enviaron representantes a la cumbre inaugural del pasado viernes en París. Estuvieron de acuerdo en que la respuesta es una solución de dos Estados. En la pregunta, en cambio, no estuvieron de acuerdo. ¿El problema es que no exista un Estado palestino? ¿O el problema es que sí exista un Estado judío?

Actualmente existen dos entidades palestinas. Gaza está gobernada por Hamás, una organización terrorista filial de los Hermanos Musulmanes. Los líderes de Hamás se han comprometido abiertamente a exterminar a Israel y asesinar a sus ciudadanos judíos.

Esa no es una posición negociadora desde la que puedan retroceder. Está en su carta fundacional y se basa en su lectura de las escrituras islámicas. Creen que sólo los musulmanes pueden gobernar en los territorios que hayan sido conquistados por musulmanes en cualquier momento de la historia. (Y, a sus ojos, no todos los musulmanes están igualmente cualificados para gobernar: en el Sinaí se tiene la creencia general de que Hamás está cooperando con el Estado Islámico en su guerra contra el Gobierno egipcio de Abdel Fatah al Sisi, que mantiene una oposición inequívoca contra el islamismo).

La Margen Occidental está gobernada por la Autoridad Palestina, que tiene por presidente a Mahmud Abás. No soy el primero que señala que ya va por el decimoprimero de sus cuatro años de mandato.

Se ha reportado que Abás, de 81 años, no goza de buena salud. Se desconoce cuánto tiempo más pretende permanecer en el cargo. También se desconoce quién le sucederá, o cómo se producirá la sucesión.

Tal vez esté reflexionando sobre su legado. Sospecho que quiere ser recordado como un líder palestino que se negó rotundamente a hacer la paz con los odiados sionistas. Sospecho que no querría ser recordado como un traidor, que es como Hamás, los dirigentes de Irán y otros le considerarían si firmara un documento que declarase el fin del conflicto y dejase a los israelíes en una posición relativamente segura dentro de unas fronteras defendibles.

¿Cómo abordarán estas complejidades los participantes en el proceso de paz francés? No lo harán. Harán como si Hamás fuese irrelevante. Harán como si Abás representase la voluntad del pueblo palestino. Le exigirán muy poco o nada, ya que hay muy poco o nada que pueda cumplir.

En su lugar, insistirán en que el principal obstáculo para la paz es la ocupación israelí. Es posible, incluso, que sostengan que Gaza sigueocupada. Lo cierto es que han pasado once años desde que los israelíes se retiraron de Gaza; un territorio, por cierto, que Israel conquistó a Egipto, y no a los palestinos, en la guerra defensiva de 1967.

Dos años después de la retirada de Israel, Hamás se hizo con el poder mediante un violento golpe contra la Autoridad Palestina. Hamás empezó enseguida a lanzar misiles contra Israel. Más recientemente, Hamás ha estado construyendo túneles del terror hacia Israel. El resultado fue una guerra de 51 días entre Hamás e Israel hace dos veranos.

En cuanto a la Margen Occidental, fue conquistada por la Legión Árabe jordana en 1948. Las comunidades judías fueron expulsadas. Los lugares religiosos judíos fueron profanados o destruidos. En 1967, el primer ministro israelí, Levi Eshkol, pidió al rey Husein que no se uniera a Egipto, Siria e Irak en lo que acabó conociéndose como la Guerra de los Seis Días, prometiéndole que si no intervenía, los jordanos no sufrirían las “consecuencias”.

Pero el Rey se sintió obligado a demostrar su solidaridad con sus correligionarios árabes, así que el 5 de junio de 1967 su artillería empezó a lanzar proyectiles contra los israelíes. Cuando cesó el combate, las fuerzas de Israel se encontraban en posesión del territorio, incluido Jerusalén Este.

En 2000, 2001 y 2008, los líderes israelíes hicieron ofertas a los palestinos que les habrían dado un Estado propio en Gaza, casi toda la Margen Occidental y partes de Jerusalén. ¿Qué quería Israel a cambio? El reconocimiento del derecho del pueblo judío a la autodeterminación en su patria ancestral. Los palestinos rechazaron la oferta. No hicieron contraofertas.

Supongamos que el proceso de paz francés genera una intensa presión internacional sobre Israel para que se retire de la Margen. Supongamos que Israel sucumbe a esa presión. ¿Qué evitará que Hamás se haga con el poder como en Gaza? La presencia de Israel en la Margen, con la discreta cooperación de las fuerzas de seguridad palestinas, protege y defiende a la Autoridad Palestina. Los que se reunieron en París la semana pasada deberían saberlo, aunque debatirlo sea tabú.

Puesto que la Margen Occidental es adyacente a los mayores núcleos de población de Israel, así como a su único aeropuerto internacional, los misiles y morteros disparados desde sus colinas –justamente llamados Montes de Judea– provocarían un daño sustancial, mucho más grave del que haya sido nunca capaz de infligir Hamás desde Gaza. A los israelíes no les quedaría más opción que la respuesta militar.

Hoy, la Margen Occidental no es precisamente un paraíso. Pero no es una zona bélica. Su economía está en crecimiento. Ramala, Jericó y Hebrón son ciudades dinámicas. También está Rawabi, donde el visionario emprendedor palestino-estadounidense Bashar Masri está desarrollando una comunidad nueva y sorprendentemente espléndida. Espera proporcionar viviendas a los palestinos jóvenes con estudios superiores cuyas principales inquietudes sean sus carreras profesionales y sus familias, y no la yihad.

¿Es que no hemos aprendido con qué rapidez pueden derrumbarse las sociedades de Oriente Medio? ¿Es que no entendemos que lo que ocurrió antes sigue ocurriendo ahora, en Alepo, Faluya, Raqa y Saná? Si la iniciativa francesa produce un resultado similar, ¿asumirá su responsabilidad cualquiera de los participantes en la cumbre de París? ¿Derramará alguno lágrimas de cocodrilo?

© Versión original (inglés): Foundation for Defense of Democracies
© Versión en español: Revista El Medio

 
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